Para la Fortaleza de la Juventud
Una nueva mirada al arrepentimiento
Marzo de 2025


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Doctrina y Convenios 18

Una nueva mirada al arrepentimiento

El arrepentimiento es más que solo sentir pesar por tus pecados: es llegar a ser más semejante a Jesucristo.

un joven

En La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, hablamos mucho sobre el arrepentimiento. ¿Por qué?

Lo hacemos porque el arrepentimiento es uno de los principios fundamentales del Evangelio de Jesucristo (véase Artículos de Fe 1:4). No es solo algo bueno de hacer ni una manera de que nuestros pecados sean “olvidados” (véase Doctrina y Convenios 58:42); es verdaderamente esencial para que lleguemos a ser más como el Salvador y para que algún día vivamos con el Padre Celestial y con nuestra familia para siempre.

El arrepentimiento es un “cambio que se efectúa en el corazón y en el modo de pensar, lo cual significa adoptar una nueva actitud en cuanto a Dios, en cuanto a uno mismo y en cuanto a la vida en general”. Por lo tanto, el objetivo del arrepentimiento es ayudarnos a cambiar y ver a Dios, a nosotros mismos y a la vida terrenal de una manera diferente y mejor. Pero ¿cómo podemos hacerlo?

Volvernos a Cristo

El élder Dale G. Renlund, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó que la palabra sueca para “arrepentirse” es omvänd, que literalmente significa “dar vuelta”. Él dijo: “El verdadero arrepentimiento debe implicar fe en el Señor Jesucristo, fe en que Él nos puede cambiar, fe en que puede perdonarnos y fe en que nos ayudará a evitar más errores. Este tipo de fe hace que Su Expiación sea eficaz en nuestra vida”.

El arrepentimiento no consiste solo en apartarse del pecado, sino en volverse de forma completa, deliberada y total a Jesucristo. Piénsalo de esta manera: si estás tratando de caminar hacia alguien para hablar con él, ¿caminas hacia atrás? ¿Lo alcanzas arrastrando los pies de lado a lado? Esas son maneras bastante difíciles de encontrarse con alguien. Si no te has volteado para mirar completamente hacia dónde vas (o con quién te vas a encontrar), es fácil desviarse del rumbo. En general, es seguro decir que la conversación será más fácil y mejor cuando te acerques a la persona mientras la miras de frente.

Lo mismo ocurre con el arrepentimiento. El Salvador acepta y ama nuestros esfuerzos por arrepentirnos, pero solo son eficaces cuando se centran en Él. Cuanto más ejerzamos fe en Jesucristo, reconozcamos nuestros errores, nos disculpemos por ellos y nos esforcemos por remediarlos, más nos pareceremos a Él.

El Salvador nos llama

¡Imagínate lo feliz que debe estar el Salvador al ver que te esfuerzas tanto por mejorar! Él ha dicho: “Porque he aquí, el Señor vuestro Redentor padeció la muerte en la carne; por tanto, sufrió el dolor de todos los hombres, a fin de que todo hombre pudiese arrepentirse y venir a él […].

“¡Y cuán grande es su gozo por el alma que se arrepiente!” (Doctrina y Convenios 18:11, 13).

Jesucristo sufrió para que pudiéramos tener la oportunidad de arrepentirnos. Si no nos arrepentimos, no permitimos que Su poder expiatorio influya en nuestra vida. Cuando nos humillamos y confiamos en el Salvador, llegamos a ser mejores y más semejantes a Él.

Así como el Salvador se regocija cuando nos arrepentimos, nosotros también podemos sentir ese gozo. El élder Craig C. Christensen, de los Setenta, enseñó: “Al arrepentirnos de nuestros pecados, debemos centrarnos en el gran gozo que lo sigue. Las noches pueden parecer largas, pero la mañana sí llega, y oh, cuán intensa es la paz y cuán resplandeciente el gozo que sentimos cuando la Expiación del Salvador nos libera del pecado y del sufrimiento”.

Y no olvidemos que el Padre Celestial desea que todos Sus hijos regresen a casa con Él. Se nos llama a arrepentirnos, a compartir el Evangelio y a invitar a todos a arrepentirse y mejorar. Eso no significa necesariamente que vayamos por ahí gritando: “¡Arrepentíos, arrepentíos!” a las personas en la calle. En vez de ello, cuando sea apropiado, instamos con amor a quienes nos rodean a venir a su Salvador Jesucristo y a ser mejores de lo que jamás podrían ser por sí mismos.