Escuela Dominical: Doctrina del Evangelio
‘…hablaré a tu mente y a tu corazón por medio del Espíritu Santo’


Lección 6

“…hablaré a tu mente y a tu corazón por medio del Espíritu Santo”

Objetivo

Que los miembros de la clase aprendan a reconocer la revelación personal que se recibe por medio del Espíritu Santo y alentarlos a buscar esa bendición en su vida.

Preparación

  1. Estudie Doctrina y Convenios 6, 8, 9, 11 y los demás pasajes de las Escrituras que se mencionan en esta lección, y ore al respecto.

  2. Repase el material correspondiente a esta lección en la Guía de estudio para el miembro de la clase (35686 002) y planifique la forma en que lo utilizará durante la lección.

  3. Para obtener una mayor comprensión de los acontecimientos históricos relacionados con la doctrina de esta lección, considere repasar los siguientes:

    1. “El don de Oliver Cowdery.”

    2. “El apoyo que recibió José Smith en el hogar.”

    3. Material histórico adicional para esta lección.

  4. Si va a utilizar la actividad para despertar el interés, lleve una radio a la clase.

Sugerencias para el desarrollo de la lección

Actividad para despertar el interés

Si lo considera apropiado, para comenzar la lección utilice la actividad que se encuentra a continuación o una de su preferencia:

• Muestre un aparato de radio a la clase, pero no lo encienda. ¿Por qué no podemos oír lo que se está transmitiendo?

• Encienda la radio pero no la sintonice en ninguna estación. ¿Qué debemos hacer antes de poder escuchar una estación de radio con claridad? ¿Por qué el escuchar al Espíritu Santo se puede comparar con el sintonizar una estación de radio? (El hacer un esfuerzo por buscar la guía del Espíritu Santo se puede comparar con el encender una radio. El hacer lo necesario por recibir la inspiración del Espíritu Santo se puede comparar con el sintonizar la radio en una estación o reparar el aparato si fuera necesario.)

Explique que esta lección tiene por objeto ayudar a los miembros de la clase a aprender a reconocer la revelación personal que se recibe mediante el Espíritu Santo.

Análisis y aplicación

Con oración, escoja el material de la lección que satisfaga mejor las necesidades de los miembros de su clase. Someta a discusión de clase cómo se aplican los pasajes seleccionados de las Escrituras a la vida diaria. Aliente a los miembros de la clase a compartir experiencias que se relacionen con los principios de las Escrituras.

Recuerde a los alumnos que ésta es la segunda de dos lecciones acerca de la revelación personal. En la lección 5 se trata cómo prepararse para recibir revelación personal, mientras que en ésta se analiza cómo reconocer la revelación personal.

1. Comprender cómo el Espíritu Santo se comunica con nosotros.

Explique que la revelación se puede recibir de muchas formas. Entre ellas se encuentran apariciones del Señor o de Sus mensajeros, la voz del Señor o de Sus mensajeros, visiones y sueños. Sin embargo, por lo general, la revelación se recibe por medio de la comunicación del Espíritu Santo a nuestra mente y de un sentimiento en nuestro corazón. El Espíritu Santo es miembro de la Trinidad; Él es un revelador que nos enseña, nos consuela, nos amonesta, nos fortalece y nos guía.

Explique que el Espíritu Santo se comunica con nosotros de varias formas. Pida a los miembros de la clase que lean los pasajes de las Escrituras que se encuentran a continuación y cuyas referencias se dan en cursiva y que después determinen qué nos enseñan estas Escrituras acerca de la forma en que el Espíritu Santo se comunica con nosotros (las respuestas que se sugieren están entre paréntesis). Resuma en la pizarra las respuestas que le den y luego analícenlas.

a. Doctrina y Convenios 8:2–3; 85:6. (Él utiliza una voz suave y apacible para comunicarse con nuestra mente y nuestro corazón.) Véase también 1 Reyes 19:12; 1 Nefi 17:45; Helamán 5:30.

