Para la Fortaleza de la Juventud
Cuando el albedrío duele
Febrero de 2025


Cuando el albedrío duele

¿Qué puedes hacer cuando las decisiones de otras personas las alejan del gozo del Evangelio?

huellas de pisadas

Ilustración por Gabrielle Cracolici

Tú lo tienes. Tu mejor amigo lo tiene. ¡Incluso el tío abuelo de la madre de tu primo segundo lo tiene! Es un don del Padre Celestial para todos Sus hijos en la tierra. Entonces, ¿cuál es ese don?, te preguntarás. Es el albedrío, el poder de elegir y de actuar.

Nuestra capacidad de tomar decisiones nos permite crecer, y eso es muy importante para que podamos regresar a vivir con el Padre Celestial. Sin embargo, ese don también tiene un lado difícil y a veces doloroso: el Señor nos enseña a “esco[ger] todo varón [y mujer] por sí mismo” (Doctrina y Convenios 37:4), y las decisiones que toman las personas no siempre son cálidas o agradables.

Cuando las personas que amas toman decisiones tristes, especialmente decisiones que los alejan de Jesucristo, puede ser doloroso. Duele ver a alguien a quien amas hacer cosas que sabes que en última instancia, le traerán tristeza. Tal vez te preguntes si había algo que debiste haber hecho para ayudar. Es posible que te sientas enojado o dolido porque usaron su albedrío de la manera en que lo hicieron. Es posible que incluso te sientas un poco responsable de la decisión que tomaron.

Si alguna vez te has sentido así, sigue leyendo. Dejemos algunas cosas claras.

La obra del Salvador

Lo primero que debes recordar es que tus seres queridos ya tienen un Salvador. Jesucristo ya ha sufrido “los dolores de todos los hombres, sí, los dolores de toda criatura viviente, tanto hombres como mujeres y niños” (2 Nefi 9:21). Él ama a los miembros de tu familia y amigos, conoce sus corazones y no se dará por vencido con ellos; también conoce la mejor manera de ayudarlos.

Aunque no es tu trabajo hacer lo que solo el Salvador puede hacer, sí puedes ayudarlo a recoger a Sus ovejas perdidas. Pero, ¿qué puedes hacer específicamente? ¿Y qué no deberías hacer? A continuación hay algunas ideas.

NO es tu trabajo

  • No asumas la responsabilidad de las decisiones de otras personas. Cada persona responsable es dueña de sus propias decisiones. ESTÁ BIEN sentirse triste por las decisiones de alguien, pero no es tu trabajo cambiarlas o arreglarlas.

  • No juzgues a los demás En las Escrituras se nos enseña que Dios es nuestro juez supremo (véase Doctrina y Convenios 64:11). En lugar de condenar a alguien, reemplaza el juicio injusto por el perdón y el amor.

  • No seas demasiado repetitivo. Decirle a alguien que tomó una mala decisión cada vez que no estás de acuerdo con él probablemente no ayudará. Cuando te sientas inspirado a testificar de la verdad, asegúrate de que tu motivación sea el amor.

  • No te castigues. A veces ofendemos a alguien, incluso cuando estamos tratando de ayudar. Si eso sucede, no seas duro contigo mismo. En vez de ello, pide disculpas, comunícate con humildad e intenta algo nuevo.

Tu trabajo

  • Tender la mano con amor. Aunque no estés de acuerdo con todas las decisiones que tome alguien, puedes demostrarle amor. ¿Cómo puedes conectarte con él de otras maneras saludables? ¡Encuentra lo que tienen en común!

  • Ora. La oración es poderosa, especialmente cuando oras específicamente por un familiar o amigo tuyo. Pídele a Dios que lo bendiga y que te bendiga a ti para saber cómo ayudar. Luego, sé paciente con Su tiempo y Sus respuestas.

  • Escucha al Espíritu Santo. Puedes recibir revelación específica (¡y consuelo!) para tu situación por medio del Espíritu Santo. Pasa tiempo en lugares donde el Espíritu pueda estar presente.

  • Sé un ejemplo. Continúa haciendo y guardando tus propios convenios con Dios. Cuanto más cerca estés de Él, más fácil será recibir inspiración sobre cómo puedes ayudar a tu ser querido. Puedes ser un ejemplo y una luz.

Aun cuando la forma en que alguien utilice su albedrío duela, hay sanación y esperanza disponibles para ti y para aquellos que amas y te importan. Sé paciente, acude al Salvador y sigue utilizando tu propio albedrío para hacer el bien.