2019
Cuando perseverar es difícil
Julio de 2019


Cuando perseverar es difícil

Jeff Borders

Washington, EE.

Un caluroso día de julio me puse a ayudar a mi cuñado a construir un muro de contención. En un momento tuve que luchar con las raíces de un árbol de cerezas que se encontraban en el camino.

“Fácil”, pensé.

Reuní todas las herramientas necesarias y cavé alrededor de las raíces para hacer espacio y poder trabajar. Entonces tomé una sierra y, sin pensarlo dos veces, comencé a cortar las raíces. Fue fácil cortar las raíces más pequeñas, pero cuando quise cortar las raíces más grandes me di cuenta de que la tarea no iba a ser tan fácil. Una raíz en particular fue la más difícil.

Apretando los dientes, me propuse cortar esa raíz. A medida que sujetaba la sierra más fuertemente, comencé a sudar a consecuencia del fuerte calor del verano. La sierra vibraba e hizo vibrar todo mi cuerpo. Podía sentir que mi mano derecha, la que presionaba el gatillo de la sierra, comenzaba a dolerme. Ignoré el dolor y continué con mi labor.

Finalmente, la sierra cortó la raíz. Solté el gatillo y sentí el dulce placer de la victoria. Sin embargo, al quitarme los guantes vi que me había desgarrado un pedazo de piel de la mano.

Mientras meditaba sobre esa experiencia, me di cuenta de que sujetar la sierra fue, de alguna manera, similar a sujetarse a la barra de hierro. Se nos enseña a sujetarnos a la barra de hierro a lo largo de la vida. Pero el sujetarnos a la barra de hierro no significa que no pasaremos por experiencias que nos causen dolor. Me lastimé cuando sostuve la sierra en la mano. De manera similar, experimentaremos pruebas y tribulaciones aun cuando nos mantengamos sujetos a la barra de hierro continuamente.

Nuestro Padre Celestial sabía que nuestro viaje de regreso a Su presencia estaría lleno de peligros. Es por eso que Él nos ha dado las Escrituras y las palabras de los profetas para ayudarnos. Si nos aferramos a esos principios durante nuestras pruebas y tribulaciones en la vida mortal, un día regresaremos a Su presencia.

Cuando regresemos a Él, podremos mirar nuestras manos, que se aferraron a la barra de hierro, a veces, a pesar del dolor y la dificultad. En ese momento sabremos que, con la ayuda de nuestro Padre Celestial y por medio del sacrificio expiatorio de Jesucristo, pudimos mantenernos firmes a pesar de los obstáculos que encontramos.