2023
¿Qué podía hacer para ayudar a mi nieta?
Agosto de 2023


“¿Qué podía hacer para ayudar a mi nieta?”, Liahona, agosto de 2023.

Envejecer fielmente

¿Qué podía hacer para ayudar a mi nieta?

Procuré confiar en la voluntad de Dios, pues Heather pertenecía al Padre Celestial antes que nos perteneciese a nosotros.

una puerta entreabierta

Nuestra pequeña nieta (a quien llamaré Heather) creció feliz y llena de vida. Siempre tenía una sonrisa en el rostro. Pero cuando cumplió doce años, todo eso cambió. Empezó a sentir ansiedad, en ocasiones tenía ataques de pánico, y comenzó a hacerse daño a sí misma. Se quedaba en casa en vez de asistir a la escuela y se ocultaba en su habitación.

Sus padres me llamaron, pues estaban muy preocupados. Los escuché y expresé empatía, pero no me correspondía a mí decirles lo que debían hacer. Aquello era parte de su función de padres. Mi lugar como abuela era escuchar y ofrecer ideas en tanto ellos se daban cuenta de lo que debían hacer.

Buscaron ayuda médica y terapia para Heather y, durante los meses siguientes, su progreso parecía lento. Su madre hizo arreglos para que Heather pudiera tener las clases por internet, ya que faltaba mucho a la escuela. Heather seguía encerrándose en su habitación y en su arte.

¿Qué podía hacer yo?

Orar

Todos los días Me arrodillaba para orar por Heather. Aunque todos los familiares orábamos, Heather seguía aislándose. Yo quería que Dios la curara para que volviera a ser la pequeña niña feliz que había sido antes.

Conforme seguí orando, el Espíritu me recordó una enseñanza del presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008): “Nunca olviden que estos pequeñitos son los hijos y las hijas de Dios y que la de ustedes es una relación tutelar, que Él fue padre antes que ustedes y que Él no ha abandonado Sus derechos paternales ni Su interés en éstos, Sus pequeñitos”1.

Confiar en Dios

Comencé a orar para pedir la voluntad de Dios, y Sus tiempos y Su dirección, y no los míos. Necesitaba respetar que Él era el Padre Celestial de Heather. Procuré escuchar al Espíritu, y no solo orar en pánico para que se hiciera mi voluntad. Sabía que Él cuidaría de Heather. Leía una y otra vez 3 Nefi 18:20: “[C]ualquier cosa que pidáis al Padre en mi nombre, si es justa, creyendo que recibiréis, he aquí, os será concedida”. El Padre Celestial lo había prometido, así que decidí que confiaría en Él.

Amar

El Espíritu me recordó que yo era la abuela y que podía amar a Heather de una manera diferente a la de sus padres. Solo tenía que mostrar que disfrutaba de su compañía. Nos enviábamos mensajes de texto y hablábamos de que ambas éramos hijas de Dios, y manteníamos conversaciones sobre el Evangelio. Heather hizo varias obras de arte solo para mí. La abrazaba cada vez que tenía la oportunidad de hacerlo. Cocinábamos juntas, íbamos de compras juntas y veíamos juntas sus películas favoritas.

Con el transcurso de los meses, ella mejoró un poco. Con la ayuda de su mamá, enseñó una lección de Ven, sígueme en una videoconferencia familiar. En otras ocasiones, compartía algún pasaje de las Escrituras. Hacía galletas con su tía y jugaba con sus primos.

Poco a poco, la vida de Heather comenzó a cambiar. Se hizo amiga de una joven del vecindario mientras paseaba el perro. Sus padres la animaron a quedarse a la clase de las Mujeres Jóvenes el domingo, en vez de asistir solamente a la reunión sacramental. Conoció otra amiga en una actividad para los jóvenes. Cuando Heather se sintió más fuerte, decidió que intentaría volver a asistir a la escuela. Ahora le va bien en el colegio y disfruta de Seminario.

un capullo y una mariposa

Ilustraciones por Carolyn Vibbert

Ser agradecidos

Con cada paso que daba Heather, yo sentía una inmensa gratitud. Estoy agradecida por sus padres; los demás familiares; las mujeres jóvenes y sus líderes; y por la dedicada maestra de Seminario. Expreso gratitud en mis oraciones diarias por esos ángeles que hay en la tierra.

La vida de Heather no es perfecta, pero ha adquirido sabiduría, fortaleza y valor durante esta prueba. Nuevamente puede compartir su sonrisa alegre y vivaz con las personas que la rodean. Se está convirtiendo en una adolescente productiva y centrada en buscar soluciones. Dios es el Padre Celestial de Heather y la ayudará a llegar a ser lo mejor que ella pueda ser. Sus padres terrenales son receptivos al Espíritu y procuran guiar su vida con la ayuda de Él. Todavía los escucho cuando necesitan hablar y siempre muestro amor.

La vida de cada persona es diferente y el Padre Celestial sabe mejor cómo bendecirnos a cada uno de nosotros.

Estoy agradecida de que tengamos la oportunidad de “velar los unos por los otros constantemente”2. Las pruebas familiares bendicen mi vida porque, por medio de ellas, el Padre Celestial me enseña. “Sé humilde; y el Señor tu Dios te llevará de la mano y dará respuesta a tus oraciones” (Doctrina y Convenios 112:10).

Él es mi Padre Celestial que me guía, así como el de Heather.

La autora vive en Utah, EE. UU.

Notas

  1. Gordon B. Hinckley, “Las palabras del profeta viviente”, Liahona, mayo de 1998, págs. 26–27.

  2. Erich W. Kopischke, “Tratar sobre la salud mental”, Liahona, noviembre de 2021, pág. 38.