2021
La tranquilidad que nos otorgan los convenios del templo
Abril de 2021


Mensaje del Área

La tranquilidad que nos otorgan los convenios del templo

Cuando fui padre por primera vez recibí la felicitación de un compañero de trabajo, un hombre ya mayor, quien me dijo: “Ahora te puedes morir tranquilo, tu apellido continuará en este mundo”, en alusión a que el recién nacido era un varón. Obviamente tenía razón en cuanto a la permanencia del apellido, pero estuvo lejos de ser cierto respecto de la tranquilidad absoluta que eso debía producirme. Si bien estaba experimentando una felicidad casi indescriptible, la paternidad también venía acompañada de cierta intranquilidad por llenar las expectativas de esa responsabilidad, también una natural preocupación por brindar bienestar a mi familia en asuntos espirituales y temporales.

Todos anhelamos que un día se nos diga:

“…Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor”1.

Esa promesa constituye un estímulo para honrar los convenios del templo porque sabemos que no hay nada más trascendente y tranquilizador que podamos hacer en esta vida.

Dejando de manifiesto lo que es más importante en la obra de la Iglesia, el presidente Howard W. Hunter, que presidió la Iglesia sólo 9 meses (de junio de 1994 a marzo de 1995), pero con un largo servicio de discipulado. En su único mensaje de conferencia general como presidente de la Iglesia, dijo: “invito a los Santos de los Últimos Días a considerar el templo el gran símbolo de su condición de miembros…

“Caractericémonos, los miembros de la Iglesia, por ir constantemente al templo”2.

El presidente Russell M. Nelson enseñó:

“El templo es el objeto de toda actividad, de toda lección y de todo paso de progreso en la Iglesia”3.

Un convenio es una promesa; un acuerdo entre el Padre Celestial y Sus hijos. Dios fija los términos, los cuales nosotros aceptamos. Al guardar esos convenios, podemos ser dignos de las bendiciones de la exaltación y la vida eterna.

Una ordenanza es una acción que nos ayuda a comprender el convenio en el que estamos entrando.

Los 49 nuevos templos que se han anunciado en menos de 3 años nos dan un potente testimonio del apresuramiento de la obra en el recogimiento del Israel en ambos lados del velo. Nos recuerdan la imperiosa necesidad de asistir con frecuencia a recordar los convenios que hemos hecho y también nos ayuda a mantenernos dentro del flujo de la revelación continua.

Los milagros de la obra del templo y la historia familiar

Son incontables los testimonios de puertas que se abren de forma inusual para permitir que los eslabones de la gran cadena de la familia humana sean puestos en su lugar.

Una hermana de mi barrio me contó de la respuesta que le dio su único familiar vivo, no miembro de la Iglesia, que contaba con mucha información de sus antepasados: “Sé bien para qué quieres esa información y no te la daré. Deja a los muertos en paz”, fue su sentencia definitiva. Resignada a dejar incompleta esa línea de su familia, continuó trabajando en la indexación aún con más ahínco durante varios años. Gran regocijo experimentó al visitar el Centro de Historia Familiar de la estaca y hallar que toda esa línea había sido completada por otra indexadora fiel en algún lugar. La directora del centro de historia familiar le dijo “Al ayudar a otros con su trabajo de indexación en la historia familiar, usted también fue ayudada”.

En el Área Sudamérica Sur contamos con 6 templos en funcionamiento y otros 4 que serán construidos en los próximos años. El Señor nos está invitando con asombrosa claridad a que nos dispongamos a participar de tan prodigiosa obra.

En el último templo dedicado en nuestra área, en Concepción, Chile, en uno de sus varios mensajes, el presidente Nelson dijo: “Lo difícil no es construir un templo, sino mantenerlo funcionando”.

Se necesitan semanalmente miles de horas de servicio voluntario de obreros, misioneros y principalmente visitantes. Esa es la invitación que nos hace el Señor cada vez que anuncia un nuevo templo por medio de Su profeta.

Que el Señor nos bendiga permitiendo que el espíritu de Elías nos inspire. Es seguro que eso no sucederá en contra de nuestra voluntad. Disponernos para ello comienza con la determinación de obtener nuestra recomendación para el templo. Luego, y de acuerdo con las posibilidades, que son cada vez mayores, asistamos a la Casa de Señor con frecuencia.

Notas

  1. Mateo 25:23.

  2. Howard W. Hunter, “Preciosas y grandísimas promesas”, Conferencia General de octubre de 1994.

  3. Russell M. Nelson, “Preparémonos para las bendiciones del templo”, Liahona: Templos, octubre de 2010.