Para la Fortaleza de la Juventud
¡Estás en el equipo!
Febrero de 2025


¡Estás en el equipo!

Tienes algo asombroso que aportar a la obra de Dios.

Jóvenes de un equipo de baloncesto chocando los puños

Yo no soy muy bueno para el baloncesto pero, por alguna razón, mis amigos seguían invitándome a jugar. Durante un partido, esperaba que la pelota no me llegara nunca. Bueno, me llegó y decidí intentar hacer un lanzamiento. Mientras la pelota volaba hacia la canasta, estaba seguro de que fallaría. La pelota golpeó el tablero y luego cayó a través del aro.

¡Encesté!

Mis amigos celebraron mientras yo permanecía de pie, incrédulo. No contribuí mucho más en ese partido pero me sentí bien de formar parte de un equipo y participar a mi pequeña manera.

Mucho más importante y duradero que formar parte de un equipo de baloncesto, un grupo de música o teatro, un equipo de trabajo o cualquier otro tipo de equipo es ser parte del equipo de Dios y participar en Su obra de salvación y exaltación.

¿Te preguntas si puedes aportar mucho en la obra de Dios? Si es así, aquí hay algunas cosas útiles para tener en cuenta.

Se te necesita

Dios puede hacer Su propia obra (véase 2 Nefi 27:20–21), pero nosotros tenemos la oportunidad de participar en Su obra con Él. ¡Eso te incluye a ti!

Si alguna vez te sientes incapaz, recuerda que Dios no quiere que te quedes al margen. Él necesita que estés totalmente comprometido como miembro de Su equipo y que participes gozosamente en Su obra.

El Señor ha dicho: “Oh vosotros que os embarcáis en el servicio de Dios, mirad que le sirváis con todo vuestro corazón, alma, mente y fuerza […].

“De modo que, si tenéis deseos de servir a Dios, sois llamados a la obra” (Doctrina y Convenios 4:2–3).

Si lo deseas, Dios tomará tus talentos y habilidades únicos y los utilizará de maneras asombrosas. Tal vez no lo veas ahora, pero hay muchas cosas que Dios necesita que hagas para ayudar a hacer avanzar Su gran obra.

Recuerda los dos grandes mandamientos

No es suficiente servir a Dios con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerza. También debemos amarlo con todo lo que tenemos (véase Doctrina y Convenios 59:5). El Salvador enseñó que los dos grandes mandamientos son:

“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente” y “amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:37, 39).

Nuestro amor por Dios fortalece nuestro deseo y nuestra capacidad de servirle y también aumenta nuestra capacidad de amar y servir a los demás. Si las personas que te rodean pueden sentir que las amas y te preocupas sinceramente por ellas, encontrarás oportunidades de bendecirlas y ayudarlas a sentir el amor de Dios.

Estudia, ¡y luego habla!

Antes de que se organizara la Iglesia, Hyrum, el hermano mayor del profeta José Smith, expresó su deseo de servir. Le preguntó a José qué podía hacer para ayudar a la obra de Dios. José recibió una revelación para Hyrum. El Señor dijo:

“No intentes declarar mi palabra, sino primero procura obtenerla, y entonces será desatada tu lengua; luego, si lo deseas, tendrás mi Espíritu y mi palabra, sí, el poder de Dios para convencer a los hombres” (Doctrina y Convenios 11:21).

Esa es una buena lección y modelo para cada uno de nosotros. Primero, estudia la palabra de Dios, ponla en tu corazón, y luego podrás hablar y expresarla. Nunca sabes qué cosas buenas pueden venir cuando decides hablar. Puedes ayudar a llevar la luz y la verdad de Dios a quienes “ no llegan a la verdad solo porque no saben dónde hallarla” (Doctrina y Convenios 123:12).

Mantener una perspectiva eterna

La obra de Dios es para todos Sus hijos. Una parte vital de esa obra se lleva a cabo en los templos de todo el mundo, incluso para aquellos que vivieron y “han muerto sin el conocimiento de este evangelio, quienes lo habrían recibido” (Doctrina y Convenios 137:7).

Tal vez te preguntes si lo que haces ahora realmente marca una diferencia, pero puedes ayudar a los que están del otro lado del velo efectuando bautismos por ellos en el templo. Asistir al templo y adorar en él durante toda tu vida te ayudará a mantener una perspectiva eterna —a pensar de manera celestial— y te brindará gozo y poder espiritual a ti y a otras personas, aquí y en la vida venidera.

Con esa visión eterna, verás que estás en el equipo —el equipo ganador de Dios— y que tienes una función importante que desempeñar en él. Es mucho lo que puedes hacer para ayudar en esta importante obra de salvación y exaltación.

Únete y ve lo que Dios puede hacer por medio de ti.