Para la Fortaleza de la Juventud
Sobrecarga de videojuegos
Para la Fortaleza de la Juventud, agosto de 2025


Sobrecarga de videojuegos

Gracias al ejemplo de mi papá, pude vislumbrar quién es Jesucristo y lo que Él hizo por mí.

hombre joven

Fotografías por Alexandre Borges y por cortesía de Isaac S.

Cuando el COVID-19 llegó a Brasil, comencé a jugar juegos de computadora con mis amigos entre las clases en línea. Al principio jugaba una hora al día pero con el tiempo eso se convirtió en diez horas diarias. Esto continuó durante días y meses.

Usaba la computadora del trabajo de mi padre para jugar, aunque se suponía que no debía usarla para eso, mientras mis padres pensaban que estaba en clase o estudiando. Si bien estaba con amigos en línea, estar solo en la computadora me hacía sentir aislado, cansado y menos feliz.

Chocando contra la realidad

Un día, durante una clase, me llamó un compañero. Nos dimos cuenta de que habíamos jugado los 100 juegos que tenía y queríamos algo nuevo, pero la computadora del trabajo de mi padre tenía una memoria limitada. Cuando intenté instalar un nuevo juego, la computadora colapsó.

Me alarmé, pues tenía miedo de que mis padres se enteraran. Desarmé la computadora pieza por pieza pero no vi ningún problema, así que volví a colocar todo en su lugar e intenté encenderla. Sabía que necesitaba limpiar la computadora, por lo que pasé horas desinstalando juego tras juego; pero nada cambió.

una persona usando un destornillador para reparar una computadora

Más tarde ese día, mi papá tenía que hacer algo de trabajo en su computadora; yo estaba muy nervioso. Después de un rato, me llamó. Allí estaba la computadora frente a él: dañada.

No podía seguir mintiéndole a mi papá, así que confesé lo que había hecho.

Al día siguiente, mi papá se puso a trabajar con la computadora dañada. En lugar de culparme a mí, él asumió la responsabilidad de lo que hice. Nada de aquello era culpa suya, pero eligió perder credibilidad con su jefe y asumir toda la culpa sin que yo se lo pidiera. Eso me partió el corazón.

hombre joven

Correr hacia Cristo

Estaba tan avergonzado por lo que había hecho que me empecé a agobiar mentalmente. No quería despertarme ni tenía valor para hablar con mis padres.

Sin embargo, ese sábado mi padre me despertó alrededor de las cuatro y media de la mañana y me invitó a salir a correr. Mientras corría, me dijo que me había pedido que lo acompañara para que pudiera aprender algo que él nunca quería que olvidara: resiliencia. Me dijo que la resiliencia era la capacidad de resistir o recuperarse rápidamente de las dificultades, de resolver el problema y, después de resolverlo, ponerse de pie y seguir adelante.

un joven y su padre corren

Gracias al ejemplo de mi papá en el trabajo y a lo que me enseñó sobre la resiliencia, pude vislumbrar quién es Jesucristo y lo que hizo por mí. Cristo me dio la oportunidad de ser perdonado de mis pecados. Aprendí que el perdón es un don y que lo que el Salvador espera de mí es que sea resiliente en la senda de la rectitud.

familia

Cambiar mi manera de pensar

Después de correr aquel día, comencé a cambiar mi mentalidad y mis hábitos. Me di cuenta de que hay mucho más en la vida que jugar todo el día.

hombre joven leyendo las Escrituras

Los tres años siguientes fueron difíciles mientras trabajaba en mis nuevos hábitos pero, con ayuda de mis padres, gradualmente comencé a centrarme en mi futuro. También descubrí que tengo talento para la comunicación y que disfruto ayudando a los demás.

hombre joven

En lugar de dedicar todo el tiempo a los videojuegos, empecé a aprender sobre la posibilidad de convertirme en emprendedor. Comencé un canal de Instagram y una página de YouTube, y ahora enseño a las personas lo que he aprendido sobre cómo llegar a ser financieramente exitosos e invertir en nuestra mejor inversión: nosotros mismos.

Jesucristo

A través de todas esas experiencias, vi la mano del Señor muchas veces, en especial al encontrar el perdón en el sacrificio de mi Salvador. Habrá momentos en los que fracasaré, pero con resiliencia y la Expiación de Jesucristo puedo llegar a ser más semejante a Él.

El autor vive en São Paulo, Brasil.