2022
El mandato del Señor: “Buscad conocimiento”
Febrero de 2022


Jóvenes adultos

El mandato del Señor: “Buscad conocimiento”

El obtener una educación académica no es solo una buena idea para nuestro futuro, sino que también es un mandamiento del Señor.

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young adult woman

Fotografía por Robyn Jones

En el Antiguo Testamento, Ana nos dice que “Jehová es el Dios de todo saber” (1 Samuel 2:3); y la revelación moderna nos muestra que eso sigue siendo verdad en la actualidad. El Señor nos ha dado la instrucción: “… buscad palabras de sabiduría de los mejores libros; buscad conocimiento, tanto por el estudio como por la fe” (Doctrina y Convenios 88:118).

No obstante, cuando hablamos de buscar conocimiento o sabiduría, no nos referimos tan solo a la clase de educación que se recibe en una carrera universitaria (aunque también abarca esa formación); ¡se trata de mucho más que eso! La búsqueda de conocimiento incluye la educación formal, otras capacitaciones especializadas, el aprendizaje del Evangelio y el aprendizaje informal.

Hay una razón por la que la Iglesia tiene universidades, patrocina un programa de educación superior en internet (BYU–Pathway Worldwide) y tiene un programa de aprendizaje del Evangelio para los jóvenes adultos (Instituto de religión); se debe a que, como explica el élder Dieter F. Uchtdorf, del Cuórum de los Doce Apóstoles, “[p]ara los miembros de la Iglesia, la educación no es simplemente una buena idea, sino un mandamiento”1.

El aprendizaje secular: Estar “prepar[ados] en todas las cosas”

Desde los primeros días de la Iglesia, el instruirse ha sido una gran prioridad. Cuando los santos se establecieron en Kirtland, Ohio, en la década de 1830, fundaron instituciones educativas como la Escuela de los Profetas (que se usaba principalmente para preparar misioneros), la Escuela para los Élderes, la escuela de hebreo, una escuela secundaria y, sobre todo, el Templo de Kirtland, cuyo propósito era ser “una casa de instrucción” (Doctrina y Convenios 109:8). Más adelante, en Nauvoo, establecieron la Universidad de la Ciudad de Nauvoo, el Seminario de Nauvoo y escuelas privadas y públicas. Creían firmemente que “obtener conocimiento, tanto el secular como el sagrado, era una noble empresa”2.

Conforme se mudaban al oeste, los santos continuaron edificando escuelas o academias en sus asentamientos, pero estaban tan ansiosos por aprender que impartían clases en las casas de la gente, en tiendas de campaña o incluso al aire libre. El presidente George A. Smith (1817–1875), Primer Consejero de la Primera Presidencia, escribió cómo los primeros colonos del condado de Iron, Utah, se reunían alrededor de fogatas bajo las heladas temperaturas de febrero para oír sus lecciones de gramática inglesa, mientras se pasaban entre ellos un libro de gramática, pues era el único que tenían3.

Como miembros de la Iglesia, tenemos el legado de esa clase de entusiasmo por aprender. Los profetas y otros líderes de la Iglesia nos han alentado continuamente a procurar formación académica. El presidente Russell M. Nelson ha enseñado:

“Por el carácter sagrado que tiene para nosotros el intelecto humano, consideramos que el obtener una educación académica es una responsabilidad religiosa […].

“Así que mi consejo […] [es] que continúen su educación, estén donde estén, sean cuales sean sus intereses y oportunidades, decidan lo que decidan en cuanto a cuál será la mejor forma de servir a su familia y a la sociedad”4.

Hay muchas razones para procurar instruirse: nos ayuda a entender más sobre las personas y el mundo que nos rodea; y nos permitirá enseñar a nuestros hijos, servir en la Iglesia y en la comunidad, y proveer de lo necesario para nosotros mismos y para nuestra familia. Tal como el presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008) enseñó:

“[H]an recibido el mandamiento del Señor de educar sus mentes, sus corazones y sus manos. El Señor ha dicho: ‘Enseñaos diligentemente […] de cosas tanto en el cielo como en la tierra […], cosas que existen en el país, cosas que existen en el extranjero; las guerras y perplejidades de las naciones, y los juicios que se ciernen sobre el país; y también el conocimiento de los países y de los reinos’ (Doctrina y Convenios 88:78–80).

“[El Señor] desea que capaciten sus mentes y sus manos para que lleguen a ser una influencia para bien al seguir adelante con su vida […]. La instrucción que reciban fortalecerá su servicio en la Iglesia”5.

El aprendizaje espiritual: “cono[cer] los misterios y las cosas apacibles”

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young man reading the scriptures

Aunque la instrucción en el salón de clases es importante, nuestra educación espiritual es aun más vital para nuestra travesía en la vida terrenal.

Cuando prestaba servicio como comisionado del Sistema Educativo de la Iglesia, el élder Kim B. Clark, Setenta Autoridad General emérita, dijo:

“… el conocimiento más importante que necesitan adquirir es el conocimiento de las cosas de Dios […].

