Ayudas para las Escrituras
Éxodo 19–20; 24; 31–34


Ayudas para las Escrituras

Éxodo 19–20; 24; 31–34

El Señor prometió hacer de Israel una nación santa, y Moisés preparó al pueblo para hacer convenio con Él. Después de escuchar al Señor proclamar los Diez Mandamientos desde el monte Sinaí, Israel hizo convenio de obedecerlos. Luego, el Señor escribió Su ley en dos tablas de piedra. Mientras Moisés estaba en el monte Sinaí, el pueblo le pidió a Aarón que hiciera un becerro de oro y lo adoraron. Cuando Moisés descendió de la montaña, rompió las tablas de piedra y destruyó el becerro de oro. A causa de los pecados de Israel, el Señor retuvo Su sacerdocio mayor y las ordenanzas correspondientes y, en su lugar, les dio la ley preparatoria de Moisés.

Recursos

Nota: La cita de una fuente no publicada por La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días no implica que dicha cita ni su autor cuenten con el respaldo de la Iglesia ni que representen la posición oficial de esta.

Antecedentes y contexto

Éxodo 19:1–2

¿Qué importancia tenía el monte Sinaí?

El libro de Éxodo se refiere al monte Sinaí (también llamado Horeb) como el “monte de Dios”. Este era un lugar sagrado donde Moisés entró en la presencia de Dios en al menos tres ocasiones distintas. El Sinaí ofreció a los israelitas su primera experiencia semejante a la de un templo. Fue el lugar donde el Señor dio Su ley a los hijos de Israel y donde ellos hicieron convenios con Él por primera vez. Los israelitas permanecieron en el Sinaí por casi un año. Los acontecimientos ocurridos allí se registran en el resto de Éxodo, en todo el libro de Levítico y en los primeros diez capítulos de Números.

un sitio tradicional del monte Sinaí en Egipto

Un sitio tradicional del monte Sinaí en Egipto.

Éxodo 19:3–6

¿Qué promesas hizo el Señor a los hijos de Israel si guardaban su convenio con Él?

Mientras Moisés hablaba con el Señor en el monte Sinaí, el Señor declaró Su deseo de hacer convenio con Israel. Prometió las siguientes bendiciones significativas si Israel obedecía Su voz y guardaba Su convenio:

“Vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos” (versículo 5)

El presidente Russell M. Nelson enseñó: “En el Antiguo Testamento , el término hebreo del cual se tradujo la palabra [especial] es segullah, que significa ‘propiedad apreciada’ o ‘tesoro’ […]. Y así vemos que el vocablo especial […] significa ‘especial tesoro’, ‘pueblo único’ o ‘de su exclusiva posesión [de Dios]’. Para nosotros, el que siervos del Señor nos describan con esos adjetivos es un excelso cumplido”.

“Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes y un pueblo santo” (versículo 6)

La frase “reino de sacerdotes” sugiere un grupo de personas que han recibido la autoridad del sacerdocio de Dios y que tienen la responsabilidad de administrar las ordenanzas del Evangelio. En el Antiguo Testamento, alguien o algo designado como santo es apartado para los propósitos de Dios. La santidad también hace referencia al carácter moral de una persona.

La revelación de los últimos días aclara que el Señor tenía la intención de que las ordenanzas del Sacerdocio de Melquisedec desempeñaran una función importante en que los israelitas llegaran a ser un reino de sacerdotes y una nación santa que pudiera “[ver] la faz de Dios”. El Señor enseñó que en las ordenanzas del Sacerdocio de Melquisedec “se manifiesta el poder de la divinidad”. Sin las ordenanzas del sacerdocio y el poder de la divinidad, “ningún hombre puede ver la faz de Dios, sí, el Padre, y vivir”. Sin embargo, debido a la dureza de corazón de los hijos de Israel, el Señor retiró el Sacerdocio de Melquisedec y solo permaneció el sacerdocio menor, o Sacerdocio Aarónico.

El profeta José Smith habló de establecer un reino de sacerdotes en nuestra dispensación, compuesto por hombres y mujeres que hubieran hecho convenios con Dios en la Casa del Señor. A aquellos que heredan el Reino Celestial se les llama “sacerdotes y reyes” y “reinas y sacerdotisas”.

