Para cuando te sientas decepcionado
Doctrina y Convenios ofrece ayuda cuando las cosas no salen como uno quiere.
Ilustración por Luciana Abrão
¿Alguna vez te has sentido decepcionado? Yo sí. De hecho, me ocurrió la semana pasada. En serio, con lágrimas y todo.
El Señor le dijo a José Smith: “Sé paciente en las aflicciones, porque tendrás muchas”. Oh, oh. No me gusta cómo suena eso.
Pero, afortunadamente, el pasaje de las Escrituras continúa: “Pero sopórtalas, porque he aquí, estoy contigo hasta el fin de tus días” (Doctrina y Convenios 24:8, cursiva agregada). De acuerdo. Respiremos profundamente.
Cuando pienso en ello, me doy cuenta de que el Señor ha estado conmigo en cada decepción por la que he pasado. Te comparto algunos ejemplos:
Cuando no conseguí el papel…
Cuando tenía quince años hice una audición para una obra de teatro en la escuela. Hice una prueba para el papel principal, pero al final no lo conseguí.
Para empeorar las cosas, la maestra ya había elegido todos los papeles menores, así que no había ningún papel para mí. Me nombró directora estudiantil y, como se sentía mal, también agregó un nuevo papel: subí al escenario durante medio minuto como una monja que no decía nada.
Sí, lloré.
… el Señor me fortaleció
Al mirar atrás me doy cuenta de que el Salvador me ayudó a superar ese momento de decepción. Me fortaleció para mantener una buena actitud y desarrollar más humildad. Al final disfruté el tiempo que pasé en la obra de teatro de noveno grado.
“Hagamos con buen ánimo cuanta cosa esté a nuestro alcance; y entonces podremos permanecer tranquilos, con la más completa seguridad, para ver la salvación de Dios y que se revele su brazo” (Doctrina y Convenios 123:17, cursiva agregada).
Cuando no me fue como yo quería en los deportes…
En el último año de la secundaria quería entrar en el equipo de tenis universitario (o avanzado). Tenía que vencer a la chica que estaba inmediatamente por encima de mí para formar parte del equipo. Pero cuando jugué contra ella, perdí.
A pesar de que estaba decepcionada, jugué en el equipo universitario de categoría inferior. En el último torneo quedé clasificada en primer lugar. Pero, ¿sabes qué? Perdí el partido final. Lloré (de nuevo).
Más tarde, volví a decepcionarme. Después de recibir un premio por obtener buenas calificaciones y practicar deportes, decidieron quitármelo porque, aparentemente, era solo para aquellos que jugaban en el equipo universitario.
… fue solo un “breve momento”
En aquel entonces el tenis era una gran parte de mi vida y aquellas decepciones se sintieron enormes. De lo que no me daba cuenta era de que el Salvador siempre estaba conmigo, ayudándome. Aquellas grandes decepciones no duraron para siempre, aunque parecía que sí.
“Paz a tu alma; tu adversidad y tus aflicciones no serán más que por un breve momento; y entonces, si lo sobrellevas bien, Dios te exaltará” (Doctrina y Convenios 121:7–8, cursiva agregada).
Cuando traté de ser más astuta que la decepción…
A veces trataba de evitar por completo la decepción. Cuando tenía trece años y no entré en el consejo estudiantil, nunca volví a intentarlo, a pesar de que era algo que probablemente habría disfrutado. Me di por vencida porque tenía miedo de volver a decepcionarme.
… necesitaba “no temer”
Necesitaba recordar que el Señor está con nosotros, incluso en nuestras desilusiones. A veces las cosas no salen como queremos, pero Él puede ayudarnos a afrontar las emociones incómodas y a probar cosas nuevas.
“Mirad hacia mí en todo pensamiento; no dudéis; no temáis” (Doctrina y Convenios 6:36, cursiva agregada).
Cuando servir en una misión no salió según lo planeado…
Después de la escuela secundaria decidí servir en una misión. Sin embargo, tuve algunos problemas médicos inesperados que me impidieron salir cuando tenía intención de hacerlo.
Tuve que ser paciente pero, finalmente, fui llamada a la Misión México Guadalajara Este. Allí enseñé a muchas personas increíbles e incluso ayudé a algunas de ellas a ser bautizadas. Pero incluso con mi fe, obediencia y trabajo arduo, ninguna de ellas permaneció activa en la Iglesia.
… confié en la voluntad de Dios
A menudo, los acontecimientos de la vida escapan a nuestro control. No podía resolver mis problemas médicos al instante y no puedo obligar a los demás a vivir el Evangelio, pero puedo confiar en el tiempo y la manera del Señor.
“Por tanto, santificaos para que vuestras mentes se enfoquen únicamente en Dios, y vendrán los días en que lo veréis; […] y será en su propio tiempo y a su propia manera, y de acuerdo con su propia voluntad” (Doctrina y Convenios 88:68).
Cuando me sentí decepcionada la semana pasada…
Ahora soy una adulta, pero todavía me decepciono. De hecho, la semana pasada fui a una conferencia de escritura. Me sentía bastante segura de algunos de mis escritos, pero recibí algunos comentarios decepcionantes de otros escritores.
… Él estuvo conmigo
Ahora estoy tratando de confiar un poco más en el Señor. La decepción es parte de la vida. No significa que estés haciendo nada malo.
Entonces, volvamos a la Escritura del principio. Sí, es posible que tengamos “muchas” aflicciones y decepciones, pero sé que el Señor estará conmigo en todas ellas, y también estará contigo.
“Sé paciente en las aflicciones, porque tendrás muchas; pero sopórtalas, pues he aquí, estoy contigo hasta el fin de tus días” (Doctrina y Convenios 24:8, cursiva agregada).