2021
Nuestro eje de pista
Enero 2021


Mensaje del Área

Nuestro eje de pista

Luego de los seis períodos de la creación, Nuestro Padre Celestial “…terminó la obra que había hecho, y reposó el día séptimo de toda la obra que había hecho. Y bendijo Dios el día séptimo y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había creado y hecho…” (Génesis 2:2-3; Moisés 3:1–3).

Posteriormente, a Moisés le mandó “…Acuérdate del día del reposo para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra…” (Éxodo 20:8–9).

En esta dispensación, la del cumplimiento de los tiempos, Dios reveló una de las bendiciones por guardar y santificar el día de reposo: “…para que más íntegramente te conserves sin mancha del mundo, irás a la casa de oración y ofrecerás tus sacramentos en mi día santo; porque, en verdad, este es un día que se te ha señalado para descansar de tus obras y rendir tus devociones al Altísimo…” (Doctrina y Convenios 59:9–10).

Tanto en lo que llevó a cabo nuestro Padre, como en lo que mandó a Moisés y lo que reveló luego de la Restauración, observamos un patrón: trabajar seis días y reposar el séptimo día para santificarlo.

En la Guía de Estudio para las Escrituras leemos “El día de reposo nos recuerda que tenemos la necesidad de nutrirnos espiritualmente y el deber de obedecer a Dios. Cuando una nación se descuida en su observancia del día de reposo, todos los aspectos de la vida se ven afectados y se deteriora la vida religiosa” (Nehemías 13:15–18; Jeremías 17:21–27).

Hace algunos años, recordé una vez más mis lecciones de vuelo sobre “centrarme en el eje de pista”, hacer las correcciones lo antes posible y proceder hasta el aterrizaje seguro.

En la siguiente imagen, estoy en el tramo final para aterrizar en la pista del Aeroclub Río Gallegos, donde aprendí a volar. Se puede observar que la velocidad en el aire, la velocidad vertical y los demás parámetros están dentro de lo que el fabricante del avión estableció y está aprobado en los manuales de vuelo. Muchos podrán observar que el avión no está alineado con la pista. Sin embargo, estoy “centrado en el eje de pista”. Observarán que el comando de vuelo muestra que estoy contrarrestando el efecto del viento que me aleja del “eje de pista”. Son técnicas que se aprenden, y en cualquier avión, grande o pequeño, tienen la misma aplicación.

Los vientos en la Patagonia son muy fuertes y se requiere de mucha habilidad, práctica y una gran adaptación a cada tipo o modelo de avión.

¿Cómo se aplica esto al día de reposo? El mundo, la sociedad y aún nuestro entorno nos empuja con mucha fuerza hacia lo que socialmente está aprobado, por lo que nos alejan muy fácilmente de nuestro “eje de pista”; el día santo o día del Señor.

En la Conferencia General de abril de 2015, en función de presidente del Cuórum de los Doce Apóstoles, el presidente Nelson enseñó sobre el día de reposo de una manera muy sencilla que quedó grabada en mi mente y corazón: “¿Cómo santificamos el día de reposo?” En mi juventud estudiaba las listas que otras personas habían recopilado de lo que se podía y lo que no se podía hacer en el día de reposo. No fue sino hasta más adelante que aprendí de las Escrituras que mi conducta y mi actitud en el día de reposo constituían una señal entre mi Padre Celestial y yo. Con ese entendimiento, ya no necesité más listas de lo que se podía y no se podía hacer. Cuando tenía que tomar una decisión en cuanto a si una actividad era o no era apropiada para el día de reposo, simplemente me preguntaba a mí mismo: “¿Qué señal quiero darle a Dios?”. Esa pregunta hizo que mis opciones respecto al día de reposo fueran bien claras”.

Con el “eje de pista” centrado en establecer una señal entre mi Padre y yo, las correcciones de curso, del nivel y potencia de nuestro propio avión -yo mismo, mi familia, mi barrio o rama, mi estaca o distrito, mi llamamiento, etc.-, las podemos hacer al ir a la Iglesia, participar de la Santa Cena y ser diligentes en nuestros llamamientos; al buscar la oportunidad maravillosa de fortalecer los lazos familiares y hacer del día de reposo una delicia al enseñar el Evangelio a nuestros hijos. Además de pasar tiempo con la familia, se puede experimentar una verdadera delicia durante el día de reposo al hacer la obra de historia familiar; buscar y encontrar nombres de familiares que nos han precedido en la tierra —quienes no tuvieron la oportunidad de aceptar el Evangelio mientras vivían— puede brindar un gozo inmenso.

Los invito a evitar centrarse en hacer listas de lo que “no debemos hacer”, sino centrarse en lo que sí podemos hacer que nos acerque a Dios; en lo que nos lleve a cumplir con el mandamiento tan antiguo como el mundo mismo: santificar a Dios, Su día. Que el Señor nos bendiga para identificar lo que nos aleja del “eje de pista”, corregirlo cuanto antes, arrepentirnos y no perder de vista de quien es esta obra. Esta es la Iglesia de Jesucristo, lleva Su nombre. Él la dirige a través de nuestro profeta, Su representante en la tierra. Dios nos dará la visibilidad que necesitamos para un aterrizaje seguro. Las promesas por santificar el día de reposo son extraordinarias y así cumpliremos otro mandamiento más: ser una luz al mundo (Mateo 5:15–16).

Lo testifico en el nombre de Jesucristo. Amén.