En las Escrituras se habla de las almas en tres sentidos: (1) refiriéndose a los seres espirituales, tanto antes de nacer como después de morir (Alma 40:11–14; Abr. 3:23), (2) hablando del espíritu y el cuerpo mortal, unidos en la vida terrenal (DyC 88:15; Abr. 5:7) y (3) cuando se trata de un ser inmortal y resucitado cuyo espíritu y cuerpo se han unido inseparablemente (2 Ne. 9:13; DyC 88:15–16).
El valor de las almas
Todos los seres humanos son hijos espirituales de Dios, quien se interesa en cada uno de ellos y considera importante a cada uno. Por ser Sus hijos, tienen el potencial de llegar a ser como Él. Por consiguiente, grande es el valor de ellos.