Tu búsqueda de la verdad
A fin de guiarte y bendecirte, el Padre Celestial ha revelado con amor verdades sobre las cosas como son, como eran y como han de ser.
Hoy en día hay más conocimiento disponible que nunca. En el pasado, si querías saber algo, tenías que ir a la biblioteca y buscarlo. Ahora, internet y los dispositivos portátiles proporcionan acceso a información casi infinita que se puede encontrar casi de inmediato.
El Señor se complace cuando haces un uso prudente de esos recursos, pero en tu búsqueda de la verdad recuerda acudir a Dios, que conoce todas las cosas (véase Doctrina y Convenios 88:41). De Él puedes recibir la verdad eterna, que es el conocimiento de “las cosas como son, como eran y como han de ser” (Doctrina y Convenios 93:24).
Entre las verdades que Dios te ha dado, una de las más importantes es que Él es tu Padre Celestial. Él te conoce y te ama de manera perfecta. Comprender y aceptar esta verdad eterna te brindó dirección y bendiciones en tu vida preterrenal y continuará haciéndolo ahora y para siempre.
Tú estabas con el Padre Celestial en el principio
La verdad de las cosas “como eran” (Doctrina y Convenios 93:24) nos dice que estábamos con nuestro Padre Celestial antes de que el mundo existiera (véase Doctrina y Convenios 93:21, 23).
Antes de nuestra vida en la tierra, el Padre Celestial presentó Su gran plan de felicidad. El profeta José Smith enseñó que el plan de Dios nos da “el privilegio de avanzar como Él lo había hecho [y] […] ser exaltad[o]s con Él”. Su obra y Su gloria es “llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre” (Moisés 1:39).
Nosotros ejercimos nuestro albedrío y elegimos seguir el plan del Padre Celestial. Hemos sido bendecidos al nacer en esta vida en la que seguimos teniendo albedrío, podemos experimentar la vida terrenal, aprender y progresar hacia la vida eterna.
Durante tu jornada terrenal experimentarás desafíos y reveses, pero no tienes por qué afrontar las adversidades de la vida solo. Tu Padre Celestial te bendecirá, te elevará y te consolará (véase 2 Corintios 1:3). Como parte esencial de Su plan, el Padre Celestial ha proporcionado el camino para que regreses a Él.
Se te ha mostrado el camino hacia tu Padre
La verdad de “las cosas como realmente son” (Jacob 4:13) es clara: nosotros solos no podemos alcanzar nuestro pleno potencial como hijos de nuestro Padre Celestial. Por esa razón, y debido a Su amor por nosotros, Dios envió a Su Hijo Unigénito, Jesucristo, para mostrarnos el camino para hallar felicidad, sentido y gozo en esta vida y en la eternidad (véanse Juan 3:16; Doctrina y Convenios 93:11).
La experiencia terrenal del Salvador es importante. Él creció hasta que “recibió la plenitud de la gloria del Padre” y “todo poder, tanto en el cielo como en la tierra” (véase Doctrina y Convenios 93:16–17). El Salvador nos ha enseñado que podemos “ven[ir] al Padre en [Su] nombre y, en el debido tiempo, recib[ir] de su plenitud”.
Y añadió: “Porque si guardáis mis mandamientos, recibiréis de su plenitud y seréis glorificados en mí como yo lo soy en el Padre; por lo tanto, os digo, recibiréis gracia sobre gracia” (Doctrina y Convenios 93:19–20).
En el Jardín de Getsemaní y en la cruz, Jesucristo tomó sobre Sí los pecados del mundo y sufrió todos los pesares, “dolores, aflicciones y tentaciones de todas clases” (Alma 7:11). Dicho sufrimiento “hizo que [Él …], el mayor de todos, temblara a causa del dolor y sangrara por cada poro” (Doctrina y Convenios 19:18). La salvación y la exaltación son posibles únicamente por medio de Jesucristo y de Su Expiación y Resurrección.
Mediante la gracia y el sacrificio expiatorio del Salvador, puedes crecer hasta que un día recibas la plenitud y seas perfeccionado. Al seguir el ejemplo del Salvador y obedecer Sus mandamientos, Él te conducirá y te guiará a la gloriosa presencia de nuestro Padre Celestial.
¿Recibirás Su don?
Entre las verdades de “las cosas como realmente serán” (Jacob 4:13), aprendemos que nuestra experiencia en la eternidad está determinada por nuestra elección de seguir a Jesucristo y recibir los dones que Él ofrece.
Las Escrituras enseñan que “gozar[emos] de lo que est[emos] dispuestos a recibir” (Doctrina y Convenios 88:32; cursiva agregada). Mi presidente de misión, el élder Marion D. Hanks (1921–2011), enseñó a sus misioneros que preguntar qué estamos dispuestos a recibir y disfrutar es una manera de evaluar dónde estamos en nuestro trayecto espiritual. “Porque, ¿en qué se beneficia el hombre a quien se le confiere un don, si no lo recibe?” (Doctrina y Convenios 88:33).
Al recibir los dones del Salvador al buscarlo y seguirlo fervientemente, nos regocijaremos en la esperanza de la vida eterna y “en aquel que [nos] dio [esa] dádiva” (Doctrina y Convenios 88:33). Esa dádiva entregada con tanto amor “es el mayor de todos los dones de Dios” (Doctrina y Convenios 14:7).
Dios es tu Padre Celestial. Él te conoce y te ama. A medida que te dirijas a Él en tu búsqueda de la verdad, podrás recibir inteligencia, sabiduría, verdad, virtud y luz (véase Doctrina y Convenios 88:40) hasta que venga el día “en que comprender[ás] aun a Dios, siendo [vivificado] en él y por él” (Doctrina y Convenios 88:49).
Ese será un día glorioso y repleto de gozo.