2019
Rodrigo Quintanilla, Valparaíso, Chile
Junio de 2019


Retratos de fe

Rodrigo Quintanilla

Valparaíso, Chile

Imagen
Rodrigo with wife and granddaughter

“Rodrigo es tan buena persona que me preguntaba por qué le había ocurrido aquel accidente”, dice Paola, a quien se ve junto a Rodrigo y su nieta Emily. “Sin embargo, con el tiempo, llegamos a comprender el modo en que el Padre Celestial ha contestado nuestras oraciones”.

Imagen
Rodrigo working with tools

“Tuve que rehacerme en el aspecto profesional, de modo que oré para pedir la guía del Espíritu”, dice Rodrigo. “Y Dios me respondió”.

Imagen
Rodrigos wife and granddaughter

“Siempre le he dicho a Rodrigo que lo admiro por su fortaleza”, dice Paola, junto a Emily, su nieta. “No creo que yo hubiese sido tan valiente como él lo ha sido”.

Imagen
Rodrigo

“Manténganse en el Evangelio”, dice Rodrigo a quienes sufren algún accidente o acontecimiento que les cambia la vida. “La vida es más difícil sin él”.

Imagen
Rodrigo opening his store

Con la guía del Espíritu Santo y la ayuda de su familia, Rodrigo empezó un próspero negocio en casa.

Después de que un accidente de construcción lo dejó sin poder caminar, Rodrigo Quintanilla ya no pudo seguir trabajando como soldador ni hacer muchas otras cosas. No obstante, decidió seguir adelante con fe, confiando en el plan que el Padre Celestial tenía para él y su familia.

Leslie Nilsson, fotógrafo

Imagen
Rodrigo working with tools

Cuando nos sucede algo muy malo, podemos reaccionar de dos maneras: Podemos enojarnos con Dios y dejar la Iglesia, y ya no tener más relación con ella; o bien, podemos arrodillarnos, orar y continuar progresando.

No perdí la fe ni me pregunté: “¿Por qué me ocurrió esto a mí?”; me negué a hundirme en el desaliento.

Cuando nos sobreviene una prueba, sé que nuestro Padre Celestial proporciona una vía para que la superemos. Mientras me recuperaba, fue esencial tener la compañía del Espíritu Santo; tuve que rehacerme en el aspecto profesional, de modo que oré para pedir la guía del Espíritu. Y Dios me respondió.

Pasé el primer año posterior al accidente en recuperación y rehabilitación. Pasé el segundo año decidiendo qué hacer; tenía que hallar algo que al menos cubriera las necesidades básicas de mi familia; algo que no requiriera mucha fuerza y que pudiera hacer desde una silla de ruedas.

Con la ayuda de mi esposa, Paola, y de mis hijos, Ricardo y Nicol, empecé un negocio en casa. Comenzamos a proporcionar un servicio de copia de llaves. Poco a poco añadimos más servicios. Procuré obtener conocimientos técnicos aquí y allá; aprendí con la práctica. Ahora, nueve años después, tenemos una cerrajería y un centro de fotocopiado con servicios de impresión y plastificado.

Antes de mi accidente, creíamos que estábamos a punto de perder nuestra casa. Algunos familiares que son propietarios de la casa querían venderla, pero nosotros no deseábamos mudarnos. Nos encanta nuestro barrio de la Iglesia.

Después del accidente, mi abuela dijo: “Te cederé mi parte de la casa”; mi padre hizo lo mismo. Una de mis tías y varios de mis hermanos y hermanas también cedieron sus derechos de propiedad. Dijeron: “Pueden quedarse aquí todo el tiempo que deseen”. Aquello fue una bendición de nuestro Padre Celestial.

A quienes hayan sufrido algún accidente o acontecimiento que les haya cambiado la vida, yo les diría: “Las cosas pueden ser difíciles, pero quédense en la Iglesia. Manténganse en el Evangelio, pues la vida es más difícil sin él. Den su mejor esfuerzo, y el Padre Celestial hará el resto”.