2021
Los convenios pueden transformar nuestras relaciones
Octubre de 2021


Jóvenes adultos

Los convenios pueden transformar nuestras relaciones

La autora vive en Utah, EE. UU.

Los convenios pueden darnos poder para amarnos a nosotros mismos, servir a los demás y volver a nuestro Padre Celestial y al Salvador.

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Boston Massachusetts Temple

Fotografía del Templo de Boston, Massachusetts, por Christina Smith

Cuando era pequeña, me sentía orgullosa de poder definir una palabra tan grande como convenio. Cada vez que surgía el tema en la Iglesia, yo exclamaba con orgullo: “¡Un convenio es una promesa entre Dios y yo!”.

Al crecer, hice convenios a través del bautismo y en el templo, y mi definición seguía siendo casi la misma. Veía los convenios como un conjunto de reglas que debía seguir, y luego Dios cumpliría Su parte del trato concediéndome las bendiciones prometidas.

Para mí, los convenios parecían ser algo que había que tachar de una lista de tareas de la vida. Podía ver cómo otras prácticas del Evangelio, como la oración y el ayuno, tenían que ver con desarrollar una relación con el Padre Celestial, pero los convenios parecían tener que ver con las reglas del Padre Celestial.

Bueno, resulta que la definición que hice en mi infancia era un buen comienzo, pero necesitaba algunas líneas más si quería que los convenios transformaran mi vida de la manera que Dios tenía previsto que lo hicieran.

Rellenar las piezas que faltan

Estas palabras del élder Gerrit W. Gong, del Cuórum de los Doce Apóstoles, fueron un punto de partida útil para mi definición evolutiva de convenio:

“Por convenio divino, pertenecemos a Dios y unos a otros. Pertenecer al convenio es un milagro […].

“No es darnos por vencidos con nosotros mismos, ni con los demás, ni renunciar a Dios”1.

Desde que encontré esa cita, me he dado cuenta de que los convenios tienen un impacto diario en nuestra vida. Cuando realmente vivimos de acuerdo con los convenios que hemos hecho, no renunciamos a nosotros mismos, ni a las personas que nos rodean, ni a Dios. Nuestros convenios nos ayudan a comprender la verdadera naturaleza de nuestras relaciones y nos dan el poder que necesitamos para desarrollarlas.

Los convenios son algo más que seguir reglas; ¡se trata de fortalecer las relaciones!2

Veamos tres relaciones clave en nuestra vida y de qué forma nuestros convenios pueden transformarlas: nuestra relación con nosotros mismos, con los demás y con nuestro Padre Celestial y el Salvador.

Reconocer nuestra identidad eterna

Todos anhelamos un sentido de identidad. Cuando estaba en la escuela secundaria, basé gran parte de mi identidad en mi amor por el baile. Como asistía constantemente a clases de baile y realizaba actuaciones, “bailarina” era una parte fundamental de lo que yo era.

Pero luego me gradué de la escuela secundaria y mi vida me llevó por un camino alejado del baile. Sin este, me faltaba una motivación diaria, y ansiaba volver a sentirme parte de un grupo. Luché con mis sentimientos de desánimo durante semanas mientras trataba de redescubrir quién era y dónde pertenecía. Esa difícil experiencia me enseñó que en tanto que algunas identidades son fugaces, otras pueden enriquecer nuestra vida para siempre.

El élder Gong enseñó:

“Con amor infinito, [Dios] nos invita a venir, creer y pertenecer por convenio.

[…] La antigua paradoja sigue siendo cierta. Al despojarnos del yo mundano por pertenecer al convenio, encontramos y llegamos a ser nuestro mejor yo eterno —libre, vivo, real—”3.

Ser miembro de un grupo de baile fue una experiencia significativa e instructiva, pero centrarme demasiado en mi designación de bailarina me distrajo de mi identidad eterna.

Lo que me ayudó a volver a centrarme en mi identidad eterna fue recordar mis convenios bautismales. Al decidir conformar mi identidad, ante todo, en torno a ser discípula de Jesucristo, encontré la pertenencia que anhelaba.

También me di cuenta de que hacer y guardar convenios sagrados con Dios nos ayuda a mantenernos centrados en Cristo, lo que nos ayudará a sobresalir en todos los aspectos de la vida. Creo que a Cristo le importa mi amor por el baile y me ha ayudado a encontrar el éxito al hacerlo, solo tuve que aprender a no dejar que el baile fuera la base de mi identidad.

Esa trayectoria terrenal será diferente para cada uno, pero guardar los convenios y permanecer en la senda de los convenios puede aportarnos a todos el poder que necesitamos para convertirnos en nuestro mejor yo4.

Profundizar nuestro amor hacia los demás

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two women hugging

Las relaciones afectivas son una de las partes más satisfactorias de la vida, pero también pueden ser difíciles de construir y mantener. A través de nuestros convenios, comprenderemos mejor cómo amar a las personas que nos rodean. El élder Gong dijo: “Al revelarse nuestra verdadera y divina naturaleza mediante los convenios con Dios, aprendemos a ver y amar a nuestros hermanos y hermanas como Él los ama”5.

