2020
La historia de la Iglesia: Una fuente de fortaleza e inspiración
Julio de 2020


La historia de la Iglesia: Una fuente de fortaleza e inspiración

Conforme aprendamos más sobre los santos del pasado, se nos fortalecerá en el cumplimiento de nuestra propia misión como hija o hijo de Dios.

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smiling woman

Derecha: fotografía de una mujer de Getty Images; extrema derecha: Addison Pratt y su diario personal, Polinesia Francesa, 1844

Élder Cook: La historia de la Iglesia puede ser una fuente significativa de fe, pero para algunas personas ha sido malinterpretada o subestimada. Algunas personas incluso han tergiversado relatos del pasado a propósito para sembrar dudas.

Al aprender la historia fidedigna de la Iglesia, uniremos nuestro corazón con los santos de ayer y de hoy. Hallaremos ejemplos de personas imperfectas, como ustedes y como yo, que avanzaron con fe y permitieron que Dios obrara por medio de ellas para efectuar Su obra. Les prometo que estudiar la historia de la Iglesia puede aumentar su fe y su deseo de vivir el Evangelio más plenamente.

La historia de la Restauración es una historia de sacrificios, determinación y fe. Todos somos parte de la Restauración y de la historia de la Iglesia. Cada uno de nosotros tiene una misión que cumplir en esta vida que servirá para que el Evangelio llene la tierra. Conforme aprendamos más sobre los santos del pasado, se nos fortalecerá en el cumplimiento de nuestra propia misión como hija o hijo de Dios.

En los más de veinticuatro años que he servido como Autoridad General, el deseo de las Autoridades Generales ha sido el de ser lo más transparentes posible, tanto en términos de la historia de la Iglesia como de la doctrina. Consideramos que el esfuerzo de poner a disposición nuevos materiales, en particular The Joseph Smith Papers [Los Documentos de José Smith]; los Ensayos sobre Temas del Evangelio; los Temas de la historia de la Iglesia; y Santos1, que ahora tiene más de un tomo, es una magnífica manera de lograr que las personas estudien en contexto cosas que son verdaderas y que las ayudarán a entender el evangelio de Jesucristo de manera confiable.

Uno de mis relatos preferidos de Santos es la historia de cuando Addison Pratt fue al Pacífico Sur; efectuó alrededor de sesenta bautismos. Mi esposa, Mary, y yo tuvimos la oportunidad de visitar las islas Australes, en la Polinesia Francesa, donde Addison Pratt enseñó.

Una de las experiencias más extraordinarias que he tenido fue escuchar a una joven de allí decir: “Pertenezco a la séptima generación de miembros de la Iglesia”. Addison Pratt había bautizado a un antepasado lejano de ella antes de que los santos viajaran a Utah.

Dondequiera que estén en este mundo, independientemente del linaje del que provengan, ustedes son importantes; son parte de la historia de la Iglesia. Los necesitamos y los queremos muchísimo. Ustedes bendecirán la vida de las personas.

¿Por qué la Iglesia no es más comunicativa en cuanto a algunas de las cosas controvertidas de su historia?

Por Kate Holbrook

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mother and daughter visiting grandmother

Izquierda: ilustración por David Green

Cuando tenía cuatro años de edad, mi madre y mi abuela trabajaban en la Casa de la Colmena, la antigua casa de Brigham Young, en Salt Lake City, Utah. Me enseñaron todo en cuanto a Brigham Young y que este tenía muchas esposas. Unos diez años después, me enteré de que José Smith tuvo muchas esposas. No supe en cuanto a las piedras videntes, que José utilizó para ayudar a traducir el Libro de Mormón, hasta que fui adulta. La Iglesia no me ocultó información, sino que no se ponía tanto énfasis en los datos históricos cuando yo era joven.

Lo que sí aprendí en las reuniones dominicales y en las clases de Seminario fue cuál es la obra principal de la Iglesia; aprendí a arrepentirme; aprendí a poner mi vida en armonía con el evangelio de Jesucristo; aprendí cómo entablar una relación con mi Padre Celestial. Esas son las cosas que más atesoro en mi vida. Sé que para algunas personas puede ser muy doloroso conocer algo que pensaban que deberían haber sabido, pero no sabían. Por eso Matt y yo realizamos la labor que realizamos. Esperamos que esa experiencia que tenían las personas ahora llegue a ser parte del pasado, puesto que tenemos el libro Santos, que presenta una historia completa para la gente.

