Escuela Dominical: Doctrina del Evangelio
‘Los primeros principios y ordenanzas del Evangelio’


Lección 7

“Los primeros principios y ordenanzas del Evangelio”

Objetivo

Que los miembros de la clase comprendan y busquen las bendiciones que se reciben por medio de los primeros principios y ordenanzas del Evangelio: fe en el Señor Jesucristo, arrepentimiento, bautismo y confirmación.

Preparación

  1. Estudie los pasajes de las Escrituras que se mencionan en esta lección, y ore al respecto.

  2. Repase el material correspondiente a esta lección en la Guía de estudio para el miembro de la clase (35686 002) y planifique la forma en que lo utilizará durante la lección.

  3. Para obtener una mayor comprensión de los acontecimientos históricos relacionados con la doctrina de esta lección, considere repasar los siguientes: Material histórico adicional para esta lección.

  4. Si las láminas que se mencionan a continuación están a su disposición, colóquelas delante de la sala de clase antes de comenzar la lección: El Señor Jesucristo (62572 o Las bellas artes del Evangelio 240); El bautismo (Las bellas artes del Evangelio 240); y El don del Espíritu Santo (Las bellas artes del Evangelio 602).

  5. Si va a utilizar la actividad para despertar el interés, lleve a la clase un pañuelo o un trozo de tela para vendar los ojos.

Sugerencias para el desarrollo de la lección

Actividad para despertar el interés

Si lo considera apropiado, para comenzar la lección utilice la actividad que se encuentra a continuación o una de su preferencia.

Pida a un voluntario de la clase que pase al frente, véndele los ojos y pídale que escriba la siguiente frase en la pizarra: Jesús es la luz del mundo. Sáquele la venda de los ojos y pídale que escriba de nuevo la misma frase y que después regrese a su asiento.

• ¿En qué se asemeja el pecar a tener una venda sobre los ojos? ¿Por qué el ejercer fe en Jesucristo y arrepentirnos de nuestros pecados es como quitarnos la venda de los ojos? ¿Qué vemos con más claridad cuando nos arrepentimos?

Explique que en esta lección se analizan los primeros principios y ordenanzas del Evangelio. Por medio de la fe, el arrepentimiento, el bautismo y el don del Espíritu Santo nos es posible comprender mejor nuestro destino y propósito eternos durante nuestra permanencia terrenal.

Análisis y aplicación

Con oración, escoja el material de la lección que satisfaga mejor las necesidades de los miembros de su clase. Es posible que desee utilizar dos domingos para enseñar esta lección.

Explique que el Señor restauró el Evangelio por medio del profeta José Smith “línea sobre línea, precepto tras precepto” (D. y C. 128:21). Algunas de las primeras verdades en restaurarse fueron los primeros principios y ordenanzas del Evangelio. Invite a un miembro de la clase a recitar el Artículo de Fe N° 4, y después anote en la pizarra los primeros principios y ordenanzas.

1. El primer principio del Evangelio es la fe en el Señor Jesucristo.

Señale que la restauración del Evangelio comenzó con un acto de fe por parte de José Smith (José Smith—Historia 1:11–14). La aparición de Moroni ocurrió también en respuesta a un acto de fe de parte de José, quien indicó que “tenía la más absoluta confianza de obtener una manifestación divina” cuando oró suplicando perdón (José Smith—Historia 1:29).

¿Qué significa tener fe en Jesucristo? ¿Por qué es importante que concentremos nuestra fe en Jesucristo?

• ¿Qué podemos hacer para fortalecer nuestra fe en Jesucristo? (Véase D. y C. 19:23; 88:118; Alma 32:27. Haga hincapié en que fortalecemos nuestra fe en forma gradual y no por medio de una sola experiencia. Explique además que debemos nutrir nuestra fe constantemente con el fin de mantenerla firme.) Si lo considera apropiado, invite a los miembros de la clase a compartir experiencias que les hayan ayudado a fortalecer su fe en Cristo.

• ¿Cuáles son algunas de las circunstancias de la vida diaria que requieren que ejerzamos fe en Cristo? ¿De qué modo les ha ayudado la fe a vencer el desaliento, la debilidad o cualquier otro tipo de dificultad? ¿Cómo puede la fe en Cristo fortalecer nuestras relaciones con los demás? (Analice diferentes tipos específicos de relaciones, tales como la que hay entre marido y mujer, la que tenemos con los hijos, los padres, o la que existe entre los miembros del barrio o entre vecinos.)

