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Melina J.
17 años, Buenos Aires, Argentina
Fotografía por Christina Smith
Una amiga sufría depresión y ansiedad y se sentía muy mal. A menudo la excluían de mi grupo de amigos y se sentaba sola. No sabía si sumarme a mis amigas y actuar igual, o estar con ella, que no se sentía bien y se había sentado sola.
Fue entonces cuando decidí que tenía que sentarme con ella. Mis otras amigas me miraban raro porque estaban enojadas con ella, pero fui y me senté con ella, y lloramos juntas mientras me contaba sus problemas. Después de eso, comenzó a sentirse mucho mejor y pude mostrarle tanto el amor que yo le tenía como el amor que Dios sentía por ella.
Ser discípulo de Jesucristo consiste en compartir con los demás el amor que Él siente por nosotros; tiene que ver con el amor, el servicio y el desarrollar las mismas cualidades que Él tenía cuando estaba aquí en la tierra. Ese día, al sentir compasión por mi compañera de clase, me sentí como una verdadera discípula de Jesucristo.