“Poner el conocimiento espiritual en primer lugar en su mente y en su corazón asegura que confiarán en el Señor y en el Espíritu Santo en su aprendizaje, que todo lo que estudien lo verán a la luz de Su evangelio, y que continuarán aprendiendo profundamente a lo largo de su vida”6.

Hoy en día tenemos muchos recursos disponibles para ayudarnos en nuestros esfuerzos por aprender el Evangelio. No solo tenemos al alcance las Escrituras y las palabras de los profetas vivientes, sino que también tenemos Ven, sígueme, la conferencia general, las clases de la Escuela Dominical y la noche de hogar, todo lo cual ofrece oportunidades para aprender el Evangelio con regularidad. Los sagrados templos también tienen por objetivo el instruirnos en las vías de Dios.

Los jóvenes adultos además pueden aprovechar el programa del Instituto de religión de la Iglesia, que incluye cursos sobre todo, desde las Escrituras, pasando por la historia de la Iglesia, hasta ayuda para llevar una vida productiva. La participación en Instituto puede ayudarte a llegar a ser bien versado en las Escrituras, darte oportunidades de hacer amigos y, si además eres alumno de nivel terciario o universitario, brinda equilibrio a tu aprendizaje secular.

A medida que demos prioridad al aprendizaje espiritual en nuestra vida, seremos bendecidos con “revelación tras revelación, conocimiento sobre conocimiento, a fin de que [podamos] cono[cer] los misterios y las cosas apacibles, aquello que trae gozo, aquello que trae la vida eterna” (véase Doctrina y Convenios 42:61).

“Cono[cer] a […] Dios […] y a Jesucristo”

En todo nuestro aprendizaje, ya sea secular o espiritual, hay un conocimiento que debemos buscar por encima de todo lo demás. El élder Michael John U. Teh, de los Setenta, enseñó: “[D]ebemos reconocer que conocer al Salvador es el esfuerzo más importante de nuestra vida y que debe tener prioridad sobre cualquier otra cosa”7.

Las Escrituras enseñan lo mismo:

“[C]reced en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pedro 3:18).

El “conocimiento verdadero […] es el conocimiento de su Redentor” (Helamán 15:13).

“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3).

A medida que apartemos tiempo para llegar a conocer verdaderamente al Padre Celestial y a Jesucristo, seremos más capaces de ser más semejantes a Ellos; y el hacerlo también nos ayudará a hallar sentido y propósito a lo largo de la vida. El presidente Spencer W. Kimball (1895–1985) explicó: “De todos los tesoros de conocimiento, el más verdaderamente vital es el conocimiento de Dios, de Su existencia, Sus poderes, Su amor y Sus promesas”8.

El aprendizaje de por vida

Como jóvenes adultos, debemos procurar y aprovechar toda oportunidad de buscar conocimiento y obtener educación académica, tanto en los estudios como en el Evangelio. Al comparar la formación académica con estar preparados con aceite en nuestras lámparas (véase Mateo 25:1–13), la hermana Mary N. Cook, quien fue Primera Consejera de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes, enseñó: “El momento para que sean diligentes en aumentar su conocimiento espiritual, gota a gota, mediante la oración, el estudio de las Escrituras y la obediencia es ahora. El momento de estudiar, gota a gota, es ahora”9.

Recuerda que el Padre Celestial nos ha mandado buscar conocimiento, y el ser capaz de aprender es un verdadero don de Él. Si la educación formal parece un poco fuera de alcance, puedes orar para pedir guía y dirección.

El aprendizaje de por vida puede ser uno de los aspectos más gratificantes de nuestra vida. Si invertimos en nuestro aprendizaje ahora, cultivaremos un modelo de aprendizaje de por vida que nos ayudará a llegar a ser mejores padres para nuestros hijos, mejores empleados para nuestros empleadores, mejores ciudadanos de nuestra comunidad, mejores siervos de nuestros semejantes y mejores discípulos de Cristo.

Notas

  1. Dieter F. Uchtdorf, “Dos principios para cualquier economía”, Liahona, noviembre de 2009, pág. 57.

  2. Véase By Study and Also by Faith: One Hundred Years of Seminaries and Institutes of Religion, 2015, págs. 2–3, 5–6.

  3. Véase George A. Smith, Journal, Dec. 1850–Apr. 1851, Mar. 3, 1851, en George A. Smith Papers, 1834–1877, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City.

  4. Russell M. Nelson, “¿Dónde se halla la sabiduría?”, Liahona, enero de 1993, pág. 6.

  5. Gordon B. Hinckley, “Seek Learning”, New Era, septiembre de 2007, pág. 4.

  6. Kim B. Clark, “El aprendizaje para toda el alma”, Liahona, agosto de 2017, pág. 34.

  7. Michael John U. Teh, “Nuestro Salvador personal”, Liahona, mayo de 2021, pág. 99.

  8. Spencer W. Kimball, “Seek Learning, Even by Study and Also by Faith”, Ensign, septiembre de 1983, pág. 5.

  9. Mary N. Cook, “Busquen conocimiento: Tienen una obra que realizar”, Liahona, mayo de 2012, pág. 122