2021
El impacto que la conferencia general tuvo en mi conversión
Abril de 2021


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El impacto que la conferencia general tuvo en mi conversión

La autora vive en Iowa, EE. UU.

Los mensajes que se comparten en la conferencia general nos ayudan a convertirnos más a la verdad y a infundir poder espiritual en nuestros corazones.

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una joven mirando el teléfono inteligente

Hace cuarenta años, entregué mi corazón a Jesucristo y comencé a asistir a una iglesia evangélica. Tuve un pastor maravilloso e hice muchos amigos que me ayudaron a crecer espiritualmente. Sin embargo, después de muchos años de asistir, me inquietaron algunas de las nuevas prácticas de la iglesia. Me esforcé mucho por quedarme, pero simplemente no podía cumplir con los cambios.

Cuando comencé a buscar una nueva iglesia, mi hermano y su esposa, que eran miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, me invitaron a ir a su iglesia. Pero yo no podía llegar a entender que José Smith hubiera sido profeta. Les dije respetuosamente: “Gracias, pero no”.

Empecé a ir a otra iglesia evangélica, pero allí también ocurrió lo mismo. Después de un tiempo, sentí que allí tampoco se satisfacían mis necesidades espirituales. Una vez más, mi hermano y su esposa me invitaron a ir a su iglesia, y de nuevo me negué cortésmente.

El punto decisivo

Decidí que no podía confiar en ninguna iglesia. Hice un plan para practicar mi fe a solas. Pero sin una iglesia o la oportunidad de compartir mi fe con otras personas, sentí que me alejaba de mi compromiso con Jesucristo. ¡Empecé a dudar de lo que había creído durante 30 años! Ese fue el punto decisivo para mí.

Busqué la única opción que parecía que me quedaba y finalmente les dije a mi hermano y a su esposa que quería ir a la Iglesia con ellos.

Al principio tenía mis dudas, pero nunca olvidaré ese primer domingo que asistí con ellos. Se me conmovió el corazón durante la reunión sacramental, mientras analizábamos el Nuevo Testamento en la Escuela Dominical y, de nuevo, cuando cantamos juntos una hermosa música en la Sociedad de Socorro. Y me encantó la forma en que las personas interactuaban con tanto amor y compasión.

Me sentí como en casa.

Buscar respuestas

Continué yendo a la Iglesia, pero después de orar y buscar durante casi dos años, todavía tenía muchas preguntas para el Señor y no estaba preparada para bautizarme. Entonces, en octubre de 2012, decidí ver la conferencia general para encontrar mis respuestas.

Las dos sesiones del sábado me conmovieron mucho, y decidí ver la sesión del domingo por la mañana en el edificio de la Iglesia. A pesar de que no había casi nadie, sentí una clara paz sobre mi decisión de estar en la capilla. Pude sentir que mi corazón se ablandaba. Estaba hambrienta de la verdad.

El presidente Henry B. Eyring, Segundo Consejero de la Primera Presidencia, compartió un hermoso mensaje que nunca olvidaré. Habló acerca de la oración de José Smith en la cárcel de Liberty, cuando exclamó: “Oh Dios, ¿en dónde estás? ¿Y dónde está el pabellón que cubre tu morada oculta?” (Doctrina y Convenios 121:1). El presidente Eyring comparó el sentimiento de José con lo que yo había sentido:

“Muchos de nosotros, en momentos de aflicción personal, sentimos que Dios está lejos de nosotros […]. Dios nunca está oculto, pero a veces nosotros sí lo estamos, cubiertos por un pabellón de motivos que nos alejan de Dios y lo hacen parecer distante e inaccesible […].

“Nuestros sentimientos de separación de Dios disminuirán a medida que nos volvamos más como niños ante Él […]. [N]os ayudará a reconocer esta verdad: Dios está cerca de nosotros, pendiente de nosotros y nunca se esconde de Sus fieles hijos”1.

Mientras el presidente Eyring compartía el mensaje sobre recibir el amor de Dios y Su voluntad, escuché un mensaje del Espíritu en mi mente. Era una simple palabra: “Bautízate”.

Cuando el élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, habló sobre la conversión ese mismo día2, sentí que mis preocupaciones sobre el bautismo desaparecían. Me di cuenta de que no estaba renunciando a mis creencias fundamentales de mis días evangélicos al unirme a una nueva fe. Estaba edificando sobre la fe y las verdades que ya tenía, estaba convirtiéndome más al Señor y Sus profetas me estaban ayudando en el camino.

La mañana después de la conferencia, llamé a mi hermano y le pregunté si me podía bautizar. Fue un momento de alegría que nos hizo llorar a los dos.

La conferencia general tiene respuestas para nosotros

Al reflexionar sobre el recorrido de mi vida, estoy agradecida por las oportunidades que Jesucristo me ha brindado. Estoy agradecida por la conferencia general. Durante la conferencia general, sentí que Dios me había escuchado. Él respondió a mis preguntas, abordó mis temores y me amó a través de las palabras de Sus profetas.

Sé que cada conferencia general tiene un mensaje directo del Señor que se adapta personalmente a ti y a lo que estás viviendo. Si escuchamos a los profetas con la voluntad de aceptar el mensaje que Dios tiene para nosotros, lo escucharemos. Recibiremos respuestas a nuestras oraciones y respuestas a nuestras preguntas. Descubriremos que el Señor habla, y nos convertiremos cada vez más a Él.

Notas

  1. Henry B. Eyring, “¿Dónde está el pabellón?”, Liahona, noviembre de 2012, pág. 72.

  2. Véase David A. Bednar, “Convertidos al Señor”, Liahona, noviembre de 2012, págs. 106–109.