El tercer miembro de la Trinidad (1 Juan 5:7; DyC 20:28); personaje de espíritu que no posee un cuerpo de carne y huesos (DyC 130:22). Con frecuencia se hace referencia al Espíritu Santo llamándolo el Espíritu, o el Espíritu de Dios.
El Espíritu Santo desempeña varias funciones vitales en el plan de salvación: (1) Da testimonio del Padre y del Hijo (1 Cor. 12:3; 3 Ne. 28:11; Éter 12:41); (2) Revela la verdad de todas las cosas (Juan 14:26; 16:13; Moro. 10:5; DyC 39:6); (3) Santifica a los que se arrepienten y se bautizan (Juan 3:5; 3 Ne. 27:20; Moisés 6:64–68); (4) Es el Santo Espíritu de la promesa (DyC 76:50–53; 132:7, 18–19, 26).
El poder del Espíritu Santo puede descender sobre una persona antes del bautismo y dar testimonio de que el Evangelio es verdadero, pero el derecho de tener, cuando se es digno, la compañía constante del Espíritu Santo es un don que se puede recibir solamente mediante la imposición de manos de un poseedor del Sacerdocio de Melquisedec y después de haber recibido el bautismo autorizado en la verdadera Iglesia de Jesucristo.