2019
Cuando uno o ambos padres no asisten a la Iglesia
Junio de 2019


Enseñar a adolescentes y a niños más jóvenes

Cuando uno de los padres, o ambos, no asisten a la Iglesia

La autora vive en Utah, EE. UU.

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boy walking into church alone

El presidente Russell M. Nelson se crió en un hogar amoroso con padres a quienes adoraba; no obstante, cuando era niño, iba a la Iglesia sin sus padres, y anhelaba sellarse a su familia en el templo1. Sin embargo, ningún niño debe caminar a solas por la senda de los convenios. El amor y la atención de la familia y de los miembros del barrio pueden ser de ayuda para los niños que tal vez no reciban apoyo en el hogar para vivir el Evangelio. Al final, las sólidas enseñanzas del Evangelio y las buenas experiencias en el hogar y en la Iglesia pueden ayudar a cada niño a sentir el amor del Padre Celestial.

Para los padres y las madres que asisten a la Iglesia sin su cónyuge

  1. Comparta las bendiciones de vivir el Evangelio. Ayude a sus hijos a entender que vivir el Evangelio puede brindar paz y aligerar las cargas. Explique por qué usted elige participar en la Iglesia, sin hablar mal del padre o de la madre que elige no asistir. Comparta sus sentimientos sobre la manera en que guardar sus convenios bautismales le brinda consuelo y guía.

  2. Cultive una actitud positiva. Ayude a sus hijos a ver lo bueno de su familia. También puede ayudarles a ver lo bueno en sus maestros y líderes de la Iglesia, y en los miembros del barrio. Hable acerca de lo que sus hijos aprendieron en la Iglesia. No se centre en las debilidades ni en los comentarios desconsiderados de otras personas. En lugar de eso, hable de manera positiva y muestre su voluntad de aprender de los demás.

  3. Supere las emociones negativas. Ayude a los niños a reconocer las emociones negativas, como el temor, la soledad, la desilusión o el enojo. Luego puede ayudarles a procesar sus emociones mediante el dibujo, el juego o la conversación. Cuando sea necesario, también puede buscar ayuda profesional. El sanar los corazones heridos ayudará a todos a ser más receptivos a las impresiones espirituales y a tener mejores experiencias en la Iglesia.

  4. Pida ayuda cuando sea necesario. Si necesita ayuda, no espere a que alguien se la ofrezca. En ocasiones, es posible que los líderes de la Iglesia y los miembros del barrio no se den cuenta de que existe una necesidad, o quizás vacilen en prestar ayuda cuando no se les pida que lo hagan. Si un niño necesita una bendición, considere con espíritu de oración quién podría ayudar, y luego pregunte. Piense también a quién podría ayudar usted.

Para todos los adultos

  1. Preste atención y ame a los niños que asisten a la Iglesia sin uno de sus padres o sin ambos. Aprenda sus nombres y salúdelos con calidez y amabilidad. Absténgase de juzgar sus circunstancias, y no haga preguntas sobre padres o madres ausentes. Al sentir el amor sincero de otros miembros de la Iglesia, es más probable que los niños se relajen, aprendan y sientan el Espíritu.

  2. Sea sensible a las necesidades especiales. Cuando los niños van a la Iglesia sin uno de sus padres o sin ambos, tenga presente la forma en que les pueden afectar ciertas enseñanzas y actividades. En una lección sobre las bendiciones del sacerdocio, enseñe que todos pueden recibir esas bendiciones. Si una actividad requiere la participación de los padres, inclúyalos a todos. Tenga en cuenta a los niños que pueden estar sensibles en días especiales, como el Día del Padre o el Día de la Madre.

  3. Ayúdelos a amar y fortalecer a su familia. Enseñe a los niños que la familia es ordenada por Dios2. Ínstelos a valorar las cosas buenas de sus familias. La obra de historia familiar puede ayudar a los niños a darse cuenta de que su familia comenzó antes de que ellos nacieran, y llevar a cabo la obra de historia familiar puede bendecirlos “con mayor unión y gozo en su[s] familia[s]”3.

  4. Enséñeles la verdadera doctrina. El albedrío es una doctrina clave del Plan de Salvación, y los niños no son responsables de las elecciones y los pecados de sus padres (véase Moisés 6:54). Los problemas de los padres tampoco son culpa de sus hijos, ni es responsabilidad de los hijos solucionarlos. Saber eso puede ayudar a los niños a preocuparse menos por las cosas que no pueden cambiar, y a valorar las muchas bendiciones diarias de la familia.

El presidente Henry B. Eyring, Segundo Consejero de la Primera Presidencia, enseñó: “Nuestro Padre Celestial está ansioso por congregar y bendecir a toda Su familia… Su plan da la oportunidad a cada uno de Sus hijos de aceptar o rechazar Su invitación; y las familias son esenciales en el plan”4.

Notas

  1. Véase Russell M. Nelson, “Revelación para la Iglesia, revelación para nuestras vidas”, Liahona, mayo de 2018, págs. 93–96.

  2. Véase “La Familia: Una Proclamación para el Mundo”, Liahona, mayo de 2017, pág. 145.

  3. Véase Quentin L. Cook, “El gozo de la obra de historia familiar”, Liahona, febrero de 2016, pág. 27.

  4. Henry B. Eyring, “Congregar a la familia de Dios”, Liahona, mayo de 2017, pág. 20.