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CAPITULO 51: ‘PARTICIPANTES DE LA NATURALEZA DIVINA’


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“PARTICIPANTES DE LA NATURALEZA DIVINA”

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Map Chp. 51

DESDE ROMA

ASIA

BITANIA PONTO

GALACIA

CAPADOCIA

La segunda Epístola de Pedro.

Aparentemente escrita desde Roma antes del año 80.

(2 Pedro)

“Hacer firme vuestra vocación y elección”

1:1–19

La profecía viene mediante el Espíritu Santo

1:20, 21

Los maestros falsos son condenados

2:1–9

El estado caído de los santos concupiscentes

2:10–22

Los burladores entre los Santos de los Ultimos Días negarán la Segunda Venida

3:1–10

Las vidas santas y devotas son preparadas para el Señor.

3:11–18

Comentario Interpretativo

(51-1) ¿Cuál es el tema de la segunda epístola de Pedro?

El tema predominante de esta carta es la manera en que llega uno al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Como ha sido mostrado en el bosquejo, puede dividirse en tres secciones principales. La primera indica cómo llega uno al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo llegando a ser “participante de su naturaleza divina” y asegurando “su llamamiento y elección”. En la segunda sección este conocimiento verdadero de Cristo es contrastado con el conocimiento falso: las herejías cometidas por los apóstatas. La tercera sección llama la atención a la esperanza que trae el conocimiento verdadero del Señor y la promesa de su glorioso retorno a la tierra.

(51-2) Fecha y lugar desde donde fue escrita

No podemos decir con certeza cuál fue el lugar desde donde escribió Pedro la carta, aunque algunos suponen que fue en Roma. Debido a que la amenaza de persecución parece haber pasado (no hay mención de ella en esta carta así como tampoco de sufrimiento alguno), se supone que la carta tiene su origen entre las persecuciones efectuadas por Nerón y la supuesta fecha de la muerte de Pedro, posiblemente en el año 68 D.C.

(51-3) Paternidad literaria

Aunque algunos eruditos han desafiado la autenticidad de la carta, el peso de la evidencia favorece a Pedro como el autor. José Smith escribió en cuanto a la discusión de la Primera Epístola de Pedro, “Pedro escribió en un lenguaje más sublime que cualquiera de los otros apóstoles”. El profeta José frecuentemente citaba a Pedro.

(51-4) Información

Pedro, presidente de la iglesia en su época, dirigió esta carta a los santos que “habéis alcanzado…una fe igualmente preciosa que la nuestra” (1:1). Parece que habían surgido nuevos problemas en la Iglesia. Mientras que antes la amenaza a la iglesia era la persecución desde afuera, el peligro ahora parece ser la apostasía interna. “…habrá entre vosotros falsos maestros”, escribió el principal apóstol, “…que introducirán encubriertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor…” (2:1). El gran peligro para la iglesia consistiría en que muchos en el futuro seguirían a estos maestros por ignorancia y carencia de convicción. la epístola dos veces recuerda a los santos las cosas que habían aprendido (1:12-15; 3:1,2): primero, que si persisten a fin de asegurar su llamamiento y elección, no caerán (1:10, 11); y segundo, que la segunda venida del Señor era cierta y segura, aunque los burladores, según estaba profetizado, negarían el hecho por lo que a ellos parecía una demora sin razón. Pedro escribió la epístola, por lo tanto, para advertir en cuanto a una inminente apostasía en la iglesia y para exhortar a los santos a continuar creciendo en el conocimiento del Señor Jesucristo. Este consejo, si era seguido, los guiaría a fin de asegurar su llamamiento y elección.

(51-5) 2 Pedro 1:1-19. ¿Cuáles son las tres grandes llaves para obtener el verdadero conocimiento de Dios?