• ¿Cómo podemos demostrar nuestra fe en Cristo? (Véase D. y C. 20:69; Santiago 2:14–17.) ¿Por qué la fe en Cristo influye en nuestro deseo de hacer buenas obras?

• Lea D. y C. 8:10 con los miembros de la clase. ¿Qué podemos lograr sin fe? ¿Qué podemos lograr con fe? (Para obtener algunas respuestas a esta pregunta, véase D. y C. 35:9; 42:48–51; 63:9–11; Moroni 7:33.) ¿En qué forma han visto manifestarse el poder de la fe?

• Uno de los mensajes que se repite con frecuencia en Doctrina y Convenios es la importancia de orar con fe. Por ejemplo, en D. y C. 10:46–52, el Señor dice que el Libro de Mormón se preservó porque los antiguos profetas tuvieron “fe en sus oraciones” de que sería preservado. ¿Qué función cumple la fe en nuestras oraciones?

2. Por medio del arrepentimiento sincero, participamos de las bendiciones de la Expiación.

Explique que el arrepentimiento es un tema principal de Doctrina y Convenios. El Señor enseña la doctrina del arrepentimiento y reiteradamente hace hincapié en la necesidad de arrepentirse. Él promete grandes bendiciones para quienes se arrepientan y castigos para los que no lo hagan.

• ¿Qué es el arrepentimiento? (Véase D. y C. 58:42–43. El arrepentimiento es el proceso de llegar a quedar limpios de nuestros pecados y de recibir perdón por ellos mediante el poder de la expiación del Señor. Para arrepentirnos, debemos confesar y abandonar nuestros pecados y alejarnos de la maldad. Debemos también volver nuestro corazón y nuestra voluntad hacia Dios, esforzándonos sinceramente por obedecer Sus mandamientos. Con el fin de analizar con la clase el proceso del arrepentimiento, véase la segunda sugerencia adicional para la enseñanza.)

• ¿Qué diferencia existe entre el verdadero arrepentimiento y el simple hecho de dejar un mal hábito o de cambiar de comportamiento?

El presidente Ezra Taft Benson explicó: “…arrepentirse significa más que limitarse a corregir o cambiar el comportamiento… el verdadero arrepentimiento se basa en la fe en el Señor Jesucristo y proviene de ella; no hay otro medio… el verdadero arrepentimiento requiere un cambio en el corazón y no sólo en la conducta [véase Alma 5:13]” (“Un poderoso cambio en el corazón”, Liahona, marzo de 1990, págs. 4, 7).

El élder Neal A. Maxwell, del Quórum de los Doce, enseñó que el “arrepentimiento requiere que abandonemos lo malo y nos volvamos a Dios” (“El arrepentimiento”, Liahona, enero de 1992, pág. 34).

• Lea D. y C. 18:11–13 y 19:16–19 con los miembros de la clase. ¿Qué nos enseñan esos pasajes acerca del amor que el Salvador siente por nosotros? ¿Por qué necesitamos la expiación del Salvador para recibir el perdón de nuestros pecados? (Véase también 2 Nefi 2:6–9.) ¿Por qué es necesario arrepentirnos para que seamos perdonados por nuestros pecados?

Explique que cuando pecamos, nos volvemos impuros y sujetos a los castigos impuestos por la ley de la justicia. Al ser imperfectos, no podemos volver a ser puros nuevamente ni cumplir con las demandas de la justicia por nosotros mismos. Al expiar nuestros pecados, el Salvador tomó sobre Sí los castigos impuestos por la ley de la justicia y por consiguiente le es posible ofrecer la misericordia y el perdón que necesitamos para llegar a ser puros. Esas bendiciones de la Expiación están a nuestra disposición con la única condición de que nos arrepintamos (Alma 7:14).

• ¿Por qué es necesaria la fe en Jesucristo para que haya un verdadero arrepentimiento?

• Escriba en la pizarra: Las consecuencias del no arrepentirse. ¿Cuáles son las consecuencias del no arrepentirnos de nuestros pecados? (Pida a los miembros de la clase que lean los pasajes de las Escrituras que se dan a continuación y determinen cuáles son esas consecuencias: D. y C. 1:33; 19:17–18 y 29:17; y anótelas en la pizarra. Otras de las consecuencias podrían ser la de distanciarnos de Dios y de los demás, el tener sentimientos de culpa, el tener sentimientos pesimistas o negativos acerca de nuestra propia valía, el justificar otros pecados y el no saber perdonar a los demás.)

