2022
Vivir “como si” las promesas de Dios se hubieran cumplido
Febrero de 2022


Vivir “como si” las promesas de Dios se hubieran cumplido

Una frase sencilla me ha ayudado a ver las formas en que Dios cumple Sus promesas, entre ellas las de mi bendición patriarcal, aun cuando tal vez no las experimente en este momento.

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young adult woman

Ilustraciones fotográficas de Getty Images

A veces, el tener una perspectiva eterna puede parecer una bendición y una maldición. Aunque me consuela saber que las cosas finalmente saldrán bien, siento que hay que esperar un tiempo bastante largo hasta la eternidad. El élder Neal A. Maxwell (1926–2004), del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó que “Dios vive en una actualidad eterna en donde el pasado, el presente, y el futuro están continuamente delante de Él”1. Esa enseñanza me hace pensar en que Dios no solo me ve mientras espero las promesas, sino que también ve el efecto que el cumplimiento de esas promesas tiene en la eternidad. Aunque por ahora no tengo esposo ni hijos en esta tierra, Él me ve como esposa y madre. Aun cuando a diario demuestro debilidad y fragilidad humanas, Él me ve como un ser glorificado y perfecto. Y porque Él me ve en esas funciones eternas, puedo mirar hacia adelante y vivir “como si” (Jarom 1:11) esas cosas ya hubieran sucedido.

El vivir “como si” requiere creer que Dios es un cumplidor de promesas. Aun cuando “cumplidor de promesas” no es una frase de las Escrituras, se ha convertido en una de mis descripciones favoritas de Él. Las Escrituras son libros de promesas; Su santo templo es una casa de promesas; mis convenios con Él son mis promesas personales; Su obra es una obra de promesas. Y Él es un cumplidor de promesas que ansía derramar bendiciones sobre Su pueblo (véase Doctrina y Convenios 109:21). Él se acordó de Raquel, liberó a David, alimentó a la mujer de Sarepta, guio a los hijos de Israel a la tierra prometida, e inició la largamente prometida restauración de Su evangelio. Y lo más importante de todo: Él mandó a Su Hijo Unigénito a “llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre” (Moisés 1:39). En verdad, por medio de las Escrituras “el Señor se ha revelado a Sí mismo y ha revelado Su carácter perfecto […] a fin de que la mente del hombre ponga su confianza en Él sin reservas” (Bible Dictionary, “Faith”).

Dado que Él es un Dios de promesas, a veces me resulta difícil aceptar por qué ciertas promesas aún no se han cumplido en mi vida. He conocido a muchas otras personas que se han sentido de manera similar al repasar su bendición patriarcal o al considerar otras bendiciones del sacerdocio e impresiones del Espíritu Santo. Entonces, ¿de qué forma vivimos “como si” las promesas de Dios se hubieran cumplido? Me gustaría compartir tres ideas.

1. Considerar una diversidad de promesas

Una de las claves para creer que el Padre Celestial es un cumplidor de promesas es ser consciente de la diversidad de promesas que nos ha dado. Algunas promesas parecen ser más interesantes o importantes que otras, y con frecuencia son en las que tendemos a concentrarnos. Aunque reconocemos que muchas de esas promesas no se cumplirán en esta vida, esperamos recibir una porción de ellas en la vida terrenal y vivimos fielmente para que algún día se cumplan. Por ejemplo, anhelamos “que la resurrección llegue a todos los hombres” (2 Nefi 9:22), el gozo de llevarle “aun cuando fuere una sola alma” (Doctrina y Convenios 18:15), ser liberados de “un aguijón en [la] carne” (2 Corintios 12:7), un matrimonio y una familia eternos y, finalmente, la exaltación y llegar a ser como nuestros padres celestiales2.

Otras promesas pueden ser pequeñas y sencillas y a veces hasta las damos por sentadas. Esas promesas hacen que el hallar gozo en la vida terrenal sea posible e incluyen cosas como siempre tener el “Espíritu [de Cristo] con [nosotros]” (Doctrina y Convenios 20:77), sabiendo que nos “basta [Su] gracia” (2 Corintios 12:9), experimentando “la paz en este mundo” (Doctrina y Convenios 59:23), y siendo “feli[ces] en cualquier circunstancia”3. Cristo nos promete: “No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros” (Juan 14:18).

Sus promesas son tan infinitas como Su poder y Su amor. Al tomarnos el tiempo para reconocer más plenamente lo que nos ha prometido, podemos aumentar la probabilidad de ver el cumplimiento de más de Sus promesas y, por lo tanto, confiar más en Él como cumplidor de promesas.

2. Reconocer Su mano

Creo que muchas veces en la vida me he centrado tanto en las promesas que me parecen más significativas o en una promesa específica que esperaba que se cumpliera, que pasé por alto lo que el Señor estaba haciendo por mí en el presente. Tendemos a hallar evidencia de cualquier cosa que busquemos. Si procuramos la realización, veremos la compañía del Señor en nuestros días; veremos las puertas que Él nos ha abierto; veremos la “seguridad” (Alma 58:11) que nos transmite.

