Para la Fortaleza de la Juventud
Perder cosas, encontrar al Salvador
Febrero de 2025


Voces de los jóvenes

Perder cosas, encontrar al Salvador

Gi Hyun M., 16 años, Laguna, Filipinas

Le encanta cantar himnos, escuchar música y ministrar a los jóvenes.

mujeres jóvenes conversando

Ilustración por Adam Howling

Antes no me gustaba ir a la Iglesia porque sentía que allí no tenía amigos. En la escuela, tenía amigos con los que podía reírme. pero sentía que las jóvenes de la Iglesia eran diferentes a mí o que tal vez no les gustaba mi personalidad. Empecé a fingir que estaba dormida para no tener que asistir a la Iglesia.

Luego llegó la pandemia de COVID-19 y pasamos por una época en la que perdimos cosas. Vivo con mi mamá y mi abuela; mi mamá perdió su trabajo y pensamos que tendríamos que dejar nuestra casa. Empecé a buscar un lugar más económico para vivir, pero no encontré ninguno; en cambio, encontré al Salvador.

La Iglesia comenzó a transmitir los servicios religiosos en línea, y mi madre me hacía despertarme para verlos, lo que me ayudó a hacerlo por obligación hasta haber cultivado el deseo real de hacerlo. Sentí que el Salvador me tendía la mano, aunque yo no se la tendiera a Él; y cuando comencé a acercarme a Él, hizo que Su mano estuviera más accesible. Perder cosas me ayudó a encontrar al Salvador.

Nuestro obispo me dio un llamamiento y las otras mujeres jóvenes se convirtieron en mis amigas porque me abrí a ellas. Como había sentido que no tenía amigos, me di cuenta de que quizás otras personas también podían experimentar lo mismo. Eso me hizo pensar que debía dar el primer paso y tenderles la mano.

Recuerdo cuando me tocó ayudar a enseñar una lección en la Iglesia. En el fondo, no quería hacerlo, pero después de que lo hice con éxito, sentí gozo. Eso me enseñó que el Evangelio es realmente hermoso. Es indescriptible, en el buen sentido.

Al final, el Señor ayudó a mi madre a encontrar un nuevo trabajo. Afortunadamente, todavía vivimos en nuestra casa y el Salvador la convirtió en un lugar más santo. También continúo riéndome con mis amigos en la escuela pero nada supera el gozo que ofrece el Salvador.