• Escriba en la pizarra: Las bendiciones del verdadero arrepentimiento. ¿Qué nos promete el Señor si nos arrepentimos sinceramente de nuestros pecados? (Pida a los miembros de la clase que lean los pasajes de las Escrituras que se dan a continuación y determinen cuáles son esas promesas: D. y C. 1:32; 58:42 y 109:53. Anote en la pizarra las promesas.) Invite a los miembros de la clase a explicar cómo el arrepentimiento ha sido una bendición para ellos.

(Advertencia: Tal vez quiera advertir a los miembros de la clase que no deben brindar una confesión detallada de los pecados que pudieran haber cometido.) • ¿Por qué en ocasiones nos es difícil perdonarnos a nosotros mismos o perdonar a los demás aun cuando el Señor ha prometido perdonarnos si nos arrepentimos?

• ¿Qué podemos hacer para ser más penitentes? ¿Por qué algunas veces postergamos nuestro arrepentimiento? ¿Qué podemos hacer para vencer el orgullo, el desaliento, el sentirnos satisfechos de nosotros mismos o cualquier otra cosa que impida nuestro arrepentimiento?

El élder Neal A. Maxwell enseñó: “El arrepentimiento no es una doctrina implacable sino un medio de rescate; y está a disposición tanto del pecador empedernido como de la buena persona que se esfuerza por mejorar” (“El arrepentimiento”, Liahona, enero de 1992, pág. 34). Haga hincapié en que a pesar de que el arrepentimiento pueda ser un proceso difícil, podría a la vez ocasionarnos un gran regocijo si nos alejamos del pecado y nos volvemos a Dios.

3. El bautismo es una ordenanza indispensable.

Explique que la fe y el arrepentimiento llevan al bautismo, la primera ordenanza del Evangelio. En Doctrina y Convenios, leemos que el Señor reveló los propósitos, los requisitos y las instrucciones para el bautismo. Por medio del profeta José Smith, Juan el Bautista restauró la autoridad del sacerdocio necesaria para llevar a cabo esta ordenanza (véase la lección 8).

• ¿Cuáles son los propósitos del bautismo? (Véase D. y C. 18:22; 49:13–14. Entre los propósitos, se encuentran el demostrar nuestra dedicación al Salvador, el recibir la remisión de los pecados, el convertirnos en miembros de la Iglesia, el entrar en la senda que lleva a la exaltación y el prepararnos para recibir el don del Espíritu Santo. Véase también 2 Nefi 9:23; 31:10–13, 17; Mosíah 18:17.) Invite a los miembros de la clase a hablar sobre lo que sientan acerca de sus respectivos bautismos.

• Lea D. y C. 20:37 con los miembros de la clase. ¿Qué requisitos debe cumplir la persona para bautizarse? ¿Qué convenios hacemos con Dios cuando nos bautizamos? (Véase también Mosíah 18:8–10.) ¿Qué podemos hacer para cumplir mejor con nuestro compromiso de guardar las promesas que le hicimos al Señor cuando nos bautizamos?

• ¿Qué simboliza el bautismo? (Véase D. y C. 76:51; Juan 3:3–5; Romanos 6:3–4. El bautismo por inmersión simboliza la muerte, la sepultura y la resurrección de Jesucristo. Simboliza además la sepultura de nuestro antiguo ser y nuestro renacimiento en Cristo, y simboliza el quedar limpios de nuestros pecados.)

• ¿Por qué es necesario ser bautizados por alguien que posea la debida autoridad? (Véase D. y C. 22.) ¿Por qué es necesario que el bautismo se efectúe por inmersión? (Véase D. y C. 20:72–74.) ¿Por que no es apropiado bautizar a una persona antes de que cumpla ocho años de edad? (Véase D. y C. 20:71; 29:46–47; 68:25; Moroni 8:9–12.)