Una de las formas en las que aprendí a percibir Su compañía provino del presidente Henry B. Eyring, Segundo Consejero de la Primera Presidencia, quien enseñó acerca de llevar un registro diario sobre la forma en que hemos visto la mano de Dios extenderse para bendecirnos cada día4. Es posible que esa reflexión y esos apuntes diarios me hayan cambiado más que cualquier otra cosa. Gracias a eso, comencé a ver que el Señor estaba caminando conmigo cada día y que estaba cumpliendo más promesas de las que me podría haber imaginado.

Vivimos en un mundo donde muchos se centran en lo que les falta en la vida. Demasiados de nosotros comenzamos el día pensando que no somos lo suficientemente buenos y lo terminamos con el sentimiento de que no estamos a la altura. Es posible que sintamos que no tenemos suficiente tiempo, dinero, energía, valor, esperanza, fe, etc. Ese tipo de perspectiva hace que sea muy difícil ver el cumplimiento de promesas.

El himno “As Now We Take the Sacrament” dice: “Contemplamos Tu gracia perdurable, Tu caridad ilimitada”5. Por años, mi preparación para la Santa Cena se centró en los errores que había cometido durante la(s) semana(s) anterior(es) y en las faltas que había demostrado. Todo lo que podía ver era cuán lejos estaba de ser como Cristo. Después de lo que el Espíritu me enseñó mediante esa letra, comencé a centrarme en las formas en que había visto Su “gracia perdurable” y “caridad ilimitada” durante la semana anterior. A medida que reflexionaba, veía el cumplimiento de promesas. Vi que Él había estado conmigo; Él me había consolado, habilitado y fortalecido; Él había guardado Sus promesas.

3. Ayudarle a cumplir Sus promesas a otras personas

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close-up of one person’s hand being held by another person’s hands

Hace una par de Navidades, tuve varias experiencias que profundizaron mi comprensión del deseo de Él de cumplir Sus promesas a Sus hijos. En vez de sentir temor de pasar otra vez las fiestas a solas, decidí que procuraría ser Su instrumento en la manera que Él me necesitara. De manera que a diario le preguntaba quién tenía la necesidad de sentir Su amor ese día y cuál era la mejor forma de compartir ese amor en Su nombre. Por medio del Espíritu Santo fui testigo de milagros y sentí el gozo de ser un instrumento en Sus manos para cumplir algunas promesas pequeñas y sencillas. Sigo orando todos los días para ser un instrumento para Él.

Cuando escogemos confiar en Dios y vivir “como si” las promesas ya se hubieran cumplido, hallamos fortaleza para levantarnos, vivir fielmente y esperar con paciencia aun cuando sintamos que es difícil hacerlo. Como Sara, escogemos “[considerar] que era fiel el que lo había prometido” (Hebreos 11:11). Al igual que Abraham, procuramos no “[dudar] de la promesa de Dios” (Romanos 4:20), mientras “[creemos] en esperanza contra esperanza” (Romanos 4:18).

Vivir “como si” será diferente para cada persona. Para mí, significa arrepentirme pronto y de manera regular, confiando en que mis esfuerzos me están ayudando a llegar a ser más como Él. Guardo los convenios que ya he hecho, sabiendo que las elecciones que haga ahora bendecirán a mi esposo y a mi familia. Ruego por fortaleza para “no… desmayar” (Doctrina y Convenios 19:18) por causa de la soledad, y busco oportunidades para edificar a los demás. Ahora creo un hogar donde me sentiría bien criando hijos.

El confiar en Sus promesas no es siempre una opción fácil. El esperar en el Señor requiere de una fe en Jesucristo que a veces puede hacernos sentir que es casi más de lo que podemos sobrellevar. Además, Alma testificó: “Él cumplirá todas las promesas que [nos] haga, pues ha cumplido sus promesas que él ha hecho a nuestros padres” (Alma 37:17). Las promesas de Dios son seguras y sé que el Salvador brindará toda la ayuda y todo el apoyo que necesitamos al procurar conocer a nuestro Padre Celestial y confiar en Él, quien cumplirá “su palabra en cada detalle” (Alma 25:17). Porque en verdad “no hay Dios como tú, ni arriba en los cielos ni abajo en la tierra, que guardas el convenio y la misericordia a tus siervos que andan delante de ti con todo su corazón” (1 Reyes 8:23).

Notas

  1. Neal A. Maxwell “Afanaos… por la vida del alma”, Liahona, mayo de 2003, pág. 70.

  2. Véanse Doctrina y Convenios 132:20; Temas del Evangelio, “Madre Celestial”, topics.ChurchofJesusChrist.org.

  3. Eliza R. Snow, citada en Russell M. Nelson, “El gozo y la supervivencia espiritual”, Liahona, noviembre de 2016, pág. 82.

  4. Véase Henry B. Eyring, “¡Oh, recordad, recordad”, Liahona, noviembre de 2007, págs. 66–69.

  5. “As Now We Take the Sacrament”, Hymns, nro. 169.