“Hay tres grandes secretos que se encierran en este capítulo…los cuales ningún hombre puede descubrir sino por la luz de la revelación, y son la llave a todo el capítulo…

“La primera llave: El poder de la salvación es el conocimiento. la segunda llave: Procurad hacer firme vuestra vocación y elección. la tercera llave: Una cosa es estar sobre el monte y oír esta voz enviada del cielo, etc., y otra oirla que os declare: “Tenéis parte y porción en ese reino’” (Enseñanzas del Profeta José Smith, págs. 371, 373).

Concerniente a las tres grandes llaves del conocimiento de Dios, aprendemos tres conceptos:

  1. El conocimiento de Cristo que trae salvación se obtiene poco a poco.

    “No es prudente que de una vez se nos imparta todo el conocimiento, sino más bien debemos recibirlo poco a poco, y entonces lo comprenderemos…

    “…El principio del conocimiento es el principio de la salvación. Los fieles y diligentes que pueden entender este principio; y todo aquel que no logra conocimiento suficiente para salvarse, será condenado. El principio de salvación nos es dado mediante el conocimiento de Jesucristo“ (Smith, Enseñanzas, pág. 361; Itálicas agregadas).

  2. Cuando uno adquiere conocimiento de los atributos divinos de Cristo y los incorpora a su propia vida, asegura su llamamiento y elección.

    “Nadie puede comprender el conocimiento de Dios, de Cristo y del evangelio a menos que él mismo posea los atributos de santidad, pues el conocimiento de las cosas espirituales viene solamente mediante revelación, y en tanto que la persona no obtenga los atributos de santidad no podrá recibir el Espíritu de quien viene la revelación” (McConkie, DNTC, 3:354). (En cuanto al procedimiento para asegurar el llamamiento y elección de uno, se hace mención en el comentario interpretativo de 2 Pedro 1:10.)

  3. La palabra profética más segura, la promesa del Señor de que el hombre será exaltado y llegará a conocer plenamente a Dios (Juan 17:3), viene como resultado de asegurar el llamamiento y elección de uno.

    “Ahora vamos al secreto y la llave principal. Aunque oyesen la voz de Dios y supiesen que Jesús era el Hijo de Dios, esto no sería evidencia de que su elección y vocación había sido hecha firme, ni que tendrían parte con Cristo y serían coherederos con El. Así pues, buscarían esa palabra profética más permanente de que habían sido ligados en los cielos, y que tenían la promesa de vida eterna en el reino de Dios. Y habiéndoles sido confirmada esta promesa, era como un ancla para el alma, firme y segura. Aunque retumbaran los truenos, y deslumbraran los relámpagos, y rugieran los terremotos, y los rodearan las guerras, aún así, esta esperanza y conocimiento sostendrían sus almas en toda ocasión de pruebas, angustias y tribulación. De manera que el conocimiento, mediante nuestro Señor y Salvador Jesucristo, es la llave maestra que abre la gloria y misterios del reino de los cielos” (Enseñanzas, pág. 363).

(51-6) 2 Pedro 1:4-8. ¿Qué significa ser “participantes de la naturaleza divina”?

Pedro mismo dijo que es escapar “de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia” (vers. 4).

El presidente David O. McKay, comentando el versículo 4, dijo que significa “elevarse por encima de lo temporal, de lo sensual, y participar del divino Espíritu de Dios” (CR, oct. De 1961, pág. 90).

(51-7) 2 Pedro 1:10. ¿Qué quiere decir “hacer firme vuestra vocación y elección”?

“Significa ser sellado para vida eterna; tener la garantía incondicional de exaltación en el más alto cielo del mundo celestial; recibir la seguridad de la condición divina; es, en efecto, tener adelantado el día del juicio, de forma que se asegure la herencia de toda la gloria y honor del reino del Padre antes del día en el que los fieles realmente entrarán en la presencia divina para sentarse con Cristo en su trono, aun como El está ‘sentado’ con su “Padre en su trono’ (Apo. 3:21)” (McConkie, DNTC, 3:330-31).

