13 – 19 marzo
Moisés 1; Abraham 3
“Esta es mi obra y mi gloria”
Lea y medite Moisés 1 y Abraham 3. Esto le preparará para enseñar al ayudarle a aprender los principios de estos capítulos e invitar al Espíritu durante su preparación. Ven, sígueme para uso individual y familiar, así como las siguientes ideas, pueden ayudarle a entender las verdades que Dios reveló a Moisés y Abraham y enseñarlas a los miembros de la clase.
Cómo mejorar nuestra enseñanza
¿Cómo puedo ayudar a los alumnos a descubrir verdades en las Escrituras? Antes de que se lea un pasaje en la clase, invite a los alumnos a pensar o buscar algo específico. Por ejemplo, podría decir: “Mientras leemos este pasaje de las Escrituras, busquen pensamientos o reflexiones que podrían compartir con un familiar o amigo”. (Véase Enseñar a la manera del Salvador, pág. 21).
Invitar a compartir
Uno de sus objetivos como maestro es alentar a los miembros de la clase a aprender de las Escrituras por sí mismos y con sus familias. Esta semana podría intentar invitar a algunos miembros de la clase a ir preparados para compartir un versículo de la lectura de esta semana que les haya inspirado. Según se comparta cada versículo, pregunte si otros miembros lo han marcado en sus Escrituras y por qué lo hicieron.
Enseñar la doctrina
Moisés 1:1–10, 37–39; Abraham 3:21–26
Como hijos e hijas del Padre Celestial procreados como espíritus, tenemos un destino divino.
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Los profetas Moisés y Abraham recibieron visiones en las que se les enseñó acerca del propósito de la vida, la identidad y el potencial divinos de los hijos de Dios. Comprender estas verdades puede tener una influencia poderosa en nuestras decisiones y en la capacidad para superar los desafíos de la vida. ¿Cómo puede ayudar a los miembros de la clase a descubrir estas verdades en Moisés 1 y Abraham 3? Una idea es dividir la clase en grupos y asignar a cada grupo uno de los siguientes pasajes: Moisés 1:1–10; Moisés 1:37–39; Abraham 3:21–26. Pida a cada grupo que busque respuestas a las preguntas: “¿Quién soy?”, “¿Por qué estoy aquí?” y “¿Quién puedo llegar a ser?”. Invítelos a compartir sus respuestas y analicen la manera en que estas influyen en nuestras acciones diarias.
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A fin de ayudar a los miembros de la clase a comprender su destino divino, pídales que mediten en las características de nuestro Padre Celestial y que compartan sus pensamientos; luego, escriba las características en la pizarra. ¿Qué reflexiones tienen los miembros de la clase al meditar en esto mientras estudian Moisés 1:1–10, 37–39? La historia que comparte el presidente Boyd K. Packer en “Recursos adicionales para Moisés 1; Abraham 3” podría contribuir a este análisis.
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¿Su clase podría encontrar otros pasajes de las Escrituras que enseñen que somos hijos de Dios? Tal vez podría ayudarles a crear una lista de referencias que respalden Moisés 1:4 (por ejemplo, véase la Guía para el Estudio de las Escrituras, “Hombre(s)”, scriptures.lds.org; véanse también las cadenas de Escrituras en “Recursos adicionales para Moisés 1; Abraham 3”).
En esta vida somos probados para ver si haremos todo lo que Dios mande.
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¿Cómo puede ayudar a los miembros de la clase a ver sus vidas como una prueba, es decir, una oportunidad de demostrar su fidelidad a los mandamientos de Dios? Podría empezar por pedirles que hablen acerca de los exámenes que tienen en la escuela (o si hubiera maestros en la clase, los exámenes que ellos les toman a sus alumnos). Después de meditar en Abraham 3:24–26, la clase podría comparar los exámenes de la escuela o de otro tipo con las pruebas de la vida terrenal. ¿De qué manera el saber que estamos aquí para demostrar nuestra obediencia afecta la manera en que respondemos a las dificultades de la vida?
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¿Qué más aprendemos acerca de la vida preterrenal en Abraham 3:22–28?
Podemos resistir la influencia de Satanás.