El élder Dallin H. Oaks, del Quórum de los Doce, enseñó: “Las visiones sí ocurren. Se escuchan voces de más allá del velo. Esto lo sé. Pero estas experiencias son excepcionales… La mayoría de las revelaciones que reciben los líderes y los miembros de la Iglesia llegan por medio de una voz quieta y apacible, o de un sentimiento, en vez de una visión o una voz que habla palabras específicas que podemos escuchar. Testifico de la realidad de ese tipo de revelación, la cual he llegado a conocer como una experiencia familiar, e incluso diaria, que me guía en la obra del Señor” (“Teaching and Learning by the Spirit,” Ensign, marzo de 1997, pág. 14).

El élder Boyd K. Packer, del Quórum de los Doce, enseñó: “Esas comunicaciones espirituales delicadas y refinadas no se pueden ver con los ojos ni escuchar con los oídos y, aun cuando se describen como una voz, es una voz que se siente más que se oye” (That All May Be Edified, pág. 335).

• ¿Por qué es importante comprender este principio de cómo se comunica el Espíritu Santo? ¿Cuáles son los peligros del esperar a que la comunicación divina llegue en forma más dramática o espectacular?

El élder Dallin H. Oaks advirtió:

“Algunas personas… se han dedicado a buscar exclusivamente las grandes manifestaciones que se registran en las Escrituras y no han logrado reconocer la voz suave y apacible que se les ha dado… Es preciso que sepamos que el Señor muy pocas veces habla alzando la voz; Sus mensajes casi siempre vienen en un susurro…

“A causa de que no entienden estos principios sobre la revelación, algunas personas esperan experimentar algún acontecimiento milagroso para luego reconocer que tienen un testimonio. No se dan cuenta de que para la mayoría de la gente… el obtener un testimonio no es un evento sino un proceso” (“La enseñanza y el aprendizaje por medio del Espíritu”, Liahona, mayo de 1999, págs. 21, 24).

b. Doctrina y Convenios 6:15; 11:13–14. (Él ilumina nuestra mente.)

• ¿De qué modo ilumina el Espíritu nuestra mente?

Entre las respuestas se podría indicar que el Espíritu puede iluminar nuestra mente con nuevas ideas o conocimientos, destellos de inspiración o sentimientos o impresiones fuertes (véase, por ejemplo, D. y C. 128:1). El profeta José Smith enseñó que la revelación puede llegar como “una corriente de ideas” que fluya en la mente como “inteligencia pura” (Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 179).

Invite a los miembros de la clase a relatar experiencias en las que el Espíritu Santo haya iluminado su mente con nuevas ideas o conocimientos, destellos de inspiración o sentimientos o impresiones fuertes.

c. Doctrina y Convenios 6:22–23. (Él lleva paz a nuestra mente.)

Explique que Oliver Cowdery estuvo hospedándose en casa de los padres de José Smith durante algún tiempo antes de conocer al Profeta. Durante esa época, Oliver oró y recibió una apacible seguridad de que el llamamiento y la obra de José eran divinos. Oliver viajó entonces a Harmony, Pensilvania, y comenzó su obra como escribiente de José en la traducción del Libro de Mormón. Poco después, Oliver deseó recibir “más testimonio” de la convicción que había recibido antes (Doctrina y Convenios 6:22).

• ¿Qué reveló el Señor a Oliver Cowdery acerca de su deseo de recibir “más testimonio” de la misión divina del Profeta? (Véase D. y C. 6:22–23.) Invite a los miembros de la clase a relatar experiencias en las que el Espíritu haya hablado paz a su mente. ¿Qué podemos hacer para confiar más en la paz que el Espíritu hable a nuestra mente?

d. Doctrina y Convenios 9:7–8. (Él puede hacer que el pecho arda dentro de nosotros.) Véase también Lucas 24:32.

Señale que aun cuando el contexto de D. y C. 9 se relaciona con el intento de Oliver Cowdery de traducir el Libro de Mormón, los principios se aplican también a la revelación personal. Haga hincapié en que un ardor dentro del pecho es sólo una de las formas en que el Espíritu Santo se comunica con nosotros. Si lo desea, utilice las citas que se dan a continuación con el fin de ayudar a los miembros de la clase a comprender esa forma en que el Espíritu se comunica.

El presidente Boyd K. Packer explicó: “Ese ardor en el pecho no es simplemente una sensación física; es más como una luz cálida que brilla dentro del ser mismo” (“Revelación personal: el don, la prueba y la promesa”, Liahona, enero de 1995, pág. 69).

