2022
Cómo ayudar a los niños y a los jóvenes a desarrollar una actitud de progreso
Febrero de 2022


Solo para versión digital

Cómo ayudar a los niños y a los jóvenes a desarrollar una actitud de progreso

¿Cómo ayudamos a nuestros hijos a aprender, crecer y llegar a ser más semejantes a Cristo, siendo al mismo tiempo lo suficientemente flexibles como para aprender de los fracasos a lo largo del camino?

Imagen
Padre e hija chocan los cinco

En el programa Niños y Jóvenes, se insta a las personas a buscar revelación personal al hacer planes para crecer espiritual, social, física e intelectualmente y llegar a ser más como Jesucristo. Los padres proporcionan una red de contención clave para sus hijos en tales esfuerzos.

A veces nos entusiasma la idea de alcanzar metas y ayudar a nuestros hijos a hacer lo mismo, pero cuando las cosas se complican, cuando nosotros o nuestros hijos perdemos la motivación, o cuando las circunstancias no nos ayudan a establecer metas, tal vez pensemos: ¿Por qué molestarnos en fijar metas si no vamos a alcanzarlas de todos modos?

Una capacidad clave que podemos enseñar a nuestros hijos es ver las metas con una actitud de progreso1: tener la perspectiva que aprenderemos del esfuerzo, de la lucha e incluso de los errores.

¿Qué sucede si nuestros hijos afrontan obstáculos al esforzarse por alcanzar sus metas?

Los obstáculos son naturales (véase 2 Nefi 2:11). Además de hablar con nuestros hijos sobre los aspectos más destacados del proceso de alcanzar metas, podemos hablar de lo “menos destacado” del trayecto. A veces, cuando los niños y los jóvenes hablan del éxito, olvidan que el proceso incluye momentos difíciles de problemas a fin de progresar.

Hace poco, Jessica habló con un joven adulto que se sentía desanimado por algunos contratiempos y le preocupaba saber cómo proceder; se comparaba con alguien a quien admiraba. Jessica le recordó que todas las personas tienen altibajos en su trayecto, incluso aquellos a quienes admiramos. Luego le expresó fe en que superaría los desafíos y alcanzaría sus metas.

¿Cómo ayudamos a los niños cuando tienen un sentido poco saludable del perfeccionismo?

Esforzarse por lograr el progreso eterno requiere una actitud de progreso. Con demasiada frecuencia, las personas pierden la perspectiva y sienten la presión de las expectativas de los demás y de su propio deseo de aparentar que lo tienen todo bajo control. Esa forma de perfeccionismo se interpone en el camino del establecimiento de metas y, en última instancia, del progreso, afectando tanto a los padres como a los hijos.

El élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, reconoció que cuando consideramos el mandamiento de ser perfectos (véase Mateo 5:48) con una perspectiva incompleta “queremos volver a la cama y cubrirnos hasta la cabeza”. Alentó tener una perspectiva a largo plazo, confiando en el Padre Celestial y en Jesucristo a lo largo del camino. El élder Holland nos recordó: “Con la excepción de Jesús, no ha habido comportamientos perfectos en este viaje terrenal en el que estamos embarcados; así que, mientras estemos en la tierra procuremos mejorar de forma continua sin obsesionarnos con lo que los científicos de la conducta llaman el ‘perfeccionismo tóxico’”2. El plan del Padre Celestial incluye la oportunidad de que aprendamos de los errores y venzamos el pecado por medio de Jesucristo para crecer y llegar a ser como Él (véase Alma 42:4, 13–15).

Si los niños y los jóvenes aprenden a confiar en el Padre Celestial y en el Salvador en todos los aspectos de su vida, tienen más probabilidades de desarrollar sus propios talentos divinamente otorgados. El establecimiento de metas nos permite abandonar nuestra zona de confort. Ese crecimiento es parte del plan que el Padre Celestial tiene para nosotros.

Como enseñó el presidente M. Russell Ballard, Presidente en Funciones del Cuórum de los Doce Apóstoles: “El plan de nuestro amado Padre Celestial incluye darnos una existencia física de crecimiento, progreso y aprendizaje mediante la cual podamos llegar a ser más como Él”3. Buscar ese crecimiento significa que a veces no lograremos lo que deseábamos lograr o que puede ser necesario probar varios métodos para tener éxito. Debemos crecer “línea por línea” (Doctrina y Convenios 98:12), pero no tenemos que transitar ese proceso de crecimiento solos.

Gracias a nuestro Salvador —que nos dio el modelo que debemos seguir— y a Su expiación, podemos recibir un poder que nos permite, por medio de Él, lograr más de lo que podríamos lograr por nuestra cuenta. A través de la gracia, el “medio divino de ayuda o fortaleza dado por medio de la generosa misericordia y el amor de Jesucristo”, podemos recibir fortaleza y ayuda para hacer buenas obras que de otro modo no [seríamos] capaces de hacer por [nuestros] propios medios”4.

Cuando los niños aprenden a confiar en que Salvador los ayude a crecer mediante experiencias pequeñas y sencillas al fijar sus metas, cultivan hábitos que les ayudarán en experiencias más difíciles de la vida y también cuando necesiten arrepentirse de sus pecados. Sabrán cómo acudir a su Padre Celestial y al Salvador en busca de ayuda (véase Alma 37:6–7, 36–37).

