2020
Interminable felicidad
Agosto de 2020


Páginas Locales

Interminable felicidad

“Y además, quisiera que consideraseis el bendito y feliz estado de aquellos que guardan los mandamientos de Dios. Porque he aquí, ellos son bendecidos en todas las cosas, tanto temporales como espirituales; y si continúan fieles hasta el fin, son recibidos en el cielo, para que así moren con Dios en un estado de interminable felicidad. ¡Oh recordad, recordad que estas cosas son verdaderas!, porque el Señor Dios lo ha declarado.” (Mosíah 2:41)

Esto lo dijo el Rey Benjamín cuando estaba hablando a su pueblo. Estaban todos formados en familia escuchando sus palabras.

Quisiera analizar esta Escritura: “Aquellos que guardan los mandamientos de Dios”, su estado será bendito y feliz en todas las cosas — temporales y espirituales. ¿Qué pasa si continuamos fieles? Seremos recibidos en el cielo, moraremos con Dios y recibiremos “interminable felicidad”.

Todos queremos esto. Me encanta cuando dice que tendremos “interminable felicidad”.

Esas palabras me dan mucha esperanza. ¡No me lo puedo imaginar!

¿Cómo podemos lograr que cada hogar permanezca fiel y logre esa interminable felicidad?

El élder Whitney L. Clayton de la Presidencia de los Setenta nos aconsejó en esta pasada conferencia de abril cuatro cosas que podemos hacer para convertir nuestra casa en un hogar “fino”.1

Primero, tener la imagen de Cristo reflejada en el rostro de los que residen en esa casa. No importa que el piso sea de mármol o de tierra. Mi abuela Olga le gustaba todo limpio. Siempre me decía: “Cari Lu, ¡la limpieza no va con la pobreza!” Yo tengo eso grabado siempre en mis acciones en mi hogar y añado que la “limpieza tanto física como espiritual no va con la pobreza o dónde y cómo uno vive”. Llenemos nuestro hogar de la luz del Evangelio. “Organizaos, preparaos y establecer” una casa, una vida espiritual.

Segundo, estudiar las Escrituras y escuchar las palabras de los profetas vivientes cada día. Transformemos nuestro hogar a través del estudio del Evangelio. Ahí podemos aprender sobre el arrepentimiento diario que nos lleva a ser más amables, amorosos y comprensivos. Nos acerca más a nuestro Salvador. Los cuadernos de instrucción del hogar se encuentran en la Biblia, El Libro de Mormón, La Perla de Gran Precio y las revistas y los mensajes que recibimos mensualmente. Aferrémonos a esto.

Tercero, El templo, el plano de construcción. Al tener la imagen de Cristo en nuestro rostro y reflexionar en el amor que Él nos da formará nuestro carácter. Nos acerca más a Él y por ende al templo. Ahí encontramos paz, y respuestas a nuestras preguntas. En el Templo de Salt Lake en estos momentos se está llevando a cabo una gran remodelación y refuerzo a los cimientos y base para que pueda ser a prueba de sismos. Nosotros también debemos verificar qué cosas tenemos que cambiar para fortalecer y remodelar nuestra vida y poder resistir nuestros sismos espirituales.

Cuarto, Hacer de nuestro hogar un refugio de las tormentas de la vida. Como mencioné al comienzo de este mensaje, el Rey Benjamín dijo a su pueblo y a nosotros también que el que guarde los mandamientos “prosperará en la tierra”. La prosperidad para Dios es el poder de seguir adelante a pesar de los problemas de la vida. Si vivimos fieles, teniendo la fortaleza y visión eterna, seremos merecedores de recibir ayuda divina en tiempos de necesidad y dificultad.

Esto no significa que no vamos a tener pruebas como enfermedades, accidentes, pérdida de empleo o cualquier otra dificultad. Todos enfrentamos grandes retos y desafíos; pero sabemos que si dedicamos nuestra vida a obedecer y a vivir en rectitud, esos desafíos nos servirán de experiencias en las que podamos aprender a aferrarnos más a Cristo, a trabajar con cualquier otra dificultad, y ayudar a los demás formando así nuestro carácter a uno de discípulo de Cristo.

Estamos viviendo en tiempos interesantes donde, según advirtió Isaías, “¡ay de los que lo malo llaman bueno, y a lo bueno, malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; lo amargo por dulce y lo dulce por amargo.” Mientras más tiempo pasa, menos son las personas que quieren hacer lo correcto, pero eso no significa que seamos menos fuertes. Significa que nos pongamos la armadura de Dios para protegernos de esos dardos y flechas fuertes que nos atacan diariamente. Podemos ser una luz en las tinieblas. Amar y ser ejemplo de hacer lo correcto para nuestros semejantes. Compartamos con los demás las buenas nuevas del Evangelio y las bendiciones que recibimos; que no todo está perdido.

Nuestro Padre en los Cielos te ama. Jesucristo te ama. Conoce tus fortalezas y conoce tus debilidades. Él te perdona setenta veces siete. Su sacrificio expiatorio es el regalo más grande que te ha podido dejar, junto con su Santo Espíritu que es nuestro Consolador. Recíbelo. Sigue adelante. No te des por vencido. Nunca es tarde. Comienza hoy.

Serás bendecido grandemente. Continuemos fieles hasta el fin con la esperanza de poder ver esa interminable felicidad.

Nota

  1. Véase Whitney L. Clayton, “Los mejores hogares,” Liahona, mayo de 2020, 107–109.