El élder Dallin H. Oaks dijo: “He conocido a personas que me han dicho que nunca han recibido una confirmación del Espíritu Santo porque nunca han sentido que su pecho ‘arda dentro’ de ellas. ¿Qué significa que ‘tu pecho arda dentro de ti’? ¿Tiene que ser un sentimiento de calor físico como el calor que produce la combustión? Si ése es el significado, nunca he experimentado ese ardor en el pecho. Seguramente la palabra ‘arda’ en este pasaje de Escritura representa un sentimiento de consuelo y serenidad” (“La enseñanza y el aprendizaje por medio del Espíritu”, Liahona, mayo de 1999, pág. 22). e. Doctrina y Convenios 98:12. (Él por lo general revela las cosas “línea sobre línea, precepto tras precepto” en lugar de todas a la vez.)

Explique que por lo general recibimos revelación de acuerdo con nuestra preparación para recibirla. A medida que estemos más preparados, más revelación recibiremos. El élder Richard G. Scott, del Quórum de los Doce, enseñó:

“Cuando buscamos inspiración para las decisiones, el Señor nos da suaves impresiones que nos hacen pensar, ejercer la fe, esforzarnos, luchar a veces, y poner manos a la obra. Es raro que la solución total de un asunto sumamente importante o complejo aparezca de pronto. La mayoría de las veces aparece parte por parte, sin que podamos tener a la vista el fin” (“Cómo reconocer las respuestas a las oraciones”, Liahona, enero de 1990, pág. 32).

Invite a los miembros de la clase a compartir experiencias en las que hayan recibido guía divina línea sobre línea, o paso a paso.

2. Advertencias acerca de la revelación personal.

Pida a los miembros de la clase que lean los pasajes de las Escrituras que se encuentran a continuación y cuyas referencias se dan en cursiva y que después determinen cuáles son las advertencias que nos enseñan esas Escrituras acerca de la revelación personal (las respuestas que se sugieren están entre paréntesis). Resuma en la pizarra las respuestas que le den.

a. Doctrina y Convenios 109:44. (Debemos pedir en oración que se haga la voluntad del Señor y estar dispuestos a someternos a ella.) Véase también Mateo 6:10.

• ¿Por qué es importante someter nuestra voluntad a la voluntad de Dios cuando buscamos revelación personal?

• ¿Cómo podemos saber cuando Dios nos contesta “no”? (Entre las respuestas se podría mencionar que experimentaremos un sentimiento negativo, confusión, inquietud y malestar o un “estupor de pensamiento” [D. y C. 9:9]. Invite a los miembros de la clase a compartir experiencias en las que hayan sentido algo así.)

• ¿Qué debemos hacer cuando la contestación a una oración sincera, acerca de algo que deseemos mucho, no sea la que deseemos? ¿Por qué esa clase de experiencias podrían sernos beneficiosas?

b. Doctrina y Convenios 88:68. (Debemos recordar que la revelación la recibiremos en el momento y de la manera que el Señor considere convenientes.)

Explique que no siempre recibimos revelación en el momento o en la forma en que esperamos. Si tratamos de forzar el recibir revelación, cuándo y cómo la deseamos, podríamos ser engañados. El élder Dallin H. Oaks, enseñó:

“…el Señor nos hablará por medio del Espíritu a Su propio tiempo y a Su propia manera. Muchas personas no entienden este principio; creen que cuando estén listas y cuando les parezca conveniente, pueden acudir al Señor y Él les contestará de inmediato, y hasta de la manera precisa en que ellas lo hayan solicitado. La revelación no viene de esa manera…

“El principio que se recalca en esta revelación [D. y C. 88:68] se aplica a todas las comunicaciones que provienen de nuestro Padre Celestial: ‘…será en su propio tiempo y a su propia manera, y de acuerdo con su propia voluntad’.

No podemos forzar las cosas espirituales” (“La enseñanza y el aprendizaje por medio del Espíritu”, Liahona, mayo de 1999, pág. 21).

c. Doctrina y Convenios 28:2, 6–7; 43:2–4. (Recibimos revelación de acuerdo con nuestra mayordomía y nuestras responsabilidades.)

