2019
El cambio del corazón
Abril de 2019


Mensaje de Área

El cambio del corazón

En su discurso de la Conferencia General de abril de 2018 “Revelación para la Iglesia, revelación para nuestras vidas”, el presidente Russell M. Nelson dijo:

“En los días futuros, no será posible sobrevivir espiritualmente sin la influencia guiadora, orientadora, consoladora y constante del Espíritu Santo”.

A partir de enero de este año, estamos estudiando las lecciones del manual Ven, sígueme. En la parte introductoria de este manual, encontramos la siguiente declaración: “Nuestra meta es la conversión”.

El propósito de toda enseñanza y todo aprendizaje en el Evangelio es profundizar la conversión y llegar a ser más como Jesucristo. Por esta razón, cuando estudiamos el Evangelio, no estamos buscando simplemente nueva información, sino que queremos llegar a ser “nuevas criaturas” (véase 2 Corintios 5:17). Eso significa confiar en Cristo y depender de Él para cambiar nuestro corazón, nuestra visión, nuestras acciones y nuestra naturaleza misma (Ven, sígueme, 2019, p. V).

Finalmente, lo que todo miembro de esta Iglesia busca es cambiar su corazón. Un cambio de corazón nos permitirá llevar una vida limpia. Una vida limpia nos hace acreedores de la compañía del Espíritu Santo y su compañía trae una conversión preparatoria para esta vida y la vida eterna en el mundo venidero.

En la conversación del Señor con el joven rico, encontramos una lección que cada uno de nosotros puede aplicar en cada momento de su vida. El joven preguntó: “Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?”. El Salvador le respondió: “…si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos”. Luego de que Jesús le citó los mandamientos, el joven le respondió con mucho orgullo: “Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?” (Mateo 19:16–20).

Al comenzar o continuar con nuestra jornada de cambio del corazón, podríamos hacernos la misma pregunta: “Qué más me hace falta?”.

No hay duda de que las experiencias espirituales de nuestra vida contribuyen poderosamente a ese cambio de corazón.

Cada uno de nosotros vive y experimenta situaciones diferentes en la vida, pero todos necesitamos cambiar nuestros corazones. Por tanto, es importante examinarse para reconocer qué es lo que causará ese cambio.

Para algunos, puede ser la necesidad de un arrepentimiento más frecuente y sincero a fin de experimentar el gozo del perdón. Así lo experimentó Alma cuando después de experimentar un profundo dolor a causa de sus pecados, compartió con su hijo estos sentimientos:

“Y al concentrarse mi mente en este pensamiento, clamé dentro de mi corazón: ¡Oh Jesús, Hijo de Dios, ten misericordia de mí que estoy en la hiel de amargura, y ceñido con las eternas cadenas de la muerte!

“Y he aquí que cuando pensé esto, ya no me pude acordar más de mis dolores; sí, dejó de atormentarme el recuerdo de mis pecados.

“Y, ¡oh qué gozo, y qué luz tan maravillosa fue la que vi! Sí, mi alma se llenó de un gozo tan profundo como lo había sido mi dolor.” (Alma 36:18–20)

El pecado conlleva dolor, pero el arrepentimiento conlleva gozo; el gozo incrementa nuestro deseo de comprometernos ante Dios a guardar Sus mandamientos y esto trae mayor conversión a nuestra vida.

La conversión, el gozo, el compromiso voluntario y el deseo de no pecar generalmente aumentan nuestro interés por compartir el Evangelio con otros. Esto trae más gozo y más conversión. Aumenta nuestro deseo de acudir al templo para trabajar por la salvación de nuestros antepasados y, al hacerlo, nuestro gozo también aumenta y, por lo tanto, nuestra conversión.

En la sesión para las hermanas realizada durante la última conferencia general, el presidente Nelson extendió una invitación que se aplica a todo hombre y mujer de la Iglesia: estudiar El Libro de Mormón. Les expresó también la promesa que acompañaba este llamado:

“Por imposible que parezca con todo lo que están intentado hacer en su vida, si aceptan esta invitación con íntegro propósito de corazón, el Señor las ayudará a encontrar la manera de lograrlo. Y, a medida que estudien con espíritu de oración, les prometo que los cielos se les abrirán. El Señor las bendecirá con mayor inspiración y revelación.

“Conforme lean, les aliento a marcar cada versículo que mencione o haga alusión al Salvador. Después, de manera consciente hablen de Cristo, regocíjense en Cristo y prediquen de Cristo con sus familias y amigos. Ustedes y ellos se acercarán más al Señor mediante este proceso, y comenzarán a suceder cambios, incluso milagros” (énfasis añadida)1.

Me parece que esa invitación debe llegar a todo miembro de la Iglesia.

Al respecto, el profeta José Smith declaró con solemnidad lo siguiente:

“Declaré a los hermanos que el Libro de Mormón era el más correcto de todos los libros sobre la tierra, y la piedra clave de nuestra religión; y que un hombre se acercaría más a Dios al seguir sus preceptos que los de cualquier otro libro” (Introducción del Libro de Mormón, pág. VII, 2016).

Así que aquí hay otra forma de “cambiar nuestro corazón”.

Escudriñemos, amemos y vivamos las enseñanzas comprendidas dentro de este registro sagrado.

“¿Qué más me [hace] falta?” (véase Mateo 19:20) es, por lo tanto, una pregunta que requiere una respuesta sincera. ¿Que más me hace falta para cambiar mi corazón y ser más como Cristo es?

Que anhelemos esos cambios en nuestras vidas y que las llenemos del “amor puro de Cristo” (Moroni 7:47).

En el nombre de Jesucristo, amén.

Nota

  1. Russell M. Nelson, “La participación de las hermanas en el recogimiento de Israel,” Liahona, nov. de 2018, p. 69; recuperado de www.lds.org/liahona/2018/11/general-womens-session/sisters-participation-in-the-gathering-of-israel?lang=spa.