Los convenios pueden transformar nuestra perspectiva de las relaciones terrenales. Por ejemplo, después de que una amiga mía se bautizara a los cuarenta y tantos años, dijo que tenía una comprensión diferente de su papel como madre. El saber que el Padre Celestial la guiaría por medio del don del Espíritu Santo le dio la seguridad de que podría ayudar a sus hijos a superar sus desafíos individuales.

Ser alguien que guarda sus convenios puede bendecir nuestras relaciones terrenales de muchas maneras, incluyendo las siguientes:

  • Cuando recordamos la naturaleza eterna de los convenios, podemos encontrar mayor esperanza, fortaleza y paciencia en las relaciones difíciles.

  • A medida que mejoramos en el cumplimiento de las promesas, podemos desarrollar un nivel de confianza más profundo en los demás6.

  • “[L]lorar con los que lloran” (Mosíah 18:9) puede ayudarnos a desarrollar sentimientos de cercanía y amor.

  • Cuando reconocemos que todos somos hijos del Padre Celestial, nuestro corazón se llena de amor, incluso por personas totalmente extrañas (véase Doctrina y Convenios 18:10–11).

Esos son solo algunos ejemplos, pero estoy agradecida de que, a medida que guardamos nuestros convenios, el Padre Celestial puede prestarnos poder para desarrollar los atributos y las perspectivas necesarias para establecer relaciones de éxito.

Fortalecer nuestra relación con Dios y Jesucristo

Si bien es cierto que se utilizan las mismas palabras cuando las personas hacen ciertos convenios (como el bautismo y la investidura en el templo), hay dos palabras que se pronunciaron cuando hice esos convenios que los hicieron únicos: Emily Abel. Esas dos palabras convirtieron los convenios universales en mi invitación personal para que Cristo esté presente en mi vida. Gracias a esos convenios, ahora estoy, mediante el poder del sacerdocio, vinculada a Cristo “con lazos de amor”,7 y Él está ahora vinculado a mí. Lo mismo sucede con toda persona que hace convenios.

La doctora Ellie L. Young, profesora adjunta de psicología clínica y educación especial en la Universidad Brigham Young, dijo: “Estar vinculados a Cristo significa que lo conocemos. Sentimos Su amor reconfortante, sentimos Su mano guiadora en nuestra vida”8.

Nuestros convenios tienen que ver, al menos en parte, con aprender a amar a nuestro Padre Celestial y a nuestro Salvador y con aprender a conocer Sus voces (Alma 5:60). Y ver nuestros convenios como parte de una relación personal y en evolución con Ellos es esencial para volver a la senda de los convenios cuando nos desviamos. Cuando hacemos un giro equivocado al tratar de caminar en la senda de los convenios, Ellos nos llaman y nos invitan a regresar. El Padre Celestial y Jesucristo siempre están dispuestos a perdonar cuando deseamos sinceramente acercarnos más a Ellos.

Ahora sé que honrar mis convenios significa tener una firme relación con el Padre Celestial y Jesucristo. Incluso después de cometer un pecado grave, nuestros convenios no se anulan para siempre si nos arrepentimos. Nuestro Padre Celestial y nuestro Salvador nos invitan a venir y comenzar a hacer enmiendas. Como dijo el élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles: “No es posible que se hundan tan profundamente que no los alcance el brillo de la infinita luz de la expiación de Cristo”9.

En un mundo con tanta competencia, estoy agradecida por los convenios que me ayudan a recordar mi valor infinito. En un mundo lleno de relaciones complejas, agradezco que los convenios puedan guiar mis interacciones con los demás. Y en un mundo lleno de desafíos, estoy agradecida por mi Padre Celestial y mi Salvador, que me ayudarán a navegar con seguridad hacia mi hogar.

Notas

  1. Gerrit W. Gong, “El milagro de pertenecer al convenio”, Liahona, febrero de 2019, págs. 28–29.

  2. Véase Gérald Caussé, “Lo importante son las personas”, Liahona, mayo de 2018, pág. 111.

  3. Gerrit W. Gong, “Pertenecer al convenio”, Liahona, noviembre de 2019, pág. 80.

  4. Véase Dieter F. Uchtdorf, “Ustedes son importantes para Él”, Liahona, noviembre de 2011, pág. 22.

  5. Gerrit W. Gong, “El milagro de pertenecer al convenio”, pág. 28.

  6. Véase Ronald A. Rasband, “Ser fieles a nuestras promesas y convenios”, Liahona, noviembre de 2019, págs. 53–56.

  7. “El amor del Salvador”, Himnos, nro. 57.

  8. Ellie L. Young, “The Transformative Power of Covenants” (devocional en la Universidad Brigham Young, 11 de junio de 2019), pág. 2, speeches.byu.edu.

  9. Véase Jeffrey R. Holland, “Los obreros de la viña”, Liahona, mayo de 2012, pág. 33.