El profeta José Smith enseñó: “…es contrario al sistema de Dios que un miembro de la Iglesia, o cualquier otro, reciba instrucciones para los que poseen una autoridad mayor que la de ellos” (Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 18).

Poco antes de su llamamiento de Apóstol, el hermano Dallin H. Oaks explicó: “La casa de nuestro Padre Celestial es una casa de orden… Solamente el Presidente de la Iglesia recibe revelación para guiar a la Iglesia entera… La persona que recibe revelación para guiar al barrio es el obispo… Las personas reciben revelación para guiar su propia vida. Pero cuando una persona declara que ha recibido revelación para guiar a otra, y ésta no está bajo su responsabilidad —tal como un miembro de la Iglesia que afirme haber recibido revelación para guiar la Iglesia entera o una persona que diga que la ha recibido para guiar a otra sobre la cual no tiene ninguna autoridad de acuerdo con el orden de la Iglesia—, se puede estar seguro de que tal revelación no proviene del Señor” (“La revelación”, Liahona, diciembre de 1983, págs. 39–40).

• ¿Por qué es importante este principio para gobernar la Iglesia? ¿Por qué es importante comprenderlo en nuestras relaciones con otras personas? (Si lo considera apropiado para su clase, consulte la segunda sugerencia adicional para la enseñanza para ver cómo realizar este análisis.)

d. Doctrina y Convenios 11:12–14; 50:23–24. (Debemos discernir si la revelación viene o no de Dios.)

Explique que es importante discernir si una revelación en verdad proviene de Dios. En ocasiones, lo que pensamos que es una revelación en realidad es una proyección de nuestros propios deseos; y, otras veces, se reciben revelaciones falsas de Satanás.

• ¿Cómo podemos saber si una revelación proviene de Dios? (Véase D. y C. 11:12–14; 50:23–24. Entre las respuestas se podría mencionar que las revelaciones de Dios estarán siempre en armonía con las Escrituras y con el consejo de los profetas vivientes; serán edificantes; no nos guiarán a hacer algo que sea contrario a los principios de la rectitud.)

La Primera Presidencia dijo: “Cuando… la inspiración transmite algo que no está en armonía con las revelaciones aceptadas de la Iglesia, o algo contrario a las decisiones de las designadas autoridades de ella, los Santos de los Últimos Días deben saber que no es de Dios por más verosímil que parezca… Cualquier cosa que esté en desacuerdo con lo que proviene de Dios por medio de la cabecera de la Iglesia no debe aceptarse como auténtica y fidedigna” (en James R. Clark, comp., Messages of the First Presidency of The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, 6 tomos, 1965–1975, tomo IV, pág. 285).

3. Cuando no se recibe o no se reconoce la revelación.

• ¿Qué debemos hacer cuando no se recibe la revelación personal cuando lo deseamos? (Las respuestas podrían incluir las que se encuentran a continuación.)

  1. Ser pacientes y continuar esperando fielmente en el Señor (D. y C. 98:2). Él nos contestará en Su momento. El tener paciencia nos ayuda a progresar espiritualmente y a cultivar atributos divinos. Si lo desea, lea el segundo párrafo de la carta que se cita en la Declaración Oficial—2 (págs. 342–343 de Doctrina y Convenios), y haga notar que aun los profetas deben ejercer paciencia al buscar la guía divina.

  2. Aumentar nuestros esfuerzos por estar en armonía espiritualmente y, de esa forma, recibir y reconocer la inspiración del Espíritu.

  3. Aumentar nuestros esfuerzos por estudiar y orar, teniendo siempre en cuenta que quizás no lo hayamos hecho por el tiempo suficiente ni tan fiel ni sinceramente como deberíamos.

  4. Ser más fieles en obedecer los mandamientos (Isaías 59:2).

  5. Dejar el asunto a un lado por algún tiempo. En ocasiones, recibimos destellos de inspiración cuando menos los esperamos, cuando nuestra mente no está tan absorta en el asunto que nos preocupa.

