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El bautismo de Cristina
Junto a mi hijo León, ministramos a Blanca Rubio, una hermana viuda de nuestro Barrio Alejandro Korn, abogada de profesión, de un espíritu alegre y de gran fe. Ella vive con su madre de 94 años.
Un día, visitándolas, conocimos a su hermana Cristina, quien no era miembro de la Iglesia, pero que ya había leído el Libro de Mormón tres veces. Ella nos pidió si podíamos ofrecerle una bendición de salud. Cristina padecía de un cáncer de lengua y ya le costaba comer y hablar; luego volvió a su casa en Avellaneda, donde vive con su esposo e hija.
Poco tiempo después, Blanca nos solicitó que ubicáramos a los misioneros del barrio de Cristina, pues ella se quería bautizar. Para asegurarme de que los misioneros recibieran la referencia, le pedí al presidente de la Estaca Banfield si podía dársela y así lo hizo. Al otro día los misioneros comenzaron a enseñarle. Uno de ellos fue el élder Mendoza, de Chile. Cristina efectivamente se bautizó un mes después de recibir las lecciones, pero ya no podía hablar, la enfermedad se había agravado y se alimentaba por medio de una sonda.
Dos meses después, el domingo 13 de octubre de 2019, Blanca me llamó por teléfono y durante la llamada me comunicó con su hermana Cristina, diciendo: “Acá está el hermano que te dio la bendición de salud”. Cristina me habló diciendo que se había curado, que ahora su lengua estaba perfecta y que había empezado a comer. La felicité, me alegré con ella; no sabía qué decirle, pero fue un momento lleno del Espíritu.
Blanca luego me comentó que, aunque solo llegó a pesar 44 kilos y tener una sonda en su nariz, jamás había dejado de asistir a la Iglesia.
“¿Qué dicen los médicos?”, le pregunté.
“Bailan”, me respondió.
Y luego agregó: “¡Por supuesto, dicen que ha sido un milagro!”