¿Cómo ayudamos a nuestros hijos a resolver las dificultades del proceso de aprendizaje y crecimiento y a ser al mismo tiempo lo suficientemente flexibles como para aprender del fracaso a lo largo del camino?

Una de las estrategias consiste en un concepto llamado andamiaje5. Cuando se construye un edificio, los andamios proporcionan una estructura provisional que los constructores pueden utilizar para alcanzar nuevas alturas y completar los proyectos. Del mismo modo, podemos ayudar a proporcionar andamios para que los niños los utilicen en su desarrollo personal a medida al cultivar nuevas habilidades para lograr otras que excedan las actuales. Dicho andamiaje es parte de cómo podemos ayudar a “instru[ir] al niño en su camino” (Proverbios 22:6). A continuación se presentan algunos principios útiles para el andamiaje del desarrollo personal de sus hijos:

  • Los nuevos comienzos (por ejemplo, el comienzo del año escolar, los cumpleaños o el año nuevo) son momentos excelentes para establecer metas, porque nos sentimos más motivados.

  • Mientras que las pequeñas recompensas, como los cumplidos o los abrazos, pueden ayudar a nuestros hijos a convertir sus planes en buenos hábitos, las grandes recompensas, como recibir algo costoso por obtener buenas calificaciones, menoscaban el valor intrínseco del trabajo arduo6. Queremos que los niños y los jóvenes interioricen las lecciones y el crecimiento espiritual que experimentan —cómo se acercan más al Padre Celestial y a Jesucristo, y cómo desarrollan más habilidades para servir a los demás como Ellos lo hacen— en lugar de buscar recompensas externas.

  • Dividir las metas grandes en partes pequeñas es menos abrumador y es más probable cumplirlas.

  • El principio de Ricitos de Oro resulta de ayuda: las metas no deben ser demasiado fáciles ni demasiado difíciles. Queremos que nuestros niños y jóvenes se esfuercen lo suficiente para crecer, pero no tanto como para que sientan frustración y se den por vencidos7.

  • Los niños aprenden del ejemplo, por lo que establecer nuestras propias metas como padres y compartir con ellos el progreso que logremos es una excelente manera de enseñar a fijar metas.

  • Fijar un momento determinado con regularidad para revisar las metas en familia o en conversaciones individuales puede ayudar a mantenerse centrado en las metas.

  • Recordarse mutuamente el valor intrínseco, independientemente del éxito, también brinda perspectiva.

¿Y si nuestros hijos no se trazan ni fijan metas en absoluto?

Podemos ayudar a los niños y jóvenes a pensar adónde quieren llegar en el futuro desde la curiosidad. Por ejemplo, los padres podrían preguntar: “¿Qué esperas lograr este año en la escuela?” y luego ayudarles a dar pasos sencillos hacia sus metas a largo plazo. El presidente Ballard enseñó: “A lo largo de los años, he observado que aquellos que logran más en este mundo son aquellos que tienen un panorama de su vida, con metas para mantenerlos centrados en ese panorama, y planes prácticos para saber cómo lograrlas. Cuando una persona sabe adónde se dirige y cómo espera llegar a su destino le proporciona significado, propósito y logro a su vida”8.

Otra estrategia es ayudarles a descubrir los intereses y dones únicos que el Padre Celestial les ha dado (véanse 1 Corintios 12:4–31; Moroni 10:8–18; Doctrina y Convenios 46:8–26). Algunos tal vez se entusiasmen con los caballos; a otros quizás les guste el fútbol, la música, el teatro o el medio ambiente. Algunos niños o jóvenes podrían animarse al pensar en alguien a quien admiran en el barrio, en su familia o en una profesión a la que quieran dedicarse.

Hablar con ellos sobre los pasos que usted dio para lograr el éxito y cómo logró superar las desilusiones puede ser de gran ayuda. Al apoyar sus intereses, tenemos la oportunidad de enseñarles a establecer metas y ayudarles a entender que el Padre Celestial y Jesucristo están interesados en ayudarles a desarrollarse en todos los aspectos de su vida.

Notas

  1. Véase Carol S. Dweck, Mindset: The New Psychology of Success, 2006.

  2. Jeffrey R. Holland, “Sed, pues, vosotros perfectos… con el tiempo”, Liahona, noviembre de 2017, págs. 40, 42.

  3. M. Russell Ballard, “Volver y recibir”, Liahona, mayo de 2017, pág. 63.

  4. Bible Dictionary [en inglés], “Grace” [gracia].

  5. Esta teoría sobre el crecimiento de los niños se describe en Brian J. Reiser e Iris Tabak, “Scaffolding”, en The Cambridge Handbook of the Learning Sciences, 2da. ed., ed. por R. Keith Sawyer, 2014, págs. 44–62.

  6. Véase Richard M. Ryan y Edward L. Deci, “Self-Determination Theory and the Facilitation of Intrinsic Motivation, Social Development, and Well-Being”, American Psychologist, tomo LV, nro. 1, enero de 2000, págs. 68–78.

  7. Véase Frédéric N. Brière et al, “Depressive and Anxious Symptoms and the Risk of Secondary School Non-Completion”, The British Journal of Psychiatry, tomo CXI, nro. 3, septiembre de 2017, págs. 163–168.

  8. M. Russell Ballard, “Volver y recibir”, pág. 62.