4. Por medio de la ordenanza de la confirmación, recibimos el don del Espíritu Santo.

Explique que el Espíritu Santo es miembro de la Trinidad y un “personaje de Espíritu” (D. y C. 130:22). Después del bautismo en el agua, los miembros de la Iglesia reciben el don del Espíritu Santo por medio de la ordenanza de la confirmación (D. y C. 33:15; 35:5–6). A esa ordenanza se la llamó el “bautismo de fuego y del Espíritu Santo” (D. y C. 20:41). El profeta José Smith dijo: “El bautismo de agua no es sino medio bautismo, y no vale nada sin… el bautismo del Espíritu Santo” (Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 384).

• ¿Qué diferencia hay entre una manifestación del Espíritu Santo y el don del Espíritu Santo?

El élder Dallin H. Oaks, del Quórum de los Doce, enseñó: “…las manifestaciones del Espíritu Santo se dan para guiar a los que buscan con sinceridad las verdades del Evangelio que les persuadirán a arrepentirse y a bautizarse. El don del Espíritu Santo es más extenso… incluye el derecho a tener Su compañía constante para que siempre podamos ‘…tener su Espíritu con [nosotros]’ (D. y C. 20:77)” (“Para que siempre tengan su Espíritu”, Liahona, enero de 1997, pág. 65).

El élder Bruce R. McConkie, del Quórum de los Doce, comparó las manifestaciones del Espíritu Santo que la persona recibe antes del bautismo con los destellos de los relámpagos que “iluminan por momentos una oscura noche de tormenta”. Él comparó el don del Espíritu Santo que recibe la persona después del bautismo con “los rayos resplandecientes del sol del mediodía, que iluminan el sendero de la vida y todo lo que lo rodea” (A New Witness for the Articles of Faith, 1985, pág. 262).

• El recibir el don del Espíritu Santo no nos asegura automáticamente que el Espíritu Santo estará siempre con nosotros. ¿Qué debemos hacer para tener siempre junto a nosotros al Espíritu Santo?

El presidente Joseph Fielding Smith dijo: “El Espíritu Santo no mora con la persona que no está dispuesta a obedecer y a guardar los mandamientos de Dios o que viola esos mandamientos intencionadamente” (Church News, 4 de noviembre de 1961, pág. 14).

• ¿Cuáles son algunas de las funciones del Espíritu Santo? (Escoja algunos de los pasajes de las Escrituras que se dan a continuación para leer con los miembros de la clase. Analice con ellos qué nos enseña cada uno de estos pasajes acerca de las funciones del Espíritu Santo. Resuma la información en la pizarra.)

  1. D. y C. 18:18; 39:6; 42:14; 75:10; 79:2. (Él es un maestro; véase también Juan 14:26; 16:13; 1 Nefi 10:19; Moroni 10:5.)

  2. D. y C. 39:6. (Él es un Consolador; véase también Juan 14:16.)

  3. D. y C. 42:17; 100:8. (Él da testimonio; véase también Juan 15:26; Alma 5:46.)

  4. D. y C. 11:12. (Él nos induce a hacer lo bueno, a andar humildemente y a juzgar con rectitud).

  5. D. y C. 11:13; 76:10. (Él ilumina nuestra mente y llena nuestra alma de gozo.)

  6. D. y C. 84:33. (Por medio de Él somos santificados; véase también 3 Nefi 27:20.)

  7. D. y C. 31:11; 75:27; 84:85. (Él nos inspira para saber a dónde ir, qué hacer y qué decir.)

Invite a los miembros de la clase a expresar cómo el Espíritu Santo los ha bendecido de ésas o de otras formas. Someta a discusión de clase qué podemos hacer para disfrutar de estas bendiciones más plenamente en nuestra vida. Haga hincapié en el privilegio que es para nosotros tener la compañía de uno de los miembros de la Trinidad. Dé su testimonio de la importancia del tener la compañía del Espíritu Santo.

5. Debemos perseverar, con fe, hasta el fin para recibir la vida eterna.

Cuando nos bautizamos, entramos en el camino que lleva a la exaltación. Sin embargo, el bautismo por sí solo no nos asegura que seremos exaltados. Como el Señor nos amonesta con frecuencia en Doctrina y Convenios, debemos también guardar los convenios que hemos hecho en el bautismo y perseverar fielmente hasta el fin de nuestra vida.

• Lea 2 Nefi 31:19–20 y D. y C. 14:7 con los miembros de la clase. ¿Qué significa perseverar hasta el fin? ¿Qué bendiciones nos ha prometido el Señor si perseveramos hasta el fin?

• ¿Qué experiencias han tenido que les han enseñado el valor del permanecer fieles a sus creencias y convenios?