(51-8) 2 Pedro 1:10. ¿Debe ser casado el hombre por tiempo y eternidad a fin de asegurarse su llamamiento y elección?

“…asegurar el llamamiento (vocación) y elección viene después y como consecuencia del casamiento celestial. La vida eterna no existe ni puede existir para el hombre o mujer solos, porque su misma naturaleza consta de la continuación de la unidad familiar en la eternidad” (McConkie, DNTC, 3:343.)

(51-9) 2 Pedro 1:21. ¿Cómo interpreta uno correctamente las Escrituras?

“Si los profetas hablan por el poder del Espíritu Santo, entonces el Espíritu Santo es lo que se requiere para interpretar correctamente las enseñanzas de los hombres santos. Por lo tanto, aquellos que no poseen el Espíritu de Dios no pueden comprender las cosas de Dios” (Delbert L. Stapley, en CR, octubre de 1966, pág. 113).

(51-10) 2 Pedro 2:1. ¿Hay herejías en la verdadera Iglesia de Cristo?

“Las herejías abundan en el mundo sectario. Las doctri nas falsas son manifiestas en todas partes…

“Pero, ¿y qué de la Iglesia verdadera? ¿Hay herejías dentro de esa institución divina? Pablo dice que tal era el caso con los corintios y es evidente que lo mismo sucede actualmente en el reino de Dios en la tierra. Hablando de nuestra época, Nefi dijo: ‘…a causa del orgullo, maldades, abominaciones y fornicaciones’ todos los hombres ‘se han extraviado, salvo unos pocos que son los humildes servidores de Cristo’. Luego, señalando a estos verdaderos santos, añadió: ‘sin .embargo, son guiados de tal manera que a menudo yerran por haber sido enseñados por los preceptos de los hombres’ (2 Nefi 28:14). Esto es, en la Iglesia existen herejías hoy en día, aun de la misma manera como existieron en el meridiano de los tiempos” (McConkie, DNTC, 2:362-63).

(51-11) 2 Pedro 2:20-22. ¿Puede la inmoralidad y la rebelión llevar al pecado imperdonable?

“Es de importancia para todo hombre, que ni siquiera se aproxime al punto trágico del pecado imperdonable. Numerosas personas han perdido el Espíritu a causa de la inmoralidad y por motivo de la rebelión ocasionada por la sofistería y filosofía de los hombres, y algunas veces debido a ofensas imaginadas. El rencor tiene su manera de envenenar la mente y matar el espíritu. Uno no debe correr el riesgo de permitir que tales situaciones se tornen virulentas y gangrenosas, pues, ¿quién puede decir que uno mismo no se pasaría hasta el otro lado de la línea? Hacer esto, más bien que perseverar hasta el fin, tal vez equivale a encontrarse uno en la categoría a que se refiere el apóstol Pedro” (Kimball, El Milagro del Perdón, págs. 119-20).

(51-12) 2 Pedro 3:3 “En los postreros días vendrán burladores”

“En ‘esta segunda epístola’ el principal apóstol establece y anuncia la naturaleza literal de la Segunda Venida del Hijo del Hombre, con esta proclama adicional: en los últimos días, en lo que se dará por llamar el cristianismo (pues la doctrina no es un punto conocido en otros círculos) será desafiado el hecho del regreso literal de nuestro Señor; ministros falsos se burlarán de tal punto de vista que considerarán anticuado; y los científicos se mofarán de la idea de la quemazón de la tierra como preludio de una era milenaria cuando nadie sino los, justos morarán en la nueva tierra limpia y purificada así de sus habitantes inicuos. Toda la historia, toda la experiencia, y toda la razón, dirán, niegan la realidad de esas doctrinas pasadas de moda en cuanto al Señor viviendo entre los hombres. Ciertamente las Escrituras deben querer decir que El vendrá como un poder o influencia a morar en los corazones de los hombres siempre que ellos alcancen unidad con El y esto es lo que esos ministros proclamarán.

