2023
Él está cerca para ayudarme
Agosto de 2023


“Él está cerca para ayudarme”, Liahona, agosto de 2023.

Retratos de fe

Él está cerca para ayudarme

Mi difunta esposa y yo nos habíamos arrodillado ante un altar en un santo templo y alguien que tenía el poder para sellar había pronunciado bendiciones sobre nosotros; y yo confío en esas bendiciones prometidas.

Un hombre sentado en un escritorio

Fotografías por Leslie Nilsson

Mientras estaba en la Iglesia un domingo por la mañana en 2013, apagué el teléfono porque no quería interrumpir la reunión sacramental. Cuando terminó la reunión, volví a encender el teléfono y vi que mi esposa, Tanya, me había llamado. Traté de llamarla, pero no me respondió.

Durante la reunión, la furgoneta en la que viajaba a una reunión anual familiar volcó en algún punto de la autopista New York Thruway. Mi hija y dos de mis nietos resultaron gravemente heridos, y Tanya murió en el acto. Después de cuarenta y cuatro años de matrimonio, mi esposa había fallecido repentinamente.

Un hombre caminando con una regadera de plantas

“Se dice que la fe es un don de Dios, pero también es una decisión que tomamos: la decisión de creer”, dice el hermano Evans

Cuatro años más tarde, Katie, una de mis nueras, se sometió a una cesárea de emergencia para dar a luz niñas mellizas después de solo veinticinco semanas de gestación, que es demasiado cerca de la fecha a partir de la cual el feto puede sobrevivir fuera del vientre materno. Cuando las bebés tenían solamente ocho semanas de edad, Katie regresaba a casa tarde, por la noche, después de su visita diaria a las niñas en la unidad de cuidados intensivos neonatales del hospital y una conductora ebria la chocó con el automóvil y la mató, dejando a mi hijo viudo y con seis hijos.

Mi esposa lo era todo para mí y la esposa de mi hijo lo era todo para él; aquellos fueron momentos difíciles para la familia.

Aferrarse a las promesas

No aprecié plenamente lo magnífica que era Tanya y cuánto dependía de ella hasta que falleció. Sin embargo, nos habíamos arrodillado ante un altar en un santo templo y alguien que tenía el poder para sellar había pronunciado bendiciones sobre nosotros. Me he aferrado a la promesa de dichas bendiciones, y confío en esas bendiciones prometidas.

La muerte de Tanya fue una crisis de fe para mí. Tuve que tomar la decisión: “¿En verdad creo?”. Se dice que la fe es un don de Dios, pero también es una decisión que tomamos: la decisión de creer. Decidí creer y descubrí que Moroni estaba en lo cierto cuando escribió que no recibimos ningún testimonio sino hasta después de la prueba de nuestra fe (véase Éter 12:6). Después de la prueba, llegó el testimonio. Mi fe fue recompensada con una paz interior que brindaba confirmación. Eso es lo que me ha permitido seguir adelante.

Como dice mi segunda esposa, Becky: “Cuando afrontamos una crisis es cuando más necesitamos la fe. Acudir al Señor ciertamente es la única respuesta; es la forma de afrontar las dificultades y de tener esperanza”.

Un hombre y una mujer mirando fotografías

El hermano Evans y su esposa, Becky, muestran fotos de su nuera y sus hijas mellizas.

Durante cierto tiempo, me costó entender lo que era la fe y lo que era la esperanza. Alma describe la fe como la “esperanza en cosas que no se ven, y que son verdaderas” (Alma 32:21). Gracias a mi fe en Jesucristo, tengo la esperanza de que si me mantengo fiel y leal a mis convenios, puedo compartir la vida eterna con Tanya. También estoy agradecido por la certeza que tengo de que el Salvador está cerca para ayudar a cada uno de nosotros. Hay una diferencia entre pensar: “Él está allí” y darse cuenta de que “Él está cerca para ayudarme a ”.

Mis dos nietos sufren consecuencias permanentes del accidente automovilístico, y a mí aún me acongoja la ausencia de Tanya en mi vida. Nunca dejaré de extrañarla y el amor que tengo por ella no disminuye por el amor que tengo por mi segunda esposa. El amor se ha multiplicado.

Mi hijo también se ha vuelto a casar. Su nueva esposa es prima de los padres de Becky. Ambos nos casamos con personas de la misma familia. ¿Qué probabilidades hay de que ocurra algo así? Es una coincidencia increíble, o tal vez no lo es.

Las dificultades y las bendiciones

Nuestra familia ha sufrido bastantes dificultades, pero también hemos recibido bendiciones. Mi hijo se ha convertido en uno de mis héroes. Perdonó a la conductora ebria que mató a su esposa y le dijo que esperaba que enderezara su vida. Hace poco, sus dos hijas pequeñas celebraron su quinto cumpleaños; ambas son un verdadero milagro.

Un hombre regando plantas

“Estoy agradecido por la certeza que tengo de que el Salvador está cerca para ayudar a cada uno de nosotros”.

Durante los últimos diecisiete años, he tenido el privilegio de servir como patriarca. Al principio, temía no poder cumplir con el llamamiento, pero he aprendido que las bendiciones provienen del Señor, no del patriarca. Hay aspectos comunes en las bendiciones patriarcales, pues nuestro Padre Celestial quiere muchas de las mismas cosas para todos Sus hijos, pero cada bendición es diferente, individual y personal.

Uno de los propósitos de la bendición patriarcal es ayudar a las personas a ver quiénes son como hijos de Dios y discernir cuánto los ama su Padre Celestial. Como patriarca, cada vez que pongo las manos sobre la cabeza de alguien para darle una bendición patriarcal, durante unos pocos preciados instantes, el Padre Celestial me permite sentir el amor que tiene por esa persona. Es un sentimiento conmovedor. Cuando siento lo mucho que Él ama a cada persona que recibe la bendición, puedo sentir que también me ama a mí.

Un hombre mirando unas plantas en un jardín

“Nada me brinda mayor gozo que las promesas del templo, que me dan la esperanza de que, por medio de Cristo, puedo superar todas las pruebas”, dice el hermano Evans.

Hoy, Becky y yo nos centramos en el templo. Una de las razones por las que nuestro Señor nos ha dado el templo es para tener un atisbo de cómo es Sion. Además de ser patriarca, hace algunos años se me invitó a prestar servicio como sellador en el templo. Ese ha sido otro de los grandes gozos de mi vida; es un llamamiento de momentos felices siempre. Nada me brinda mayor gozo que las promesas del templo, que me dan la esperanza de que, por medio de Cristo, puedo superar todas las pruebas.