Cinco mensajes para todos los hijos de Dios
Si lo deseas, Dios te guiará conforme lo ames con todo tu corazón y te esfuerces por bendecir a los demás.
Cada uno de nosotros es único y ha sido moldeado por un conjunto particular de experiencias. También tenemos un atributo muy importante en común: todos somos hijos de Dios.
Aunque nuestras circunstancias pueden ser diferentes, hay ciertos mensajes que todos los hijos de Dios necesitan escuchar. Me gustaría transmitirte cinco de estos mensajes, mensajes que espero que sientas que son para tus circunstancias y situaciones personales en la vida, y que se dan por medio del don y el poder del Espíritu Santo, solo para ti.
1. Avanza hacia la luz
El sol nunca cambia su curso. Mantiene su posición, firme en los cielos, proporcionando calidez y luz a la tierra.
Del mismo modo, Dios está en Sus cielos. Él nunca cambia ni altera Su curso, pero nosotros sí lo hacemos.
Todos necesitamos la luz de Dios en nuestra vida y, sin embargo, todos tenemos períodos de tiempo en los que nos sentimos en tinieblas. Cuando lleguen esos momentos, ten la seguridad de que Dios, al igual que el sol, siempre está allí. Cuando vuelvas tu corazón a Él, Él te abrazará y llenará tu alma de luz, calidez, conocimiento y guía. Él siempre está allí.
2. Eres mejor de lo que crees
El Señor siempre ha utilizado las cosas pequeñas y débiles del mundo para llevar a cabo Sus gloriosos propósitos. Él a menudo logra más éxito con aquellos que se sienten menos exitosos.
Quizás te veas a ti mismo como un poco menos de lo que eres. Indigno. Sin talento. Nada especial. Sintiendo que te falta el corazón, la mente, los recursos, el carisma o la estatura para ser de provecho para Dios.
¿Dices que no eres perfecto? ¿Que no eres suficientemente bueno? ¡Bienvenido al club! Puede que seas justo la persona que Dios está buscando.
Porque “lo que es imposible para los hombres es posible para Dios”.
Dios tomará tus talentos y habilidades y los multiplicará, aunque parezcan tan escasos como unos pocos panes y peces. Si confías en Él y eres fiel, ¡Él magnificará tus palabras y acciones y las utilizará para bendecir y ministrar a multitudes!
Dios no necesita personas sin defectos. Él busca a aquellos que ofrezcan “el corazón y una mente bien dispuesta” y los hará “perfectos en Cristo”.
3. Aprende a amar a Dios y al prójimo
Cuando un fariseo le preguntó a Jesús cuál era el mayor de los mandamientos, el Salvador estableció de una vez por todas cuáles deberían ser nuestras prioridades individuales y como Iglesia:
Cuando nos encontremos con el Salvador en el tribunal del juicio, rendiremos cuentas por cómo hemos vivido los dos grandes mandamientos.
¿Realmente buscamos a Dios? ¿Lo amamos con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerza?
¿Amamos a nuestra familia, amigos y vecinos? ¿Cómo manifestamos ese amor?
Siempre debemos recordar que “toda la ley y los profetas” apuntan a los dos grandes mandamientos.
Ese es el punto central del Evangelio de Jesucristo; es la esencia de quiénes somos como seguidores Suyos.
4. El conflicto es inevitable pero la contención es una elección.
Puede que a veces pienses en lo agradable que sería la vida si no hubiera tanta oposición, pero el conflicto es inevitable. Es una condición de la vida terrenal y parte de nuestra prueba. La contención, sin embargo, es una elección. Es una de las formas que algunas personas eligen para responder a los conflictos.
Nuestro mundo rebosa de contención. Tenemos acceso a ella las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana: en las noticias, en las redes sociales e incluso, a veces, en nuestra relación con nuestros seres queridos.
No podemos ajustar el volumen de la amargura, la ira o el enojo de los demás. Sin embargo, podemos escoger nuestra forma de responder. Podemos escoger un camino mejor: ¡el camino del Señor! Por supuesto, es más fácil decirlo que hacerlo.
Como seguidores de Jesucristo, seguimos Su ejemplo. No avergonzamos ni atacamos a los demás. Procuramos amar a Dios y servir a nuestro prójimo. Procuramos guardar con gozo los mandamientos de Dios y vivir de acuerdo con los principios del Evangelio e invitamos a los demás a hacer lo mismo.
No podemos forzar a nadie a cambiar, pero podemos amarlo. Podemos ser un ejemplo de lo que significa el Evangelio restaurado de Jesucristo y podemos invitar a todos a venir y a pertenecer. Y lo hacemos al aprender a amar a Dios y tender una mano para bendecir a los demás.
The way [El camino], por Jeanette Borup
5. Nuestro Padre Celestial es un Dios de nuevos comienzos
Mientras los seres mortales vivamos en este maravilloso y hermoso planeta, cometeremos errores.
Eso no es ninguna sorpresa para Dios.
Él envió a Su Hijo Unigénito para que llevara una vida perfecta y efectuara un gran y eterno sacrificio que nos limpia del pecado y abre la puerta a la santidad, la paz y la gloria por toda la eternidad conforme nos arrepentimos, cambiamos nuestro modo de actuar y tenemos fe en Él.
Nuestro Padre Celestial es un Dios de nuevos comienzos. Así como cada amanecer indica el comienzo de un nuevo día, cada vez que te arrepientes emprendes un nuevo comienzo en tu camino del discipulado. Puedes empezar de nuevo. Una y otra vez, día tras día, puedes empezar de nuevo.
No importa cuáles sean tus imperfecciones, no importa cuáles sean tus defectos, Dios puede sanarte, inspirarte y limpiarte. Porque Él es el Dios de los nuevos comienzos.
Mi querido amigo, ruego que encuentres esperanza, fortaleza y gozo en tu trayecto, que puedas encontrar a Dios y amarlo con todo tu corazón y que te esfuerces por bendecir la vida de los demás.