Solo para la versión digital: Voces de los jóvenes
Cristo me salvó cuando me estaba ahogando
He sido nadadora de competición durante unos cinco años. Durante una temporada, mi entrenador y yo nos dimos cuenta de que estaba progresando lo suficiente como para nadar en el primer equipo (avanzado), pero sabía que los horarios de entrenamiento del primer equipo se solapaban con los de Seminario presencial, uno de mis lugares favoritos para comenzar las mañanas y una manera fundamental en que me estaba acercando más a Cristo.
Realmente me costó tomar esa decisión. Al orar al respecto, sentí la impresión de que unirme al primer equipo era algo que Dios quería que hiciera. Actué con fe y me preparé para comenzar a nadar en el primer equipo y a tomar Seminario en línea.
Ahogarse en la oscuridad
Despertarme temprano para asistir a Seminario matutino rara vez había sido difícil para mí. Aunque estaba cansada, sabía que me dirigía a un lugar de paz y aprendizaje, pero despertarme sobre las 4:45 de la madrugada para entrenar en natación me hizo sentirme aislada y en la oscuridad. Y los entrenamientos eran más difíciles de lo que había experimentado.
En ese momento, recordé un discurso del presidente Russell M. Nelson que me había encantado. Una cita del discurso me llamó la atención:
“Cuando procuren el poder del Señor en su vida con la misma intensidad que tiene uno que se está ahogando y lucha por respirar, el poder proveniente de Jesucristo será de ustedes. Cuando el Salvador sepa que ustedes realmente desean acudir a Él —cuando Él pueda sentir que el mayor deseo de sus corazones es obtener el poder de Él en sus vidas—, serán guiados por el Espíritu Santo para saber exactamente lo que deben hacer.
“Cuando se estiren espiritualmente más allá de lo que jamás se hayan esforzado, entonces Su poder se derramará sobre ustedes”.
Al reflexionar sobre esta cita, llegué a comprender a un nivel más profundo lo que se sentía al ahogarse. Por un lado, a veces sentía que me estaba ahogando de verdad. Mi cuerpo se estaba esforzando al máximo en el agua, y a menudo me quedaba sin aire, literalmente. También sentía que me ahogaba en la oscuridad y el aislamiento. Necesitaba desesperadamente aire y que me salvaran.
Acudir a Cristo
Para mostrar al Padre Celestial y al Salvador que deseaba acercarme a Ellos, me concentré en pasar a la acción. Asistí al templo, estudié las Escrituras a diario, participé en Seminario en línea y oré para pedir ayuda y tener una actitud positiva.
Al recordar esa época tan difícil, puedo testificar que “Su poder se derram[ó] sobre [mí]”. Jesucristo me fortaleció y me dio poder. A veces me resultaba difícil verlo en el momento, pero cuando miro hacia atrás y oro para ver cómo he progresado, veo la mano del Salvador en mi vida. ¡Sé que Él vive y que me ama! Gracias a Él, todo es posible cuando creemos.
Sarah R., 16 años, Texas, EE. UU.
Le encanta cantar, escuchar pódcast, nadar y estudiar las Escrituras.