Éxodo 20:1–17

¿Cuál es la importancia de los Diez Mandamientos?

Mientras los israelitas estaban reunidos al pie del monte Sinaí, oyeron la voz de Dios proclamando los Diez Mandamientos desde una nube en la cima de la montaña. Los Diez Mandamientos son una parte fundamental del Evangelio de Jesucristo. Se enseñan y se repiten a lo largo de las Escrituras. El presidente Spencer W. Kimball enseñó que “estos mandamientos no eran nuevos, sino que Adán y su posteridad los habían conocido” antes de que Moisés los recibiera.

Los Diez Mandamientos coinciden con los dos grandes mandamientos del Salvador: amar a Dios y amar a los demás. El élder L. Tom Perry enseñó que los primeros cuatro mandamientos “tienen que ver con nuestra actitud hacia Dios, y los seis restantes con nuestra actitud hacia nuestros semejantes. La reverencia a Dios fue la base de los Diez Mandamientos”.

Moisés sostiene los Diez Mandamientos

Ilustración de Moisés sosteniendo los Diez Mandamientos, por Sam Lawlor

Éxodo 20:4–534:14

¿Por qué el Señor se refiere a Sí mismo como un “Dios celoso”?

Al hablar sobre el segundo mandamiento, que prohíbe la adoración de ídolos, el presidente Dallin H. Oaks enseñó: “Más que simplemente prohibir los ídolos físicos, establece una prioridad fundamental permanente. Jehová explica: ‘Porque yo soy Jehová tu Dios […] celoso […] y que hago misericordia a […] los que me aman y guardan mis mandamientos’ (Éxodo 20:5–6). El significado de celoso es revelador. Su origen hebreo significa ‘poseer sentimientos sensibles y profundos’ [Éxodo 34:14, nota c al pie de página]. Por tanto, ofendemos a Dios cuando ‘honramos’ a otros dioses, cuando tenemos otras prioridades más importantes”.

Éxodo 20:7

¿Qué significa tomar el nombre del Señor en vano?

Para los israelitas de la antigüedad, tomar el nombre del Señor en vano significaba usar el nombre de Dios de una manera trivial, irrespetuosa o irreverente, ya sea en una conversación, al hacer convenios o hacer juramentos. Hablando sobre este mandamiento en nuestros días, el élder Dale G. Renlund enseñó: “En el bautismo y cuando tomamos la Santa Cena, testificamos que estamos dispuestos a tomar sobre nosotros el nombre de Jesucristo. En ese contexto, tengamos presente el mandamiento del Antiguo Testamento: ‘No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano’ [Éxodo 20:7]. Para nuestros oídos modernos, aquello suena como una prohibición contra el uso irreverente del nombre del Señor. El mandamiento incluye eso, pero su precepto es aún más profundo. La palabra hebrea traducida como ‘tomarás’ significa ‘izar’ o ‘portar’, como lo haríamos con un estandarte que identifique a uno mismo con una persona o con algún grupo. La palabra traducida como ‘vano’ significa ‘vacío’ o ‘engañoso’. Así, pues, el mandamiento de no tomar el nombre del Señor en vano puede significar: ‘No te identificarás como discípulo de Jesucristo a menos que te propongas representarlo bien’”.

Éxodo 20:13

¿Qué significa el mandamiento de no matar?

La palabra hebrea traducida como “matar” en la versión Reina-Valera se entiende mejor como “asesinar”. Asesinar significa acabar con la vida de otra persona intencional e injustamente. Existen algunas situaciones en las que una persona podría matar a otra sin que ello constituya asesinato; por ejemplo, en defensa propia o durante una acción militar en cumplimiento del deber.

Éxodo 20:18–21

¿Qué tenía de significativo la renuencia de los israelitas a que Dios les hablara directamente?

Los israelitas tuvieron miedo cuando vieron relámpagos y humo sobre el monte Sinaí, y cuando oyeron truenos mientras la voz del Señor proclamaba los Diez Mandamientos. Pidieron que Moisés hablara con Jehová en lugar de que Jehová siguiera hablándoles directamente. Aunque Moisés los exhortó a que “no tem[ieran]”, los israelitas “se pus[ieron] a lo lejos” mientras Moisés ascendía al monte Sinaí para hablar con el Señor.

