2021
Los cambios inspirados de la obra misional bendijeron a mi familia
Abril de 2021


Jóvenes adultos

Los cambios inspirados de la obra misional bendijeron a mi familia

Los cambios en la comunicación de los misioneros con sus familias me ayudaron a compartir las verdades del Evangelio con mi madre.

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He sido miembro de la Iglesia durante ocho años, junto con mi padre y dos de mis hermanas. Desde que soy miembro, he visto maravillosas bendiciones que mi Padre Celestial ha preparado para mi vida y mi familia. ¡El Evangelio realmente ha bendecido mi vida y me ha ayudado a encontrar la felicidad que estaba buscando!

Cuando empecé a leer el Libro de Mormón, la historia de la visión de Lehi sobre el árbol de la vida me habló al corazón (véase 1 Nefi 8:11). Pude sentirme identificada porque yo también quería que toda mi familia y todos a los que quiero pudieran probar el fruto del árbol y sentir el amor de Dios en su vida.

Por esa razón, me preparé para servir en una misión de tiempo completo y me asignaron para trabajar en la Misión Guatemala Ciudad de Guatemala.

Durante la misión, llegué a ver a muchas personas cambiar para mejor gracias al Evangelio, y eso me llenaba el corazón de alegría cada día. Pero cada vez que mi compañera y yo enseñábamos a familias, recordaba a mi propia familia, especialmente a mi madre, que no era miembro de la Iglesia. Cada día de preparación, traté de animarla a través de mis correos electrónicos para que se reuniera con los misioneros. Oré para que el Padre Celestial preparara su corazón para recibir el Evangelio.

Una oportunidad inspirada

Aún estaba en mi misión cuando ocurrió el cambio inspirado en cuanto a la comunicación de los misioneros con sus familias1. Cuando escuché la noticia por primera vez, el Espíritu me hizo saber que era una oportunidad para invitar a mi madre a aprender más sobre el Evangelio. Sentí mucho gozo sobre ese cambio y ese sentimiento. Durante la semana, le pedí al Señor que me ayudara a saber lo que Él quería que compartiera con ella.

Cuando llegó el día de preparación y vi a mi madre a través de la pantalla de la computadora, tuve la fuerte impresión de que debíamos hacer una oración. Le expresé ese sentimiento, y ella aceptó. Durante la videollamada, le expliqué el mensaje principal que trataba de compartir como misionera: que el evangelio de Jesucristo había sido restaurado. Testifiqué con todo mi corazón que sabía que era verdadero. También la invité a orar y preguntar a Dios acerca de estas cosas para que lo supiera por sí misma. Terminamos nuestra conversación con una oración que ella ofreció. Ambas sentimos el Espíritu tan fuerte que atravesó nuestros corazones. Después de la llamada, envié una referencia a los misioneros de su área.

Esperé ansiosamente la semana siguiente para volver a oír de ella. Como hicimos la primera vez, empezamos nuestra videollamada con una oración, y luego escuché al Espíritu para saber qué compartir con ella. Hicimos esto durante semanas. Al final, para mi sorpresa, ella empezó a reunirse con los misioneros y noté un nuevo brillo en sus ojos.

El Padre Celestial puede obrar milagros por medio de nosotros

Cuando regresé a casa, fui con mi madre a sus lecciones con los misioneros. En una de esas lecciones, con una sonrisa en su rostro, expresó su deseo de hacer convenios con el Señor. Me sorprendió oír cómo había recibido la respuesta de que el Evangelio es verdadero. Una vez más, el Espíritu llenó la habitación y testificó a nuestros corazones que estábamos siendo testigos de la verdad.

De modo que, solo unas semanas después de regresar a casa, presencié uno de los mayores milagros de mi misión: mi madre entró en las aguas del bautismo e hizo un convenio con el Padre Celestial.

Las lágrimas corrieron por mi cara cuando la vi entrar en el agua. Cuando la abracé después, las dos estábamos sintiendo muchas emociones, pero sobre todo sentíamos el amor que Dios tiene por nosotros. Ella me miró a los ojos y dijo: “Sentí que Dios me abrazaba y me daba la bienvenida. Sé que Él me estaba esperando”.

El élder Dieter F. Uchtdorf, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó que a veces la obra misional puede llevarse a cabo cuando “comprendan que no es su trabajo convertir a las personas; esa es la función del Espíritu Santo. Su función es compartir lo que guardan en el corazón y vivir de forma consecuente con sus creencias […].

“Sigan ese camino, y Dios obrará milagros mediante ustedes para bendecir a Sus preciados hijos”2.

Al escuchar las palabras de mi madre, mi testimonio se fortaleció aún más, y supe entonces con todo mi corazón que el Padre Celestial escucha nuestras oraciones y puede ayudarnos a compartir el fruto del árbol con los demás, especialmente con nuestra propia familia.

Notas

  1. Véase “Los misioneros ahora tienen más opciones para comunicarse con sus familias”, 15 de febrero de 2019, noticias.laiglesiadejesucristo.org.

  2. Dieter F. Uchtdorf, “La obra misional: Compartir lo que guardan en el corazón”, Liahona, mayo de 2019, pág. 17.