• Lea D. y C. 24:8 con los miembros de la clase. Explique que perseverar hasta el fin comprende el permanecer fieles aun durante las pruebas que podamos experimentar en esta vida. ¿Qué podemos hacer para permanecer fieles durante los tiempos difíciles? (Invite a los miembros de la clase a relatar qué les ha ayudado a soportar las experiencias difíciles que hayan tenido en su vida.)

Conclusión

Dé testimonio de la importancia de los primeros principios y ordenanzas del Evangelio. Exprese gratitud por Jesucristo, por Su Expiación y por Su ejemplo. Aliente a los miembros de la clase a fortalecer su fe todos los días, a arrepentirse de sus pecados, a guardar sus convenios bautismales y a vivir de forma tal que el Espíritu Santo sea su compañero constante. Testifique que si perseveramos fielmente hasta el fin, recibiremos la exaltación.

Sugerencias adicionales para la enseñanza

1. “El escudo de la fe” (D. y C. 27:17)

Lea D. y C. 27:15, 17 con los miembros de la clase. El presidente Boyd K. Packer, del Quórum de los Doce, al hablar sobre este pasaje de las Escrituras, dijo:

“[La armadura de la] fe no se fabrica en una armería sino en la ‘industria’ casera del hogar.

“El propósito fundamental de todo lo que enseñamos es unir a padres e hijos con fe en el Señor Jesucristo, que sean felices en su casa, que estén sellados en un matrimonio eterno y ligados a sus generaciones; y que tengan la seguridad de la exaltación en la presencia de nuestro Padre Celestial…

“…Por tanto, nuestros líderes instan a los miembros a comprender que aquello que sea de más valor debe hacerse en el hogar. Algunos todavía no se dan cuenta de que muchas de las actividades que se llevan a cabo fuera del núcleo familiar, aun cuando bien intencionadas, dejan muy poco tiempo libre para hacer y ajustar la armadura de la fe en el hogar” (“La armadura de la fe”, Liahona, julio de 1995, págs. 8–9).

• ¿De qué modo pueden trabajar juntos padres e hijos para fabricar y fortalecer la armadura de la fe en la familia?

2. El proceso del arrepentimiento

• ¿Qué debemos hacer para arrepentirnos? ¿Qué enseña D. y C. 58:43 y 61:2 acerca del proceso del arrepentimiento? ¿Por qué es la confesión una parte importante del arrepentimiento? ¿Por qué es importante abandonar nuestros pecados como parte del arrepentimiento?

El élder Richard G. Scott, del Quórum de los Doce, hizo una reseña de los elementos esenciales del arrepentimiento, de la siguiente forma:

El dolor por haber pecado:… Eso… despertará en ti el deseo sincero de cambiar y la disposición a someterte a todo requisito para alcanzar el perdón…

El abandono del pecado: Es la determinación inalterable y permanente de no repetir la transgresión…

“Confesar el pecado: Siempre debes confesar tus pecados al Señor; pero si son graves, como la inmoralidad, debes confesarlos también al obispo o presidente de estaca…

“La restitución: Debes restaurar en todo lo posible lo que hayas robado, dañado o manchado…

La obediencia a todo los mandamientos: La obediencia total te brinda el pleno poder del Evangelio… y comprende acciones que quizás no consideres parte del arrepentimiento, como asistir a las reuniones, pagar el diezmo y servir y perdonar a los demás…

“Reconocer al Salvador: De todos los pasos necesarios para el arrepentimiento, testifico que el más importante es que tengas la convicción de que el perdón se recibe por causa del Redentor” (“Busquemos el perdón”, Liahona, julio de 1995, pág. 86; cursiva agregada).

Si imparte enseñanza a los jóvenes, quizás considere conveniente leer y analizar el consejo acerca del arrepentimiento que se encuentra en La fortaleza de la juventud, págs. 19–20 (34285 002).

3. Presentaciones de grupo

Lleve a la clase el juego de láminas Las bellas artes del Evangelio (34730 002). Divida la clase en dos grupos y entregue a cada uno de ellos la mitad de las láminas. Después pídales que tomen algunos minutos para preparar un mensaje utilizando las láminas para enseñar sobre los primeros principios y ordenanzas del Evangelio. Aliéntelos a utilizar entre 5 y 10 láminas. Conceda a cada grupo tiempo para dar su presentación.