2010
La obediencia brinda bendiciones
Agosto de 2010


La obediencia brinda bendiciones

Te Kuang Ko, Taiwán

Tras haber investigado la Iglesia durante dos meses, los misioneros me enseñaron la ley del diezmo y me invitaron a pagarlo una vez que me uniera a la Iglesia. Me parecía imposible con mis escasos ingresos, pero terminamos la charla antes de que pudiera decirles cómo me sentía.

Aquel domingo en la Iglesia, el presidente de la rama vino a saludarme. Le pregunté acerca del diezmo y él prometió que se reuniría conmigo en privado una vez terminadas todas las reuniones.

Cuando nos reunimos, le expliqué: “Los misioneros me han dicho que debo pagar una décima parte de mis ingresos a la Iglesia cuando sea miembro. No sé si pueda hacerlo”.

Tras escuchar mi inquietud, el presidente abrió el Libro de Mormón, buscó 3 Nefi 24:10, y leyó: “Traed todos los diezmos al alfolí… y probadme ahora en esto, dice el Señor de los Ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros una bendición tal que no haya donde contenerla”. Después agregó: “Hermano Ko, fíjese bien en que el Señor dijo: ‘Probadme ahora en esto’. Ésa es la invitación que le extiende a usted. ¿Por qué no le pone a prueba pagando el diezmo antes que nada el próximo mes y observa si no le bendice?”.

Poco después, comencé mi experimento con el diezmo y me uní a la Iglesia. Desde ese momento, he asimilado un nuevo concepto de la gestión del dinero; pero por encima de todo, he comprobado por mí mismo que Dios ha derramado una bendición, y que no ha habido donde contenerla. He aprendido que debemos guardar los mandamientos de Dios antes de poder aspirar a recibir Sus bendiciones.