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El enfrentamiento de Moisés con Satanás, que se encuentra en Moisés 1:12–26, contiene lecciones que podrían ayudar a los miembros de la clase cuando se enfrenten a la tentación y al engaño del adversario. ¿Qué aprendemos de la respuesta de Moisés? (Por ejemplo, Moisés mandó a Satanás que saliera de allí en el nombre del Unigénito). ¿Cómo podemos seguir el ejemplo de Moisés cuando nos sentimos tentados a hacer cosas que no están en armonía con los mandamientos de Dios?
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Una lección que aprendemos de la experiencia de Moisés es que Satanás nos tienta con falsificaciones de la verdad y del poder de Dios. A fin de ayudar a los miembros de la clase a visualizar esto, podría llevar algunos objetos que sean falsificaciones de otras cosas, como una planta artificial. ¿Cómo sabemos que son falsificaciones? ¿Cuáles son algunas de las falsificaciones que Satanás emplea en la actualidad? ¿Cómo podemos reconocer y rechazar esas falsificaciones? (Para saber qué hizo Moisés, véase Moisés 1:12–18.)
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La experiencia de Moisés también nos enseña que Satanás nos tienta para que dudemos de las experiencias espirituales que hemos tenido en el pasado. El video “Soy un hijo de Dios” (LDS.org) puede ayudar a los miembros de la clase a analizar cómo podemos superar tales tentaciones; véase también la cita del élder Jeffrey R. Holland en “Recursos adicionales para Moisés 1; Abraham 3”. ¿Qué experiencias podrían compartir usted o los miembros de la clase para ayudarse unos a otros a detectar y resistir los esfuerzos de Satanás por hacernos dudar de nuestras experiencias espirituales anteriores?
6:31
Alentar el aprendizaje en el hogar
A fin de alentar a los miembros de la clase a leer Génesis 1–2; Moisés 2–3 y Abraham 4–5, podría explicar que el relato de la Creación que se halla en las Escrituras tiene un gran valor en la actualidad cuando mucha gente cree que los orígenes de la tierra y del género humano carecen de propósito y son fruto del azar.
Cadenas de escrituras
Sugiera a los miembros de la clase que escriban las siguientes referencias en los márgenes de sus ejemplares de las Escrituras. Por ejemplo, en el margen de Malaquías 2:10 podrían escribir Romanos 8:16–18; en el margen de Romanos 8:16–18 podrían escribir Moisés 1:13; y así sucesivamente. Así se crea una “cadena” de referencias que se apoyan unas en otras para enseñar la doctrina de que somos hijos de Dios.
Somos hijos de Dios.
Como hijos de Dios, podemos llegar a ser como Él.
No duden de sus experiencias espirituales.
El élder Jeffrey R. Holland enseñó: “El mensaje de Moisés [véase Moisés 1] para nosotros en la actualidad es: No bajen la guardia; no piensen que una gran revelación, un momento maravilloso e iluminador, el descubrir un sendero inspirado, sea el fin de todo… una vez que haya habido inspiración, cuídense de la tentación de alejarse de algo que sea bueno. Si todo estaba bien cuando oraron al respecto, confiaron en ello y vivieron para ello, todavía sigue siendo correcto ahora. No se rindan ante la presión y sobre todo no se rindan a ese ser que está trabajando concienzudamente para destruir la felicidad de ustedes. Hagan frente a las dudas; controlen sus temores. ‘No perdáis, pues, vuestra confianza’ [Hebreos 10:35]. Manténganse fieles y admiren la belleza de la vida que se despliega ante ustedes” (véase “No perdáis, pues, vuestra confianza”, Liahona, junio de 2000, págs. 37, 38).
Tenemos un progenitor divino.
El presidente Boyd K. Packer enseñó: “Hace algunos años llegué a casa y encontré a nuestros hijos pequeños esperando en la entrada. Habían descubierto unos polluelos recién nacidos… Cuando una de mis hijitas tomó uno de ellos en la mano, bromeando, le dije: ‘Cuando crezca va a ser un buen perro guardián, ¿no crees?’. Me echó una mirada con la compasión con la que se mira a alguien que sabe poco… Pues hasta una niña de cuatro años sabe que un polluelo, cuando crezca, no va a ser un perro o un caballo y ni siquiera un pavo, sino que será una gallina. Seguirá el modelo de su progenitor… No hay duda de que en el momento presente nos encontramos en un estado joven de progreso en comparación con [Dios]. Sin embargo, en las eternidades futuras, si somos dignos, podremos llegar a ser como Él” (véase “El modelo de nuestro progenitor”, Liahona, enero de 1985, págs. 54–55).