  6. Darnos cuenta de que quizás estemos pidiendo consejo con respecto a cosas que debemos resolver por nosotros mismos, al utilizar nuestro buen juicio basado en el estudio y la razón. En esos casos, el Señor quizás deje que nosotros tomemos la decisión por nuestra cuenta (por ejemplo, véase D. y C. 58:25–28; 60:5; 61:22; 62:5). El Señor muchas veces nos permite tomar nuestras propias decisiones con rectitud.

  7. Determinar si no habremos recibido ya una respuesta que no hayamos aceptado porque no era la que esperábamos. Si seguimos insistiendo en lo que queremos, es posible que cerremos la comunicación del Espíritu con nosotros.

El élder Boyd K. Packer aconsejó:

“En ocasiones luchan con un determinado problema y por alguna razón no reciben ninguna contestación, y se preguntan: ‘¿Qué sucede? ¿Qué es lo que estoy haciendo mal?’ Es posible que no estén haciendo nada mal, sino que no hayan estado haciendo lo correcto durante la cantidad de tiempo suficiente. Recuerden que no pueden forzar las cosas espirituales. A veces nos sentimos confundidos simplemente porque no estamos dispuestos a aceptar una respuesta negativa…

“No estén pensando permanentemente en preguntas complejas y sigan adelante con su vida; pero mediten y oren en forma silente y persistente en cuanto a ellas.

“La respuesta quizás no les llegue como un relámpago, sino que tal vez se les manifieste en forma de una pequeña inspiración aquí y allí, ‘línea sobre línea, precepto tras precepto’ (D. y C. 98:12).

“Algunas respuestas las encontraremos leyendo las Escrituras o al escuchar a determinados oradores; y, algunas veces, cuando sea importante, habrá respuestas que vendrán por intermedio de una inspiración en verdad directa, tan potente y nítida que resultará inconfundible” (véase “El don de saber escuchar”, Liahona, enero de 1980, págs. 31–32).

Conclusión

Haga hincapié en que cada uno de nosotros tiene el privilegio y la responsabilidad de llegar a hablar con fluidez el lenguaje del Espíritu. Aliente a los miembros de la clase a esforzarse lo que sea necesario por recibir y reconocer la inspiración del Espíritu Santo. Testifique que al prepararnos y al escuchar con atención, recibiremos “revelación tras revelación” por medio del Espíritu Santo (D. y C. 42:61).

Sugerencias adicionales para la enseñanza

1. El enseñar a los niños acerca de la revelación personal

Si enseña una clase de adultos, quizás desee analizar la forma de enseñar a los niños el principio de la revelación personal.

2. Una advertencia acerca de la revelación relacionada con el matrimonio

En la siguiente advertencia que hizo el élder John H. Groberg, de los Setenta, se explica un importante principio relacionado con el buscar la guía divina acerca de con quién contraer matrimonio:

“Deseo… advertirles que no es posible que sólo una de las partes reciba revelación de Dios en relación a un matrimonio eterno. Sólo cuando las dos partes que forman la pareja sientan de la misma forma, se tendrá entonces la seguridad de que la respuesta proviene del Señor. Quienes traten de forzar a otra persona a hacer algo aduciendo una supuesta revelación personal están perjudicándose terriblemente a sí mismos y a sus amigos” (“What Are You Doing Here?”, New Era, enero de 1987, págs. 37–38).

3. El proceso por el que pasó el presidente Joseph F. Smith para recibir su testimonio

Lea el relato de cómo el presidente Joseph F. Smith recibió su testimonio:

“Cuando me inicié en el ministerio en mi juventud, frecuentemente iba y le pedía al Señor que me manifestara alguna cosa maravillosa, a fin de que pudiese recibir un testimonio. Pero el Señor no me concedió milagros, y me mostró la verdad línea por línea, precepto por precepto, un poco aquí y un poco allí, hasta que me hizo saber la verdad desde la corona de mi cabeza hasta la planta de mis pies, y hasta que fui completamente depurado de la duda y del temor. No tuvo que enviar a un ángel de los cielos para hacerlo, ni tuvo que hablar con trompeta de arcángel. Mediante el susurro de la voz quieta y delicada del Espíritu del Dios viviente, Él me dio el testimonio que poseo; y por este principio y poder dará a todos los hijos de los hombres un conocimiento de la verdad” (Doctrina del Evangelio, pág. 7).