Tres días antes, el Señor había mandado a Moisés que santificara al pueblo a fin de que estuviera preparado para cuando “Jehová descend[iera] a la vista de todo el pueblo sobre el monte Sinaí”. En Doctrina y Convenios 84 se explica que Moisés había procurado santificar al pueblo para que estuviera preparado para “[ver] la faz de Dios”. Aunque los israelitas escucharon los Diez Mandamientos, parece que el Señor había tenido la intención de que vivieran una experiencia aún más significativa. Sin embargo, “endurecieron sus corazones y no pudieron aguantar [la] presencia [de Dios]”.

Debido a la dureza de corazón que demostraron los israelitas durante esa experiencia y a que poco después adoraron el becerro de oro, el Señor retuvo Su ley mayor de ellos. El profeta José Smith enseñó: “Cuando Dios ofrece una bendición o conocimiento a un hombre, y este rehúsa recibirlo, será condenado. Los israelitas oraban para que Dios hablara a Moisés y no a ellos. Como consecuencia, Él los maldijo con una ley carnal”.

Éxodo 24:3–8

¿Por qué Moisés roció sangre sobre el altar y sobre el pueblo?

Después de que los israelitas aceptaron el convenio del Señor, Moisés llevó a cabo un rito especial. La sangre que Moisés roció sobre el altar representaba la sangre de Jesucristo, que Él derramaría en Getsemaní y en la cruz. Cuando roció la sangre sobre el pueblo, eso simbolizaba las bendiciones de la Expiación de Jesucristo que el pueblo recibiría por medio del convenio que había hecho. También simbolizaba la seriedad de esos convenios. Rociar sangre demostraba que tanto Dios como el pueblo estaban mutuamente vinculados por ese convenio.

Éxodo 24:9–11

¿Por qué Moisés y otras personas comieron y bebieron mientras estaban en la presencia de Dios?

Moisés y otros hombres israelitas ascendieron al monte Sinaí después de que los hijos de Israel concertaron formalmente un convenio con el Señor. Allí “vieron a Dios, y comieron y bebieron”. En la época del Antiguo Testamento, las comidas sagradas a menudo formaban parte del proceso de hacer o renovar convenios. Comer juntos era una manera formal de reafirmar el convenio y de unir a las partes del convenio. En nuestros días, participar de la Santa Cena es una manera de renovar nuestros convenios con el Señor y fortalecer nuestra relación con Él.

Jehová (Jesucristo) preterrenal se aparece a Moisés y a los setenta ancianos de Israel

Ilustración de la aparición de Jehová a Moisés y a setenta ancianos de Israel, por Jerry Harston

Éxodo 31:12–17

¿De qué manera la observancia del día de reposo representaba una señal entre los israelitas y el Señor?

El Señor enseñó a los israelitas que les dio el día de reposo como una “señal” de su relación de convenio con Él. Si observaban Su día de reposo, el Señor prometió santificar a Su pueblo del convenio.

El presidente Russell M. Nelson enseñó: “El día de reposo fue dado como un convenio perpetuo, un recordatorio constante de que el Señor santificará a Su pueblo […].

“¿Cómo santificamos el día de reposo? En mi juventud estudiaba las listas que otras personas habían recopilado de lo que se podía y lo que no se podía hacer en el día de reposo. No fue sino hasta más adelante que aprendí de las Escrituras que mi conducta y mi actitud en el día de reposo constituían una señal entre mi Padre Celestial y yo. Con ese entendimiento, ya no necesité más listas de lo que se podía y no se podía hacer. Cuando tenía que tomar una decisión en cuanto a si una actividad era o no era apropiada para el día de reposo, simplemente me preguntaba a mí mismo: ‘¿Qué señal quiero darle a Dios?’. Esa pregunta hizo que mis opciones respecto al día de reposo fueran bien claras”.

Éxodo 32:1–8

¿Por qué los israelitas crearon un becerro de oro para adorarlo?

Mientras Moisés pasaba cuarenta días y cuarenta noches en el monte Sinaí, el pueblo comenzó a preguntarse qué le había ocurrido. Le pidieron a Aarón que hiciera “dioses que vayan delante de nosotros”, y Aarón accedió a su petición. Estas acciones pueden parecer extrañas considerando que, no mucho tiempo antes, los israelitas habían hecho convenio de obedecer los mandamientos de Dios, incluido el de no hacer imágenes talladas.