¿Cómo sabemos si una fuente de datos sobre la historia de la Iglesia es confiable?

Por Matt Grow

He trabajado para la Iglesia durante los últimos nueve años escribiendo en cuanto a historia. He visto la actitud de nuestras Autoridades Generales con relación a nuestra historia; las conversaciones no giran en torno a “¿Cómo ocultamos o censuramos la historia?”, sino, más bien, tratan sobre “¿Cómo logramos que la historia sea accesible, esté disponible y sea comprensible?”.

Todos sabemos que el reto de la era de la información no es buscar respuestas —estamos rodeados de respuestas— sino discernir entre las respuestas buenas y las malas, la información buena y la mala. Hay muchas conversaciones en internet sobre nuestra historia, y la mayoría de ellas producen mucha más agitación que luz.

Tengan cuidado con las fuentes de información que tan solo procuran desacreditar a las personas. Más bien, busquen fuentes de información que se basen en los registros que las personas mismas han dejado y que procuran ser justas con la gente. Es muy sencillo hallar “faltas” en la gente del pasado juzgándolas según las normas actuales; sacar una cita o un incidente fuera de contexto y hacerlo parecer alarmante.

Como historiador, trato de seguir el consejo de un novelista británico, que dijo: “El pasado es un país extranjero: allá las personas hacen las cosas de manera diferente” (L. P. Hartley, The Go-Between, 1953, prólogo). Eso significa que, al visitar el pasado, no hemos de ser “turistas descorteses”; queremos tratar de entender a las personas en su propio contexto y en su propia cultura. Queremos ser pacientes con lo que percibimos como sus faltas. Queremos ser humildes en cuanto a los límites de nuestro propio conocimiento. Y queremos tener un espíritu de caridad en lo concerniente al pasado.

José Smith y el Libro de Mormón

Cuando estaba en la adolescencia, pensábamos que mi hermano mayor no serviría en una misión porque al barrio solo se le permitía enviar a un joven a la vez a la misión. Todos los demás debían estar disponibles para el reclutamiento militar; no obstante, el obispo y el presidente de estaca se enteraron de que podían enviar a uno más. De modo que hablaron con mi hermano al respecto, y él regresó a casa y se lo dijo a mis padres.

Mi padre era un hombre maravilloso, aunque no era activo en la Iglesia. Su respuesta fue negativa, pero por un motivo poco común. No era crítico de la Iglesia ni tampoco de la misión, pero mi hermano se estaba preparando para la facultad de medicina. Mi padre dijo: “Te has preparado para ir a la facultad de medicina; has asistido a los cursos; puedes hacer más bien si vas a la facultad de medicina de lo que puedes hacer si vas a la misión”.

Aquella noche, ese fiel y maravilloso hermano mío se sentó conmigo y hablamos; llegamos a la conclusión de que había tres preguntas que en verdad determinarían su respuesta a nuestro padre. La primera era: “¿Fue Jesucristo el Salvador del mundo?”. La segunda era: “¿Es el Libro de Mormón la palabra de Dios?”. Y la tercera era: “¿Fue José Smith un profeta?”. Me di cuenta de que las respuestas a esas tres preguntas influirían en casi todas las decisiones que yo tomara durante el resto de mi vida.

Siempre había amado al Salvador y había leído el Libro de Mormón, pero al darme cuenta de lo significativas que eran aquellas respuestas, oré esa noche y mediante el Espíritu Santo recibí una profunda respuesta afirmativa a dichas preguntas. Jesucristo es el Salvador, el Libro de Mormón es la palabra de Dios, y José Smith fue un profeta. Testifico que esas cosas son verdaderas.

¿Por qué los relatos de la primera visión de José Smith son un poco diferentes?

Por Matt Grow

José Smith escribió o pidió a sus escribientes que asentaran cuatro relatos diferentes de la Primera Visión. Los relatos narran una historia concordante, pero hay diferencias; y eso no debería sorprendernos. Si hubiera total uniformidad entre los relatos, entonces yo, como historiador, sospecharía, ya que así no es como funciona la memoria. Vemos el mismo ejemplo en otros relatos de la historia o de las Escrituras (véanse Hechos 9:7; 22:9).

