2019
Confiemos en el poder de liberación del Salvador
Abril de 2019


Confiemos en el poder de liberación del Salvador

Tomado de “The Power of Deliverance”, discurso pronunciado en un devocional de la Universidad Brigham Young, el 15 de enero de 2008.

La expiación y la resurrección del Salvador le dan poder para fortalecernos en nuestras pruebas o liberarnos de ellas.

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image of the Savior with arms outstretched

DETALLE DE FOR THIS PURPOSE, [PARA ESTE FIN], POR YONGSUNG KIM, POR CORTESÍA DE Haven LIght

Para los que hemos perdido seres queridos, el camino que nos espera puede ser triste y solitario; y es peor aun para aquellos que no tienen el conocimiento y el testimonio de la expiación y la resurrección del Salvador Jesucristo. Recuerden a Sus dos discípulos que iban dudando en el camino a Emaús. El Señor resucitado se acercó a ellos y les preguntó de qué hablaban y por qué estaban tristes. Lucas nos da la respuesta:

“Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo;

“y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte y le crucificaron.

“Mas nosotros esperábamos que él era el que iba a redimir a Israel” (Lucas 24:19–21).

Nosotros encontramos consuelo en nuestro conocimiento y testimonio de que fue Él quien redimió a Israel. Fue Él quien “ha quebrantado las ataduras de la muerte” (Mosíah 15:23). Fue Él quien llegó a ser las “primicias de los que durmieron” (1 Corintios 15:20). Fue Él quien hizo posibles los convenios del templo que nos ligan para siempre a los seres que hemos amado y perdido por un tiempo, y nos guían “de vuelta a [nuestro] hogar”1.

En esta época de la Pascua, me gustaría compartir parte de un mensaje que presenté en un devocional hace unos años sobre el poder de liberar del Salvador. Me fortaleció mientras lo preparaba y lo presentaba, y ruego que los fortalezca a ustedes al leerlo.

Para algunos la vida se termina temprano y con el tiempo para todos. Cada uno de nosotros pasará por la prueba de enfrentarse a la muerte de un ser querido.

El otro día me encontré con un hombre al que no había visto desde la muerte de su esposa; fue un encuentro fortuito en una agradable reunión social, y él se acercó a mí sonriendo. Recordando el fallecimiento de su esposa, formulé el saludo corriente con tono afectuoso: “¿Cómo estás?”.

La sonrisa desapareció, los ojos se le humedecieron y me contestó en voz baja, con gravedad: “Estoy bien; pero es muy difícil”.

Es muy difícil, como la mayoría de ustedes lo saben y todos lo sabremos en algún momento. Lo más difícil de esa prueba es saber qué hacer con la tristeza, la soledad y la pérdida que sentimos, como si hubiera desparecido parte de nosotros mismos. El pesar persiste como un dolor crónico; y habrá quienes tal vez tengan un sentimiento de enojo o de injusticia.

El Salvador conoce nuestras aflicciones

La expiación y resurrección de nuestro Salvador le dan el poder de liberarnos en tales pruebas. Por medio de Su experiencia, Él llegó a conocer todos nuestros dolores; habría podido comprenderlos por la inspiración del Espíritu, pero en cambio optó por conocerlos experimentándolos Él mismo. Este es el relato:

“Y he aquí, nacerá de María, en Jerusalén, que es la tierra de nuestros antepasados, y siendo ella virgen, un vaso precioso y escogido, a quien se hará sombra y concebirá por el poder del Espíritu Santo, dará a luz un hijo, sí, aun el Hijo de Dios.

“Y él saldrá, sufriendo dolores, aflicciones y tentaciones de todas clases; y esto para que se cumpla la palabra que dice: Tomará sobre sí los dolores y las enfermedades de su pueblo.

“Y tomará sobre sí la muerte, para soltar las ligaduras de la muerte que sujetan a su pueblo; y sus enfermedades tomará él sobre sí, para que sus entrañas sean llenas de misericordia, según la carne, a fin de que según la carne sepa cómo socorrer a los de su pueblo, de acuerdo con las enfermedades de ellos” (Alma 7:10–12).

