2022
Jesucristo es tu Salvador
Abril de 2022


“Jesucristo es tu Salvador”, Para la Fortaleza de la Juventud, abril de 2022.

Jesucristo es tu Salvador

La expiación de Jesucristo es para ti.

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Jesucristo resucitado junto al sepulcro

He Lives [Él vive], por Simon Dewey

“No está aquí, porque ha resucitado” (Mateo 28:6).

Estas son algunas de las palabras más significativas de las Escrituras. Fueron pronunciadas por ángeles cerca de un sepulcro vacío, que declararon que el Señor Jesucristo había vencido el pecado y la muerte por medio de Su expiación, la cual culminó en Su gloriosa resurrección.

¡Quiero que sepas que la expiación de Jesucristo es para ti! ¡La misión de Su vida fue para ti! ¡El sacrificio de Su muerte fue para ti! ¡Y Su resurrección es para ti! A veces es fácil sentir que Jesucristo hizo todo esto por otra persona, pero testifico que Él lo hizo por ti.

Este es el mensaje de la primera mañana de Pascua de Resurrección: Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a Su Hijo Unigénito para ayudarnos; y Su Hijo Jesucristo dio Su vida por nosotros.

El sacrificio de Jesucristo afecta a todo el mundo, incluso a ti.

Predicho y anunciado

Desde el principio, Dios enseñó a las personas acerca del Salvador. Él envió a un ángel para enseñar a Adán y a Eva: “… harás todo cuanto hicieres en el nombre del Hijo, y te arrepentirás e invocarás a Dios en el nombre del Hijo para siempre jamás” (Moisés 5:8). Desde ese día hasta la época de Jesucristo, las personas sacrificaron animales como una manera de ayudarlos a esperar con anhelo el sacrificio que el Hijo de Dios haría más adelante.

Además, la expiación de Jesucristo se había predicho mucho antes de que naciera en Belén. Los profetas lo habían profetizado a lo largo de muchas generaciones.

Su expiación y resurrección infinitas

No podemos entender realmente todo lo que Jesucristo hizo por nosotros. No podemos comprender cuán grande fue Su sufrimiento y cuán trascendentales son los efectos de Su sacrificio, pero puedes sentir los efectos de Su expiación todos los días.

En Getsemaní y en la cruz, Él “sufrió el dolor de todos los hombres, a fin de que todo hombre pudiese arrepentirse y venir a él” (Doctrina y Convenios 18:11). Él tomó sobre Sí el peso de los pecados de todas las personas. El hecho de llevar una carga tan grande hizo que sangrara por cada poro (véanse Lucas 22:44; Doctrina y Convenios 19:18).

Más tarde, lo golpearon y lo azotaron, y le pusieron una corona de espinas en la cabeza. Luego lo obligaron a llevar Su propia cruz al Calvario, donde se completó la agonía de la Expiación al ser clavado en aquella cruz y hacerlo sufrir un dolor insoportable. Él cumplió con la voluntad de Su Padre, sufrió y dio Su vida.

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La Crucifixión

The Crucifixion [La Crucifixión], por Harry Anderson

Tal como Jesucristo y Sus profetas habían predicho, Él se levantó de la tumba al tercer día. Fue el primero en resucitar y gracias a Él, todos los que hayan vivido recibirán el don de la resurrección. Gracias a Él, todo cuerpo será restablecido a su perfecta forma.

El Salvador pagó el precio de nuestros pecados y transgresiones. Gracias a Él, todas las personas pueden ser redimidas del pecado, si se arrepienten.

La expiación de Jesucristo fue infinita. Él salvó a toda la humanidad de la muerte interminable. Sufrió intensamente, muchísimo más de lo que cualquier ser mortal podía sufrir. Sufrió por todas las personas que existen en un número infinito de mundos creados por Él (véanse Doctrina y Convenios 76:24; Moisés 1:33).

Jesús fue el único que pudo haber ofrecido esa Expiación infinita, dado que había nacido de madre mortal y de Padre inmortal. Eso hizo de Jesús un Ser infinito, el único que podía decidir dar Su vida y volverla a tomar (véase Juan 10:14–18). La vida perfecta del Salvador también era un requisito importante para que Él pudiera satisfacer las demandas de la justicia a nuestro favor (véase Alma 34:8–14).

Su misión en la tierra —que incluye Su sacrificio expiatorio y Su resurrección de los muertos— nos da a cada uno de nosotros la oportunidad de ser redimidos del pecado y de tener una gloriosa resurrección. Nuestra deuda con Él es incalculable.

Tan infinita como personal

La expiación de Jesucristo es infinita; sin embargo, también es personal. Además del amor perfecto que Él sentía por Su Padre, también lo motivaba el amor que siente por cada uno de los hijos del Padre Celestial. Y Su expiación nos bendice a cada uno de nosotros de una manera muy personal. Lee detenidamente esta explicación que dio el Salvador:

“Porque he aquí, yo, Dios, he padecido estas cosas por todos, para que no padezcan, si se arrepienten;

mas si no se arrepienten, tendrán que padecer así como yo;

padecimiento que hizo que yo, Dios, el mayor de todos, temblara a causa del dolor y sangrara por cada poro y padeciera, tanto en el cuerpo como en el espíritu, y deseara no tener que beber la amarga copa y desmayar.

Sin embargo, gloria sea al Padre, bebí, y acabé mis preparativos para con los hijos de los hombres” (Doctrina y Convenios 19:16–19).

¡Jesús sufrió profundamente porque te ama profundamente! Él desea que te arrepientas y te conviertas para que Él pueda sanarte completamente.

La expiación de Jesucristo es para ti. Él tomó sobre Sí tus pecados; pagó el precio de tus pecados para que puedas arrepentirte. Él te proporciona el poder para que puedas mover todos los montes que tengas que afrontar. Puedes obtener ese poder con tu fe, confianza y disposición a seguirlo.

A medida que ores y estudies con un propósito, podrás descubrir las maneras en que Su misión te bendice. El Espíritu Santo puede enseñarte el significado eterno de Su expiación y testificar al respecto.

Doy las gracias a Dios por Su Hijo, Jesucristo. Él es “la resurrección y la vida” (Juan 11:25). Él vive, lo amo con todo el corazón y testifico de Él. Testifico que Él es el Hijo del Dios viviente. Jesús es el Cristo, nuestro Salvador y Redentor.