“Pero Pedro, cuyos puntos de vista venían no de la razón sino de la revelación, replica: ¿qué es más fácil, creer en una creacción (cuyo hecho es por sí mismo evidente) o en la Segunda Venida? ¿Creer en la destrucción del mundo por agua en la época de Noé (Hecho del cual hay amplia evidencia) o en la quemazón de la viña en aquel día, ‘como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre’? (Lucas 17:26)” (McConkie, DNTC, 3:364-65).

(51-13) 2 Pedro 3:10-13. ¿Qué quiere decir la expresión “esperamos…cielos nuevos y tierra nueva’?

“No entendamos mal esa expresión. El nuevo cielo y la tierra nueva serán el mismo cielo y la misma tierra en la cual ahora nos encontramos, pues esta tierra recibirá la resurrección después de este día de mortalidad y será la morada de los justos en la eternidad. Sin las revelaciones del Señor dadas a los hom bres, esta verdad no sería conocida. Ni tendríamos el conocimiento de la gloria final a la cual esta tierra será asignada. Aun ahora, donde los hombres están sin la guía divina y sin revelación, esta verdad no sería conocida” (Smith, Seek Ye Earnestly, pág. 262).

PUNTOS A CONSIDERAR

EN TODA EPOCA HA HABIDO QUIENES HAN INTENTADO DESVIAR A LA GENTE

Hace unos años, uno de nuestros capellanes Santo de los Ultimas Días estaba entrevistando a un soldado que estaba detenido en un destacamento militar. En respuesta a la pregunta de por qué había salido del destacamento sin el permiso correspondiente, razón por la cual estaba detenido, el joven expresó su disgusto por la vida militar y su deseo de sentirse libre. El capellán lo comprendió porque había mucho en la vida militar que a él tampoco le gustaba. El también alimentaba el deseo del soldado detenido, ese deseo de libertad personal. Después de haber identificado aquellos sentimientos comunes, el capellán le preguntó al soldado cuál de los dos gozaba de mayor libertad. La respuesta, naturalmente, era obvia. Cuando terminó la entrevista, el capellán se levantó y salió del calabozo, pero el soldado quedó encerrado. El capellán observó que él personalmente tenía bastante libertad personal debido a su cumplimiento con las reglas militares, dándose cuenta de que cuanto mejor actuaba en el desempeño de sus tareas menos supervisión recibía y mayor libertad era la que recibía.

Vivimos en una época en la que la búsqueda de la libertad es una preocupación prevaleciente. El mundo está conmovido por grandes movimientos que tienden a “liberarnos” más de las ataduras del pasado y que intentan efectuar lo que sus adherentes prefieren llamar “igualdad”. Uno se pregunta cuántos de estos movimientos, como lo hecho por aquel soldado desertor, en realidad conducen sólo a mayor esclavitud; y uno no puede sino sentirse impresionado por las sorprendentes semejanzas entre aquellos contra quienes Pedro advirtió antiguamente y muchos movimientos que sacuden al mundo en la actualidad. Consideren la descripción que él hace de los maestros falsos quienes, si aún no habían aparecido, sabía que pronto lo harían entre los santos.

2 Pedro, capítulo 2:

Vers. 1

Negarán a Cristo

Vers. 2

Harán que la verdad aparezca como mal.

Vers. 3

Explotarán a la gente mediante argumentos astutos.

Vers. 10

Harán lo que les plazca, esto es, serán obstinados en hacer lo que quieran sin considerar a los demás.

Vers. 12

Tendrán poco conocimiento de lo pertinente a la rectitud que desafían.

Vers. 13

Pecarán abierta, pública y voluntariamente.

Vers. 14

Serán motivados por la lujuria y la codicia.

Vers. 14

Se aprovecharán de aquellos que son inestables e inmaduros.

