2010
Por medio de cosas pequeñas y sencillas
Agosto de 2010


Por medio de cosas pequeñas y sencillas

Imagen
Elaine S. Dalton

Cuando pienso en las experiencias de mi juventud, pienso en la acumulación de las cosas pequeñas y sencillas que fortalecieron mi testimonio (véase Alma 37:6–7). El barrio de mi juventud era como una gran familia. Cuando hacíamos una cena de barrio, todos asistían. Cada vez que la Sociedad de Socorro realizaba una venta para recabar fondos o la Primaria un desfile, todos asistían. Nuestro barrio era nuestra vida social.

Al recordar mi primer espectáculo de teatro ambulante, recuerdo vívidamente los ensayos, realizados temprano por la mañana; las oraciones; las conversaciones con otras personas mientras aguardábamos para interpretar nuestros papeles; y la camaradería que sentíamos al pintar el escenario, ensayar y aprender juntos. Fue en esos momentos que observé cómo el Evangelio obraba en la vida real de personas reales. Vi cómo las asesoras resolvían problemas, cómo los líderes reaccionaban bajo presión, cómo los cónyuges se relacionaban entre sí, y tomé decisiones en silencio en cuanto a vivir los principios que se me enseñaban los domingos. Sentí el Espíritu al orar por milagros, tales como el recordar nuestro papel o la salud de uno de los jóvenes.

No recuerdo la letra de mi papel en ese espectáculo de teatro ambulante, ni tampoco recuerdo todos los demás detalles. No obstante, recuerdo cómo me sentí cuando lo interpretamos y miré el rostro de los miembros de mi barrio y vi su aprobación y percibí su amor.