Solo para la versión digital: Voces de los jóvenes
Solía tener miedo a las jóvenes
Hace unos años, no hablaba con nadie aparte de mi familia, mis cinco o seis amigos cercanos y tal vez algunos conocidos. No tenía amigas mujeres y los amigos que tenía eran muy parecidos a mí. No hablaba con las jóvenes porque tenía miedo de hacerlo, tampoco quería hablar con nadie que fuera diferente a mí. No sabía cómo entablar una conversación si no teníamos intereses en común.
Ese verano, asistí a mi primera conferencia FSY. Traté de no hablar con las jóvenes de mi compañía durante los primeros dos días porque no sabía cómo hacerlo. Pero con el tiempo ellas empezaron a hablar conmigo y a hacerse mis amigas, y me di cuenta de que eran amables.
Al comenzar mi siguiente año en la escuela, sentí “presión social” para asistir a mi primer baile escolar. Invité a una joven con la que había hablado algo un poco antes, en clase. Probablemente apenas sabía quién era yo, pero dijo que iría conmigo. Aquello me obligó a hablar con ella. La verdad es que disfruté de salir en grupo y me hice buen amigo de la joven con la que fui.
Después de eso, me di cuenta de que las jóvenes son personas normales como cualquier otra. Todos los que son diferentes a mí tan solo son otra persona, así como lo soy yo. Todos somos hijos de Dios, así que, ¿por qué habría de evitar a alguien porque su apariencia, su personalidad o sus intereses sean diferentes?
Ahora algunos de mis amigos más cercanos son mujeres, y muchos de mis amigos son completamente diferentes de cualquier persona con la que hubiera creído que pasaría tiempo hace dos años.
Recuerda: todos son diferentes a ti, lo cual es bueno. No te centres solo en las diferencias, sino trata de ser amigo de las personas que te rodean.
Élder Spencer Evans, 18 años, Utah, EE. UU.
Le gusta cantar, escuchar música y hacer reír a los demás.