Vers. 18

Presentarán su causa con pulida retórica y buena oratoria.

Vers. 19

Prometerán liberar a quienes simpaticen con ellos y los sigan.

Al leer la epístola de Pedro y hacer comparaciones con la época actual, uno se pregunta si Pedro estaba escribiendo a la gente de su época o a nosotros.

Hoy en día hay muchos que, como el soldado culpable de desersión, en su huida por encontrar la libertad se encuentran en una esclavitud mayor que aquella de la que querían escapar. Bien podrían meditar la observación del élder James E. Talmage cuando dijo: “La obediencia a la leyes la manera de vivir del hombre libre; el transgresor teme la ley, porque trae sobre sí la privación y la restricción, no por causa de la ley, la cual lo habría protegido en su libertad, sino por su antagonismo hacia la ley” (Talmage, Artículos de Fe, pág. 58).

Es interesante notar con cuánta frecuencia los profetas falsos adoptan la actitud de “héroes” ante el pueblo, para “liberarlo” de las influencias de la rectitud. (Véase Números 16:3 y Alma 30:14, 23 como ejemplos.)

(51-14) Hoy en día hay falsas enseñanzas como las había en los días de Pedro

“Evidentemente, en la iglesia primitiva había quienes enseñaban como doctrinas las filosofías de hombres. Hoy día hay quienes parecen enorgullecerse de estar en desacuerdo con las enseñanzas ortodoxas de la Iglesia y los que presentan sus opiniones propias que resultan diferentes a la verdad revelada. Algunos tal vez sean parcialmente inocentes en el asunto; otros están alimentando su propio egoísmo; y algunos parecen ser totalmente deliberados. Los hombres pueden pensar como les plazca, pero no tienen derecho de imponer sobre otros sus propios puntos de vista. Tales personas deben comprender que sus propias almas están en peligro” (Spencer W. Kimball, en CR, abril de 1948, pág. 109).

(51-15) Nuestra prueba actual está en las filosofías del mundo contra los profetas vivientes

“Durante los primeros días de la Iglesia atravesamos un período de calumnias y mala interpretación, y salimos adelante. Aquello nos unió por causa de los enemigos de afuera, y lo sobrevivimos. Pasamos por un período de violencia y expulsión, en que la vida de los nuestros era violentamente arrebatada y su sangre derramada y, de alguna manera, el martirio nos dio fuerza. Pasamos por la pobreza y obtuvimos fortaleza mediante sus pruebas. Luego pasamos por una época que podríamos llamar apostasía, o traición interna, una de las pruebas más difíciles por las que hemos pasado. Ahora estamos pasando por otra prueba: un período de lo que podríamos llamar sofisticación. Esta es una época en la que hay mucha gente instruida que no quiere escuchar a los humildes profetas del Señor. Y hemos sufrido por causa de eso. Es más bien una prueba severa” (Harold B. Lee, Instructor, junio de 1965, pág. 217).

Podrían ustedes preguntar, ¿como puedo fortificarme contra las filosofías de las enseñanzas falsas?

Lean en 2 Pedro 2:1, 20-22. ¿Qué quiere decir Pedro por “el conocimiento del Señor”? ¿Es suficiente con aprender en cuanto al Señor? Lean en Mateo 7:22, 23.

¿Pueden ver por esto que al llegar a tener una relación personal con el Señor mediante el estudio, oración y obediencia, tendrán poder para vencer las falsas filosofías del adversario?

(51-16) Debemos vivir de tal forma que podamos conocer la voluntad del Padre respecto a todas nuestras circunstancias

“Lo que ahora deseo grabar en la mente de mis hermanos que poseen el santo sacerdocio es que vivamos tan cerca del Señor, seamos de espíritu tan humilde, tan dóciles y dúctiles a la influencia del Espíritu Santo, que podamos conocer la disposición y voluntad del Padre concerniente a nosotros como individuos y oficiales en la Iglesia de Cristo bajo cualquier circunstancia” (Doctrina del Evangelio, Smith, pág. 65).

