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Tesoros escondidos
Estos son algunos ejemplos de lo que puedes encontrar cuando profundizas en las Escrituras.
¡¿Todos los mandamientos son espirituales?!
El Salvador le dijo al profeta José Smith: “Para mí todas las cosas son espirituales; y en ninguna ocasión os he dado una ley que fuese temporal” (Doctrina y Convenios 29:34).
Algo es temporal cuando se relaciona con este mundo físico. ¿No es la Palabra de Sabiduría una ley “temporal”?
Incluso esas leyes “temporales” también son espirituales, por al menos dos razones:
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Cuando obedeces cualquier mandamiento, te acercas más al Espíritu Santo y sientes más la presencia de Dios y Su amor. Obviamente, ¡esas son bendiciones espirituales!
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Incluso la mayoría de las leyes “temporales” implican bendiciones espirituales específicas. Por ejemplo, la Palabra de Sabiduría promete salud física (véase Doctrina y Convenios 89:18, 20), pero también promete que “hallará[s] sabiduría y grandes tesoros de conocimiento, sí, tesoros escondidos” (Doctrina y Convenios 89:19).
No comprendemos plenamente todas las maneras en que la salud espiritual puede afectar a la salud física, y viceversa. Al final todos los mandamientos son espirituales, no solo porque Dios es espiritual, sino porque nosotros lo somos.
¿Cómo habrías reaccionado si hubieras recibido un llamamiento misional en 1830?
Si sirves en una misión hoy, siempre tendrás un compañero y un lugar donde vivir. Dondequiera que seas llamado, la Iglesia ya tendrá presencia allí. Sabrás de antemano cuánto tiempo se espera que sirvas.
¡No fue así para los primeros misioneros del Evangelio restaurado!
Los hombres que aceptaban llamamientos a principios de la década de 1830 a menudo viajaban solos y sin mucho apoyo temporal al llevar el Evangelio recién restaurado a lugares donde nadie había oído hablar de él. Sus llamamientos no incluían fecha de finalización; era como si les dijeran: “Salgan y prediquen el Evangelio hasta que se les indique contrario”.
Y la Iglesia se había organizado formalmente recién en 1830, ¡por lo que cada misionero era, además, un nuevo converso!
Servir en una misión todavía tiene sus desafíos. Parley P. Pratt nunca tuvo que preocuparse por las distracciones de internet, por ejemplo. Sin embargo, todo el proceso es mucho más sencillo, seguro y organizado ahora. Debemos estar agradecidos por aquellos primeros misioneros que pusieron los cimientos e hicieron que fuera mucho más fácil para nosotros llevar el Evangelio a todas las naciones.
Cuando pidas consejo al Señor, ¡prepárate para aceptarlo!
Muchos relatos de las Escrituras son ejemplos positivos; nos muestran qué hacer. Sin embargo, algunos incidentes de las Escrituras son lo que llamaríamos “relatos de advertencia”, ejemplos de lo que no se debe hacer.
Una de ellas es la triste historia de James Covel, un ministro a quien se le enseñó el Evangelio y dijo que obedecería cualquier mandamiento que el Señor le diera por medio del profeta José Smith.
La sección 39 de Doctrina y Convenios es exactamente lo que pidió: una revelación para él personalmente en la que se le dijo lo que el Señor quería que hiciera y las bendiciones que recibiría por hacerlo (véase Doctrina y Convenios 39:10–13).
La sección 40 es el decepcionante epílogo: él no obedeció. “Recibió la palabra con alegría”, dice el Señor, “pero enseguida [o sea, inmediatamente] lo tentó Satanás, y el temor a la persecución y los afanes del mundo hicieron que rechazara la palabra” (Doctrina y Convenios 40:2).
El hermano Covel quebrantó el convenio que había hecho (véase Doctrina y Convenios 40:3). Tal vez podamos comprenderlo: ¡se le pedía que tomara la difícil decisión de dejar una iglesia en la que había sido ministro durante cuarenta años! Pero también podemos aprender de su error.