Ayudas para las Escrituras
Éxodo 7–13
Después de que Faraón rechazara los mandatos del Señor transmitidos a través de Moisés y Aarón para liberar a los israelitas, el Señor reveló que manifestaría señales y maravillas en Egipto. A pesar de presenciar milagros y plagas, Faraón siguió endureciendo su corazón y se negó a dejar ir a los israelitas. El Señor envió una última plaga: la muerte de todos los primogénitos varones en Egipto. El Señor hizo que el ángel destructor pasara de largo por las casas de los israelitas que estaban marcadas con la sangre de un cordero. El Señor instituyó la Pascua, que llegaría a ser un homenaje a la liberación de Israel de su servidumbre en Egipto por parte de Jehová. La Pascua ayudaría a los israelitas a esperar anhelosamente la venida del Mesías y la liberación de los hijos de Dios de la muerte espiritual.
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Nota: La cita de una fuente no publicada por La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días no implica que dicha cita ni su autor cuenten con el respaldo de la Iglesia ni que representen la posición oficial de esta.
Antecedentes y contexto
Éxodo 7:3, 13; 9:12; 10:1, 20, 27; 11:10
¿Endureció Dios el corazón de Faraón?
¿Por qué el Señor envió plagas sobre Egipto?
Cuando el Señor llamó a Moisés por primera vez para liberar a los israelitas de Egipto, le explicó que Faraón no los dejaría ir si no era “por mano fuerte”. Luego, el Señor prometió: “Pero yo extenderé mi mano y heriré a Egipto con todas mis maravillas que haré en él, y entonces os dejará ir”.
El Señor dijo que por medio de las plagas que Él enviaría, Faraón y los egipcios “sabrán […] que yo soy Jehová” y que “no hay otro como yo en toda la tierra”. Las plagas demostraron claramente que Jehová era más poderoso que los dioses de Egipto, incluido Faraón, a quien los egipcios consideraban un dios.
A continuación, se presenta una lista de las plagas que se describen en Éxodo 7–11:
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Agua convertida en sangre (véase Éxodo 7:19–25)
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Ranas (véase Éxodo 8:5–15)
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Piojos (véase Éxodo 8:16–19)
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Moscas (véase Éxodo 8:20–24, 29–32)
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Muerte de ganado (véase Éxodo 9:1–7)
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Úlceras (véase Éxodo 9:8–12)
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Granizo y fuego del cielo (véase Éxodo 9:22–35)
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Langostas (véase Éxodo 10:12–20)
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Tinieblas (véase Éxodo 10:21–27)
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La muerte de todos los primogénitos (véase Éxodo 11:4–10)
¿Cómo pudieron los hechiceros de Faraón imitar algunos de los milagros efectuados por Moisés y Aarón?
El presidente Dallin H. Oaks comentó: “Recordarán que los hechiceros de la corte de Faraón replicaron algunos de los milagros que Moisés realizó por el poder de Dios [véase Éxodo 7–8]. Tal vez estos hechiceros eran siervos del diablo y usaban su poder, pero creo que lo más probable es que simplemente fueran hábiles practicantes de trucos de magia que utilizaban para reforzar su posición en la corte de Faraón”.
Aunque los hechiceros de Egipto pudieron llevar a cabo algunas imitaciones, nunca pudieron impedir ni contrarrestar las plagas que el Señor envió. De hecho, sus imitaciones de las dos primeras plagas probablemente empeoraron las circunstancias de los habitantes de Egipto. El contraste entre el poder del sacerdocio del Señor que ejerció Moisés y las imitaciones de los hechiceros de Egipto demuestra que el poder de Dios es superior a toda otra forma de poder.
¿Por qué permitió el Señor que Faraón eligiera cuándo terminaría la segunda plaga?
El hecho de que Faraón recurriera a Moisés y a Aarón —en lugar de a sus hechiceros— para que acabaran con la plaga de ranas sugiere que estaba comenzando a reconocer el poder de Jehová. Moisés respondió a la petición de Faraón preguntándole cuándo quería que invocara al Señor para que detuviera la plaga. Al permitir que Faraón eligiera cuándo terminaría la plaga, Moisés quizás quería dejar en claro que su eliminación no sería una coincidencia, sino un acto del poder de Dios.
¿Qué nos pueden enseñar los símbolos de la Pascua acerca de Jesucristo?
La décima plaga amenazaba con la muerte de todos los hijos y animales primogénitos en Egipto. Sin embargo, el Señor proveyó una manera para que los israelitas escaparan de esa plaga. Les indicó que participaran en una comida especial mientras la plaga pasaba de largo: la cena de Pascua. Las instrucciones del Señor incluyeron muchos símbolos importantes que señalan a Él, entre ellos los siguientes:
The Passover Supper [La cena de Pascua], por Brian Call
Cordero sin defecto (Éxodo 12:4–6, 46)
El Señor mandó a los israelitas que mataran y comieran un cordero macho “sin defecto”. Además, les indicó que no debían quebrar ningún hueso del animal. El apóstol Pedro describió a Jesucristo como el “cordero sin mancha”. Como el Cordero de Dios, Jesucristo fue muerto por los pecados del mundo. Al momento de Su muerte, no se quebró ninguno de los huesos del Salvador.