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Jesus Christ praying

DETALLE DE LORD OF PRAYER, [SEÑOR DE ORACIÓN], POR YONGSUNG KIM, POR CORTESÍA DE Haven LIght

A tu alrededor tendrás buenas personas que traten de entender tu dolor por haber perdido a un ser amado; es posible que ellas mismas estén sufriendo. El Salvador no solo entiende y siente el dolor, sino que también siente tu dolor personal que solo tú experimentas; y Él te conoce personalmente; conoce tu corazón.

Inviten al Espíritu Santo

Cuando inviten al Espíritu Santo para que los consuele y bendiga, el Salvador sabrá cuál de las muchas cosas que pueden hacer será la mejor para ustedes. Él sabrá por dónde les será mejor empezar; a veces será la oración; otras, el ir a reconfortar a otra persona. Conozco a una viuda que padece una enfermedad debilitante y que se sintió inspirada a visitar a otra viuda. Yo no estaba allí, pero estoy seguro de que el Señor inspiró a una discípula fiel para que acudiera a sostener a otra, y de ese modo Él pudo socorrer a las dos.

Hay muchas maneras en que el Salvador puede socorrer a los que sufren, cada una de acuerdo con lo que necesite la persona. Pero tengan la seguridad de que Él puede hacerlo y lo hará del modo que sea mejor para los que sufren y para aquellos que los rodeen. Algo que se repite cuando Dios libera a las personas del dolor es que sienten ante Él una humildad inocente; es una constante. En la vida de Job vemos un gran ejemplo del poder de la humildad fiel (véase Job 1:20–22). Otra constante, que Job también demostró seguir, es la fe firme en el poder de la resurrección del Salvador (véase Job 19:26).

Todos seremos resucitados, incluso sus seres queridos que mueren, y la reunión que tendremos con ellos no será algo etéreo, sino con cuerpos que nunca morirán, ni envejecerán ni enfermarán.

Cuando el Salvador apareció a Sus Apóstoles después de la Resurrección, no solo los confortó a ellos en su dolor, sino también a todos los que podamos sentir pesar. Nos confortó, a ellos y a nosotros, de esta manera:

“Paz a vosotros …

“Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad y ved, porque un espíritu no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo” (Lucas 24:36, 39).

El Señor nos inspira a buscar el poder para liberarnos de nuestro pesar en la manera que sea más adecuada para nosotros. Podemos decidirnos a prestar servicio a los demás, por Él; podemos dar testimonio del Salvador, de Su evangelio, de la Restauración de Su Iglesia, y de Su resurrección; podemos guardar Sus mandamientos.

Todas esas opciones invitan al Espíritu Santo, y es Él quien nos consuela en la manera adecuada para nosotros. Además, por la inspiración del Espíritu, podemos tener un testimonio de la Resurrección y una visión clara de la gloriosa reunión que nos espera. Sentí ese consuelo al contemplar la lápida del sepulcro de alguien a quien conocí, alguien que sé que podré tener en mis brazos en un tiempo futuro; y por saberlo, no solo fui liberado del dolor, sino que también me sentí lleno de una feliz expectativa.

Si esa pequeña hubiera vivido hasta la madurez, habría necesitado también liberación de otras pruebas; por las dificultades físicas y espirituales que nos sobrevienen a todos, se habría probado su fidelidad a Dios. Aunque el cuerpo es una creación magnífica, el mantenerlo en funcionamiento es un desafío que nos prueba a todos; cada uno de nosotros tiene que luchar con enfermedades y con los deterioros de la edad.

“Sé humilde”

El poder de liberación de nuestras pruebas existe, y funciona de la misma manera en que nos liberamos de la prueba que enfrentamos ante la muerte de un ser querido. Así como en este caso, la liberación no siempre consiste en que se le salve la vida al ser querido, el liberarse de otras pruebas puede no consistir en que estas se eliminen. Quizás el Señor no nos conceda un alivio hasta que desarrollemos la fe para tomar decisiones que hagan que el poder de la Expiación tenga efecto en nosotros. Él no requiere eso porque sea indiferente, sino por el amor que nos tiene.