Además, tengan presente lo difícil que es plasmar una experiencia sagrada en palabras. José llamó al idioma “una pequeña y estrecha cárcel” (en History of the Church, tomo I, pág. 299). Piensen en sus experiencias más sagradas; ¿es sencillo expresarlas con palabras? Deberíamos celebrar que tenemos varios relatos, puesto que nos brindan más conocimiento y una nueva perspectiva. Lean los cuatro relatos de la Primera Visión en los Ensayos sobre Temas del Evangelio. El hacerlo aumentará su aprecio por lo que sucedió aquel día.

¿Qué función desempeñó el Urim y Tumim en la traducción del Libro de Mormón?

Por Kate Holbrook

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Joseph Smith with the plates

Izquierda: ilustración por David Green

José Smith tradujo el Libro de Mormón por el don y el poder de Dios. El Urim y Tumim que se menciona en el Libro de Mormón se enterró junto con las planchas. Cuando Moroni entregó a José las planchas de oro, también le entregó el Urim y Tumim. La piedra vidente, que José también empleó para traducir, no estaba enterrada con las planchas. Fue algo que José había encontrado por sí mismo años antes, que lo ayudó a sentirse a tono con la revelación espiritual. De modo que utilizó ambas cosas.

Emma Smith, una de sus escribientes, relató más adelante que cuando José se sentaba para comenzar a traducir de nuevo, no preguntaba: “¿Dónde estábamos? ¿Dónde habíamos quedado?”. Sencillamente empezaba en el punto preciso donde se había quedado. Si observan alguna página del diario personal de José Smith que escribió tres años después de traducir el Libro de Mormón, verán que está lleno de palabras tachadas, ideas incompletas y oraciones incompletas. Al contemplar alguna página del Libro de Mormón que fue dictado, no hay nada de eso. Es una prosa completa y bella; con oraciones completas y nada tachado.

Es muy interesante pensar en todo aquello, pero lo que más importa para mí es el contenido del Libro de Mormón. El Libro de Mormón es donde el rey Benjamín me enseñó a priorizar la generosidad por encima de los prejuicios; donde Alma me enseñó lo que significa bautizarme, lo que prometo hacer por mis hermanos santos y junto con ellos. El Libro de Mormón es donde Mormón y Moroni me enseñaron cuán importante es la caridad y qué he de hacer para obtenerla. Dicho libro ha moldeado quién soy y cómo veo el mundo.

El matrimonio plural

Quiero dejar en claro tres aspectos del matrimonio plural. Primero, está claro que hubo mucho sacrificio en los matrimonios plurales. Hubo mucho amor y unidad, pero también sacrificio, y los padres en dichos matrimonios enseñaron a sus hijos a sacrificarse. Muchos de los hijos de los matrimonios plurales llevaron el evangelio de Jesucristo a lo largo del mundo y bendijeron muchas vidas.

Segundo, hubo algunas personas, como Vilate Kimball, que recibieron su propia revelación personal —antes que siquiera supieran totalmente en cuanto a lo que estaba por venir— de que esa doctrina provenía de Dios2.

Y tercero, en los consejos superiores de la Iglesia, existe la opinión de que el matrimonio plural, tal como se practicaba, cumplió con su propósito. Debemos honrar a aquellos santos, pero ese propósito ha sido cumplido.

Ahora bien, hay preguntas sin responder. No obstante, quiero que sepan que tenemos un Padre Celestial amoroso que tiene un plan perfecto, que Su plan es de felicidad, y que tenemos un Salvador que hizo todo por nosotros. Podemos confiar en Ellos.

¿Por qué practicaban el matrimonio plural en los primeros días de la Iglesia?

Por Kate Holbrook

La instrucción del Libro de Mormón sobre el matrimonio plural dice que el deseo del Señor para Su pueblo es la monogamia, pero hay raras excepciones en las que Él manda la práctica del matrimonio plural a fin de levantar un pueblo recto (véase Jacob 2:30). Tal es la rara excepción que a José Smith se le mandó promover. José se demoró renuentemente durante años en implementar esa práctica, pero con el tiempo, la implementó, pues quería ser obediente al mandamiento que Dios le había dado. Trató de poner en práctica el matrimonio plural a mediados de la década de 1830, pero en realidad fue en 1841 que, poco a poco y de manera más oficial, comenzó a explicarlo a sus compañeros de confianza. Estos quedaron estupefactos; suplicaron en oración al Padre Celestial para entender ese principio, y recibieron testimonios espirituales personales de que era correcto para ellos en aquel momento.

