2019
Ni siquiera un huracán podría detenernos
Abril de 2019


Ni siquiera un huracán podría detenernos

Koraima Santiago de Jesús

San Juan, Puerto Rico

Imagen
Couple standing in hurricane aftermath

Ilustración por Suzanne Simmons

Poco después de regresar de la misión, me invitaron a asistir a un baile. Estando allí, se me extravió el teléfono y un joven se ofreció a ayudarme a buscarlo. Mientras hablábamos, nos dimos cuenta de que ambos éramos exmisioneros y teníamos muchas ideas y metas en común.

Nuestra relación fue avanzando y nos comprometimos. Soñábamos con sellarnos en el Templo de Washington D.C. antes de que lo cerraran para su remodelación en marzo de 2018, pero después de tomar esa decisión fuimos probados. Primero perdí mi empleo y no tenía cómo ahorrar el dinero para nuestro viaje al templo. Luego, justo antes de nuestra fecha de boda, un huracán comenzó a aproximarse hacia Puerto Rico.

Cuando llegó, el huracán María devastó nuestra hermosa isla. Las tiendas cerraron. No teníamos electricidad y era difícil encontrar agua, comida y otros artículos básicos. Perdimos todo lo que habíamos planeado utilizar para nuestra recepción, así que tuvimos que cancelarla y parecía que tendríamos que cancelar también nuestra boda. Se restringieron los viajes de entrada y salida de Puerto Rico y nadie sabía por cuánto tiempo. Comencé a sentirme desanimada, y me invadió la duda y la confusión.

Una noche, mi prometido y yo hablamos de nuestra situación. El viaje era incierto, y no tendríamos recepción ni ropa nupcial, pero el Espíritu nos confirmó que debíamos confiar en el Señor. Lo más importante era sellarnos en el templo. Oramos al Padre Celestial para recibir ayuda.

Cuando se reanudaron los vuelos desde Puerto Rico, tuvimos que volver a hacer planes para viajar y reprogramar la fecha de nuestro sellamiento. Tras el huracán, estuvimos semanas incomunicados, pero el teléfono celular de una amiga funcionaba, y ella nos dejó usarlo para llamar al templo. Pudimos reorganizar todas las cosas para poder ser sellados a pesar de todo. Unas pocas semanas antes de nuestro viaje, nuestros familiares y amigos donaron zapatos y ropa, y nos ayudaron a conseguir muchas cosas para nuestra boda.

Cuando por fin entramos en el templo, dejamos atrás todas nuestras preocupaciones y nos tomamos de la mano para comenzar nuestro futuro juntos. Realmente puedo decir que sentí que la mano del Señor nos guiaba y nos aseguraba que todo saldría bien, si tan solo confiábamos en Él. Hoy tenemos la bendición de tener un hijo hermoso y somos una familia sellada por toda la eternidad.