A Thomas B. Marsh, que era entonces Presidente del Cuórum de los Doce Apóstoles, se le dio una guía para recibir el poder de liberación de la oposición que enfrentaba; se encontraba en medio de pruebas difíciles y el Señor sabía que le sobrevendrían otras. Este es el consejo que recibió, que yo mismo tomo y que les ofrezco a ustedes: “Sé humilde; y el Señor tu Dios te llevará de la mano y dará respuesta a tus oraciones” (Doctrina y Convenios 112:10).

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Christ with lamb

DETALLE DE LA OVEJA PERDIDA POR YONGSUNG KIM, POR CORTESÍA DE Haven LIght

Invariablemente, el Señor desea conducirnos a la liberación siempre que nuestra rectitud vaya aumentando; eso requiere arrepentimiento y humildad. Por consiguiente, el camino que conduce a la liberación siempre requiere humildad a fin de que Él pueda guiarnos de la mano hacia donde desee llevarnos, a través de nuestras dificultades y hasta la santificación.

Es posible que las pruebas causen resentimiento o desaliento. La humildad que todos necesitamos para que el Señor nos lleve de la mano proviene de la fe; la fe de que Dios verdaderamente vive, que nos ama y que lo que Él quiere —por difícil que sea— será siempre lo mejor para nosotros

El Salvador nos demostró esa humildad. Ustedes han leído el relato de cómo oró Él en el huerto de Getsemaní, mientras sufría por nosotros una prueba de aflicción que está mucho más allá de nuestra capacidad de comprender o de soportar, incluso de mi posibilidad de describir. Recordarán Su oración: “Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42).

El Salvador conocía a Su Padre Celestial, el gran Elohim, y confiaba en Él; sabía que Su Padre es omnipotente e infinitamente bondadoso. El Amado Hijo pidió con palabras humildes —como las de un niño pequeño— que el poder de liberación lo socorriera.

Reciban valor y consuelo

El Padre no liberó al Hijo eliminando la prueba; por nuestro bien no lo hizo, sino que dejó que el Salvador completara la misión que vino a llevar a cabo. Aun así, constantemente podemos recibir valor y consuelo sabiendo el socorro que el Padre le proporcionó:

“Entonces se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle.

“Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían a tierra.

“Y cuando se levantó de la oración y fue a sus discípulos, los halló durmiendo a causa de la tristeza;

“y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos y orad para que no entréis en tentación” (Lucas 22:43–46).

El Salvador oró pidiendo liberación, pero lo que se le concedió no fue escapar de la prueba, sino la entereza para superarla gloriosamente.

Su mandato a Sus discípulos, que también estaban siendo probados, es para nosotros una guía que podemos tomar la determinación de seguir. Podemos determinarnos a levantarnos y orar con gran fe y humildad. Y podemos seguir el mandato agregado del libro de Marcos: “¡Levantaos! ¡Vamos!” (Marcos 14:42).

En esas palabras tienen el consejo para pasar las pruebas físicas y espirituales de la vida; necesitarán la ayuda de Dios después de haber hecho todo lo posible por sí mismos. Entonces, levántense y entren en acción; pero busquen Su ayuda tan pronto como puedan, sin esperar a la crisis para suplicar la liberación.

Les expreso mi solemne testimonio de que Dios el Padre vive y nos ama. Eso lo sé. Su plan de felicidad es perfecto, y es un plan de felicidad. Jesucristo fue resucitado, como nosotros lo seremos. Él sufrió para poder socorrernos en todas nuestras pruebas; pagó el rescate de todos nuestros pecados y los de todos los hijos del Padre Celestial, a fin de que podamos ser liberados de la muerte y del pecado.

Sé que en la Iglesia de Jesucristo, el Espíritu Santo vendrá a consolarnos y a purificarnos a medida que sigamos al Maestro. Que puedan ustedes recibir Su consuelo y socorro en sus momentos de necesidad y a través de todas las pruebas y dificultades de su vida.

Nota

  1. “Divina luz”, Himnos, nro. 48.