2021
La Apostasía y la Restauración
Octubre de 2021


Sección doctrinal

La Apostasía y la Restauración

Quien no haya sufrido la Apostasía, ¿puede valorar debidamente la restauración del Evangelio? Si no conocemos la importancia y trascendencia de los principios del Evangelio que se perdieron, ¿podemos comprender la necesidad de que hubiera una Restauración?

El profeta Amós profetizó lo siguiente: “He aquí, vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra; no hambre de pan ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová” (Amós 8:11). Y yo pregunto, “Quien no haya sentido hambre de oír la palabra de Jehová, ¿puede realmente saborear la delicia del Evangelio restaurado?

Nefi empieza su salmo, diciendo: “Mi alma se deleita en las Escrituras, y mi corazón las medita”. Y repite: “Mi alma se deleita en las cosas del Señor, y mi corazón medita continuamente en las cosas que he visto y oído” (2 Nefi 4:15−16). ¿Podemos encontrar las cosas de Dios si no las meditamos y nos deleitamos en ellas?

Abraham, cuando vivía en la tierra de los caldeos, sintió la necesidad de buscar mayor felicidad, paz y reposo. Y tuvo un profundo anhelo de obtener un gran conocimiento, y ser un seguidor más fiel de la rectitud, guardando los mandamientos de Dios. Sin este anhelo de rectitud y de obtener un mayor conocimiento, ¿podemos salir de la oscuridad de este mundo y encontrar paz, felicidad y reposo en la Restauración? (cfr. Abraham 1:1−2).

Leemos que José Smith, teniendo catorce años de edad, sintió mucha inquietud por la agitación que había entre los grupos cristianos que había donde él vivía, y reflexionaba seriamente sobre lo que enseñaban unos y otros. Deseo saber cuál de ellos representaba a la verdadera iglesia de Jesucristo, para unirse a ella; y, como no sabía a cuál unirse, estudió la Biblia para salir de dudas, y supo que tenía que preguntar a Dios. Y eso fue lo que hizo. Y ya sabemos lo que pasó.

Cuando los misioneros me hablaron de la Restauración del Evangelio, yo era un joven que llevaba sufriendo la Apostasía muchos años: tenía muchas preguntas sin respuesta, y aquello me hizo sufrir mucho durante mi adolescencia. Por eso, cuando los misioneros me enseñaron la primera lección misional, y me hablaron del joven José Smith que a sus catorce años buscaba la verdadera Iglesia de Jesucristo para unirse a ella, me vi identificado con él; y escuché con mucha atención lo que hizo ese joven para encontrar lo que buscaba.

Yo me esforcé por seguir el ejemplo de José Smith: desear conocer la verdad, orar, estudiar las Escrituras, meditar, cumplir fielmente lo que me enseñaban los misioneros… Y, poco a poco, sentí que había encontrado lo que había estado buscando.

Lo que más me hizo sufrir en mis años de búsqueda fue el plan de salvación que me enseñaron durante años en mi iglesia anterior, porque para mí era un plan de condenación, más que de salvación. Por eso, porque sufrí aquel plan de condenación, fui capaz de valorar el Plan de Salvación que se había restaurado. Y así con los demás principios del Evangelio Restaurado: cuanto más me interesaba un principio, más preparado estaba para recibirlo y aceptarlo.

Y ese es el modelo que me he esforzado por seguir todos los años que llevo en la Iglesia, y es el que creo que deberíamos seguir, si de verdad queremos convertirnos a la Restauración: saber qué se perdió con la Apostasía, entender la importancia de lo perdido, valorar debidamente su restauración y convertirlo en parte de nuestra vida.