Algunos eruditos han sugerido que la creación del becerro de oro pudo haber sido un intento equivocado por parte de los israelitas de recordar a Jehová o de invocar Su poder. Aarón declaró que el día de la dedicación del becerro sería una “fiesta para Jehová”. Es posible que creyera que el becerro de oro representaba a Jehová.

Independientemente de las intenciones de los israelitas, está claro que sus acciones ofendieron profundamente al Señor, quien lamentó que se hubieran “corrompido” y “pronto se [hubieran] apartado” de Sus caminos. Posteriormente, un salmista comentó que, al adorar al becerro de oro, los israelitas “cambiaron su gloria por la imagen de un toro que come hierba. Olvidaron a Dios, su Salvador, que había hecho grandes cosas en Egipto”.

Éxodo 32:9–14, 31–32

¿De qué manera la súplica de Moisés por su pueblo puede recordarnos a Jesucristo?

Aunque Moisés reconocía la gravedad de los pecados de los israelitas, suplicó a Dios que fuera misericordioso con ellos. Más tarde, incluso se ofreció a asumir su castigo. El Señor prometió que perdonaría a los que se arrepintieran.

La súplica de Moisés al Señor a favor de su pueblo puede recordarnos a Jesucristo, quien es nuestro intercesor ante el Padre. Un intercesor es alguien que aboga a favor de otra persona. El élder Dale G. Renlund enseñó que, como nuestro intercesor, Jesucristo “defiende lo que el Padre siempre ha querido: que volvamos a Él como herederos en Su reino”.

Éxodo 32:15–2434:1–2

¿Qué bendiciones perdieron los israelitas debido a su desobediencia?

Cuando Moisés descendió del monte Sinaí y vio el becerro de oro y el comportamiento del pueblo, rompió las tablas de piedra que el Señor había escrito. El acto de Moisés de romper las tablas reflejó el convenio quebrantado de Israel. El presidente Jeffrey R. Holland explicó que “había considerablemente más en esas tablas que los Diez Mandamientos”.

La Traducción de José Smith aclara que las tablas rotas contenían las instrucciones del Señor para las ordenanzas y los convenios del Sacerdocio de Melquisedec. Esas ordenanzas y convenios son necesarios para llegar a ser como Dios y morar en Su presencia. Sin embargo, debido a que los israelitas endurecieron su corazón, no fueron dignos de recibir esas bendiciones del Señor.

A pesar de la desobediencia de Israel, el Señor aún mostró misericordia con aquellos que se arrepintieron. Cuando Moisés subió de nuevo al monte Sinaí, el Señor le mandó instituir la “ley de un mandamiento carnal”, o el Evangelio preparatorio administrado por medio del Sacerdocio Aarónico. Esa ley se llegó a conocer como la ley de Moisés.

Éxodo 33:20

¿Quién puede ver el rostro de Dios y vivir?

La afirmación del Señor en el versículo 20 de que “ningún hombre me verá y vivirá” aparentemente contradice el versículo 11, que dice que “hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera con su prójimo”.

La Traducción de José Smith proporciona una útil aclaración del versículo 20. El Señor indicó que, debido a los pecados de Israel, no se les permitiría ver Su rostro en aquella ocasión. También agregó: “Y no ha habido ningún hombre pecador en ocasión alguna, ni habrá hombre pecador en ninguna ocasión que vea mi rostro y viva”.

Más información

Las promesas del convenio del Señor en Éxodo 19

  • Exodus 19:5–6”, New Era, julio de 2011, pág. 5.

Los Diez Mandamientos

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Imágenes

Moisés sostiene una tabla de piedra en cada brazo

Moses with the Ten Commandments [Moisés con los Diez Mandamientos], por Greg K. Olsen

Moisés sostiene las tablas de los Diez Mandamientos

Moses and the Tablets [Moisés y las tablas], por Jerry Harston

un becerro de oro

Composición de un becerro de oro, por Ron Herman

Moisés arroja las tablas al suelo mientras los israelitas adoran un becerro de oro

Worship of the Calf [La adoración del becerro], por W. C. Simmonds