Para la Fortaleza de la Juventud
Tesoros escondidos
Para la Fortaleza de la Juventud, junio de 2025


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Doctrina y Convenios 58, 6062

Tesoros escondidos

Profundiza un poco más en las Escrituras.

una joven y un joven

Ilustración por Camdyn Miller

¿Cuán grandiosa puede ser la eternidad? Ni siquiera te lo puedes imaginar.

Doctrina y Convenios 58

Los primeros santos sabían que iban a enfrentar pruebas; sin embargo, el Salvador prometió a los obedientes y fieles que esos desafíos serían superados con creces por las recompensas.

“Por lo pronto no podéis ver con vuestros ojos naturales el designio de vuestro Dios concerniente a las cosas que vendrán más adelante, ni la gloria que seguirá después de mucha tribulación” (Doctrina y Convenios 58:3).

¡Es una promesa impresionante!

El apóstol Pablo dijo algo similar: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido al corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para aquellos que le aman” (1 Corintios 2:9).

En otras palabras: ¡las bendiciones que nos esperan en la eternidad por ser fieles a Dios serán tan grandiosas que no podemos ni imaginarlas! Así que no te preocupes por los detalles: sean cuales sean, seremos felices.

A veces el Señor nos permite decidir.

Doctrina y Convenios 60–62

A menudo, Dios nos da margen de acción sobre cómo lo obedecemos. Aquí tienes algunos ejemplos:

  • En Doctrina y Convenios 60:5, el Señor manda a algunos de los primeros santos que vayan “con presteza” a St. Louis, pero también dice que “es igual” si construyen un barco o compran uno.

  • En 61:22, después de haber dicho a los hermanos que no viajaran por agua por el momento, el Señor les dice que “después de un corto tiempo” podrán elegir si quieren ir por agua o por tierra, “según su criterio”.

  • En 61:35, el Señor dice que esos hombres pueden “viaj[ar] juntos [en un solo grupo], o de dos en dos, como les parezca mejor”, pero agrega que, en todo caso, quiere que Reynolds Cahoon y Samuel H. Smith sean compañeros.

El Señor no debería tener que mandarnos en cada cosa pequeña (véase Doctrina y Convenios 58:26–27). Cuando no se dan instrucciones específicas, usamos el sentido común y nuestra intuición espiritual, siguiendo el principio que se encuentra en Doctrina y Convenios 62:8: “Queda en vosotros hacer estas cosas según vuestro juicio y las indicaciones del Espíritu”.