(51-17) La rectitud viene por revelación

“Recordad siempre, queridos hermanos, que si fuereis rectos como vuestro Padre Celestial, Su rectitud viene por REVELACION, mediante vuestra fe. No os contentéis con nada que no sea la voluntad revelada de nuestro Padre Celestial, pues estando edificados sobre este cimiento, las oleadas del error y de la tentación que vendrán sobre todos los que moran en la tierra, no podrán venceros” (Brigham Young, Heber C. Kimball y Willard Richards, citados en la obra de James R. Clark, Messages of the First Presidency of The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, 2:124).

(51-18) Debemos vivir de tal forma que las revelaciones de Jesucristo puedan estar con nosotros constantemente

“Los Santos de los Ultimos Días deben vivir de tal forma que conozcan la voz del Pastor Verdadero y no sean engañados por simuladores…El Santo de los Ultimos Días que no vive como para tener constantemente con él las revelaciones de Cristo, está en gran peligro de ser engañado y de caer” (Harold B. Lee, CR, oct. de 1967, pág. 103).

PARTICIPAR DE LA NATURALEZA DIVINA DE DIOS ES PARTICIPAR DEl PODER DE DIOS MEDIANTE EL ESPIRITU SANTO

¿Qué es la naturaleza divina? Es la naturaleza de Dios. Es la naturaleza, perfección, personalidad, gloria, poder y santidad no solamente del Padre sino también del Hijo, Jesucristo, pues El ha participado de la “plenitud” y ha llegado a ser como el Padre en todo sentido. Se nos promete que, como Cristo ha obtenido esta plenitud, nosotros, mediante la obediencia a El, podemos finalmente obtenerla también. (Véase D. y C. 93:16, 17, 19, 20.)

Los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días deben llegar a ser como el Señor Jesucristo yeso se espera de ellos; se espera que obtengan la naturaleza divina que poseen el Padre y el Hijo. Naturalmente, todos somos llamados a alcanzar este gran destino. El llamamiento —la elección, la promesa, la oportunidad— la ha extendido el Señor a todos, pero ninguno nos va a obligar a cumplir con ella y asegurarla. Es un asunto de libre albedrío. Pero ya hemos hecho algo que denota nuestra seriedad en aceptar el llamamiento y elección que nos ha sido ofrecido. Por ejemplo, ustedes han escogido unirse a los Santos y reunirse con ellos, orar, leer las Escrituras, estudiar esta lección. Su llamamiento de ser participantes de la naturaleza divina, de llegar a ser como Dios, no ha caído a un vacío; la elección no es solamente de Dios, sino de ustedes también. Ciertamente, en lecciones anteriores (por ejemplo en la lección 3) se ha sugerido que hemos buscado esta oportunidad aun antes de entrar al estado terrenal (Véase 2 Pedro 1:3; 2 Tesalonicenses 2:13, 14: y 3 Nefi 27:27).

Pedro especifica la fe, virtud, conocimiento, templanza, paciencia, santidad, bondad fraternal y caridad (2 Pedro 1:5-7). Estas cosas no son demostradas en perfección por la humanidad caída de aquí abajo, sino por el Padre y el Hijo que están arriba. Sin embargo, nosotros también debemos obtener estas cualidades de algún modo y llegar a ser perfectos en ellas. (Mateo 5:48.)

¿Pueden apreciar mediante este capítulo, que a medida que uno aprende acerca de Dios y luego se esfuerza por ser semejante a El, uno puede atraer los poderes del cielo para que lo ayuden a actuar más como lo hizo Jesucristo, aquí y ahora? Estudien con atención la siguiente cita expresada por el presidente Brigham Young:

“Cuando mediante el evangelio, el Espíritu en el hombre ha vencido a la carne de forma que pueda vivir sin transgresiones voluntarias, el Espíritu de Dios se une a su espíritu y vienen a ser compañeros, y la intención y voluntad del Creador es así transmitida a la criatura” (JD, 9:288).