La sangre del cordero en el dintel y en los postes de las puertas (Éxodo 12:6–7, 12–13)
El élder Gerrit W. Gong enseñó:
“La última plaga amenazaba con la muerte de los primogénitos de la tierra, pero no en la casa de Israel si es que… si es que en esos hogares ponían la sangre de un cordero de las primicias y sin mancha en el dintel de la puerta.
El ángel de muerte pasó de largo las casas marcadas con la sangre simbólica del cordero. Ese acto de pasar de largo representa que Jesucristo finalmente vence la muerte. En efecto, la sangre expiatoria del Cordero de Dios da a nuestro Buen Pastor poder para recoger a Su pueblo de todo lugar y circunstancia en la seguridad de Su redil, a ambos lados del velo”.
The Passover [La Pascua], por W. H. Margetson
Pan sin levadura (Éxodo 12:8, 15)
El Señor mandó a los israelitas que comieran pan sin levadura como parte de la cena de Pascua y que eliminaran toda la levadura de sus hogares durante siete días. El pan es un símbolo de Jesucristo. El Salvador testificó: “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene nunca tendrá hambre; y el que en mí cree no tendrá sed jamás”.
La levadura causa que el pan se levante. Los israelitas no tuvieron tiempo para dejar que el pan leudara la noche de la Pascua porque Dios estaba a punto de liberarlos y tendrían que salir de Egipto con urgencia. Con el tiempo, la levadura llegó a asociarse con las influencias mundanas que distraen y corrompen. El hecho de que eliminaran toda la levadura de la casa durante los siete días posteriores a la Pascua podría simbolizar el arrepentimiento por medio de Jesucristo. Como parte de nuestro arrepentimiento, debemos despojarnos de todo lo que pueda corrompernos espiritualmente.
Hierbas amargas (Éxodo 12:8)
Junto con el cordero se debían comer hierbas amargas. Podrían haberles recordado a los israelitas la amargura de su servidumbre en Egipto o la amargura del pecado. Mediante Su Expiación, el Salvador bebió la “amarga copa” para que nosotros pudiéramos ser redimidos del pecado y de la muerte.
Comer apresuradamente (Éxodo 12:11)
Las instrucciones del Señor a los israelitas en el versículo 11 indicaban que su liberación ocurriría muy pronto. Tenían que comer apresuradamente, con los lomos ceñidos, los pies calzados y el báculo en la mano. Estas instrucciones pueden servirnos como recordatorio del deseo del Señor de que obedezcamos Sus mandamientos con prontitud.
¿Por qué los hijos y animales primogénitos fueron santificados para el Señor?
El Señor mandó que los hijos primogénitos de Israel fueran dedicados a Él y que sus animales primogénitos se le ofrecieran como sacrificio. Ese mandamiento se relacionaba con el hecho de que Él perdonó a los hijos y animales primogénitos de Israel durante la última plaga. Habiendo salvado de la muerte a los primogénitos de los fieles, el Señor los reclamó como Suyos.
El mandamiento de dedicar los hijos primogénitos al Señor puede recordarnos a Jesucristo, quien fue el primogénito de todos los hijos espirituales del Padre Celestial. Durante Su ministerio terrenal, el Salvador declaró Su dedicación a la voluntad del Padre: “He descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió”.
¿Cómo siguieron recordando la Pascua las generaciones posteriores?
Moisés instruyó a los israelitas que recordaran el día en que fueron liberados de Egipto. Para ello, debían repetir la cena de Pascua cada año en el aniversario de su liberación. Los israelitas cumplieron fielmente este mandamiento, aunque ciertos aspectos de la observancia de la Pascua fueron evolucionando con el tiempo.
La noche antes de la crucifixión de Jesucristo, Él y Sus discípulos comieron juntos la cena de Pascua. Al final de esa cena, Jesús instituyó la ordenanza de la Santa Cena, la cual les dijo a Sus discípulos que repitieran en memoria de Él. Al día siguiente, en similitud del cordero que se sacrificaba en la Pascua, el Cordero de Dios fue sacrificado en la cruz por los pecados del mundo. Su sacrificio puso fin a la necesidad de los sacrificios de animales.
Después de la crucifixión del Salvador, Sus seguidores comenzaron a reunirse el primer día de la semana para participar del pan y el vino en memoria de Él. El presidente Boyd K. Packer explicó que después de la muerte de Jesucristo, “la Pascua se conmemoraría para siempre como el sacramento de la Santa Cena”.
In Remembrance of Me [En memoria de Mí], por Walter Rane
Más información
La Pascua
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Howard W. Hunter, “Cristo, nuestra Pascua”, Liahona, julio de 1985, págs. 17–18.
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“The Passover Supper”, Ensign, abril de 2014, págs. 74–75.
La Santa Cena
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Jeffrey R. Holland, “He aquí el Cordero de Dios”, Liahona, mayo de 2019, págs. 44–46.
Contenido multimedia
Música
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“En Ti pensamos”, Himnos — Para el hogar y la Iglesia
Video
Imágenes
Ilustración de Moisés y Aarón en la corte de Faraón, por Robert T. Barrett
Moses and Aaron before the Pharaoh [Moisés y Aarón ante Faraón], por Paul Gustave Doré
Passover [Pascua], por Eva Timothy