¿Es eso lo que se quiere decir con la expresión “participantes de la naturaleza divina”?

Bien, ¿qué pueden ustedes hacer para participar más plenamente de la naturaleza divina de Jesucristo?

Pedro sugiere algunas cualidades que los ayudarán en este esfuerzo (2 Pedro 1:5-7). Consideren sus esfuerzos por adquirir la “naturaleza divina” en los siguientes campos:

1. Fe

Estoy poniendo en práctica, activamente, las enseñanzas de los profetas de la Iglesia, tales como la orientación familiar, noche de hogar para la familia, etc.

2. Virtud

Me estoy esforzando continuamente para controlar cualquier idea indeseable que pudiera llevarme a acciones indeseables.

3. Conocimiento

Durante la semana que ha pasado he leído de los libros canónicos.

4. Templanza

Soy tolerante y comprensivo con aquellos que no tienen mis mismas creencias.

5. Paciencia

Al ser provocado en una situación familiar tengo fuerza suficiente para no responder ni con palabras ni con hechos.

6. Santidad

Sinceramente estoy esforzándome por llegar a ser como Dios en mi forma de hablar y en mis acciones.

7. Bondad fraternal

Trato a mis familiares y a mis compañeros tal como deseo ser tratado.

8. Caridad

El amor de Jesucristo se manifiesta en la forma en que hablo y trato a los demás.

No estoy actuando así

Estoy intentándolo

Me va bien.

Y bien, ¿cómo es que podemos esperar obtener la naturaleza divina? Ciertamente, la experiencia de todos los mortales sugeriría que nuestra disciplina personal y nuestro ingenio no serían suficientes para la tarea.

Pedro dice que si tenemos el deseo de entregar “toda diligencia” (2 Pedro 1:5) a la tarea de adquirir o desarrollar estas cualidades, “las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad” vendrán a nosotros mediante el “poder divino” (2 Pedro 1:3.) Si se esperara que adquiriésemos la naturaleza divina sin alimento y poder provenientes de una fuente divina, Pedro no nos habría pedido que fuésemos “participantes”. Es razonable que deberíamos participar del poder divino a fin de alcanzar alturas divinas.

Tenemos delante de nosotros el llamamiento, con características específicas de la naturaleza divina establecida. Es un asunto de fe y diligencia a través de la vida. Pero también es un asunto de ayuda divina, incluyendo aquella relación personal con Cristo que estudiamos antes en esta lección. Pablo dijo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). Recuerden que estas promesas que Pedro llamó “preciosas y grandísimas” son también para ustedes, y que la naturaleza divina del Padre y del Hijo están al alcance de ustedes. El procedimiento es tan real y aplicable como quieran que lo sea en su vida.

Tal fue el testimonio del presidente David O. McKay cuando dijo:

“(Pedro] escribió en una ocasión: ‘llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina’…El comprendía lo que significaba estar a tono con lo espiritual, elevarse por encima de lo temporal, lo sensual, y participar del divino Espíritu de Dios.

“…ese es el propósito de hacernos más capaces de responder al Espíritu y de vencer lo sensual…

“Por esa razón es que nos gusta que cada joven y señorita utilice su tiempo inteligente y útilmente, para poner al alma en armonía con el espíritu, a fin de que todos podamos ser partícipes del Espíritu de Dios, partícipes de su naturaleza divina…” (CR, oct. de 1961, pág. 90).

“Dichoso el hombre que ha vivido esa relación con su Hacedor, por la cual somos ‘participantes de la naturaleza divina’. Esa es una realidad y así lo testifico a vosotros aquí en este sagrado momento” (David o. McKay, CR, abril de 1957, pág. 130; Itálicas agregadas.)