El matrimonio plural, que se practicó de modo oficial durante unos cincuenta años, era algo que las personas podían escoger. Los eruditos aún intentan determinar cuántos adultos Santos de los Últimos Días efectivamente estuvieron en matrimonios plurales, aunque sabemos que, por lo general, eran la minoría de los santos. Asimismo, sabemos que muchos de ellos eran los miembros más devotos y firmes de nuestra Iglesia. En 1890, el presidente Wilford Woodruff (1807–1898) emitió un manifiesto cuyo objeto era poner fin a la práctica del matrimonio plural. Cuando algunas personas escucharon el manifiesto, se sintieron aliviadas; el matrimonio plural había sido difícil para ellas. Cuando otras lo escucharon, quedaron desoladas; habían sacrificado muchísimo y tenían un testimonio de aquel principio.

Algunos miembros de la Iglesia se preguntan lo que significa nuestra práctica pasada del matrimonio plural en lo tocante a la vida venidera. Los líderes de la Iglesia han enseñado que el matrimonio plural no es necesario para la exaltación ni para la gloria eterna. Aunque en lo personal agradezco que la monogamia sea la regla y que el matrimonio plural, excepción, no resto importancia a los testimonios ni a la obediencia honorable de nuestros antepasados espirituales que practicaron ese principio. Fueron obedientes y tenían un testimonio de que era lo correcto.

El templo y los convenios

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Moses, Elias, and Elijah appearing in Kirtland Temple

Arriba: El Templo de Kirtland, por Al Rounds; derecha: Moisés, Elías y Elías el Profeta, por Gary Ernest Smith

En Kirtland, Ohio, una de las cosas increíbles que sucedió fue la edificación y dedicación del Templo de Kirtland. La oración dedicatoria, la cual José recibió por revelación, aparece en Doctrina y Convenios, sección 109. En dicha oración, le pidió al Señor que aceptara la obra y el sacrificio de los santos al construir el templo.

Una semana después de la dedicación del templo, José Smith y Oliver Cowdery tuvieron otra visión. Esta ocurrió en la Pascua de Resurrección, que también era la Pascua judía. El Señor vino en una visión y aceptó la Casa; dijo a los santos que debían regocijarse por haber, “con su fuerza[,] construido esta casa a mi nombre” (Doctrina y Convenios 110:6). Después de cerrarse esa visión, aparecieron tres profetas de la antigüedad: Moisés, quien restauró las llaves del recogimiento de Israel de las cuatro partes de la tierra; Elías, quien entregó la dispensación del evangelio de Abraham; y Elías el Profeta, quien restauró las llaves del poder para sellar (véase Doctrina y Convenios 110:11–16).

La restauración de aquellas llaves era absolutamente esencial para lograr los propósitos del Señor. No solo necesitábamos el Libro de Mormón, sino también esas llaves y las ordenanzas del templo. Tales llaves jamás han sido tan importantes como lo son ahora.

He notado que cuando se llama a uno de los Doce Apóstoles como el profeta, su corazón se torna a las ordenanzas del templo de manera acentuada. Tuve el privilegio de estar en la dedicación del Templo de Nauvoo, Illinois, con el presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008). Recuerdo cuán profundamente conmovido estaba de que se hubiera construido ese templo y cuán importante era para él llevar los templos a los santos. El presidente Thomas S. Monson (1927–2018) continuó aquella labor y recibió la misma inspiración del cielo que el presidente Hinckley, y hemos visto dicha inspiración de manera impresionante en el presidente Russell M. Nelson. El manto de profeta ha descansado sobre él, y ha recibido un mayor sentido del carácter preciado de las ordenanzas del templo.

Uno de sus primeros mensajes como Presidente de la Iglesia fue instar a las personas a ir al templo, recibir las ordenanzas y mantenerse en la senda de los convenios. Justo después de eso, dijo que si por alguna razón se han apartado de la senda de los convenios, regresen a dicha senda3.

¿De qué modo bendijo la obra del templo a los primeros Santos de los Últimos Días?

Por Matt Grow

Cuando José Smith murió, los muros del Templo de Nauvoo estaban levantados a menos de la mitad, y pronto se hizo evidente para el presidente Brigham Young (1801–1877) que los santos volverían a ser expulsados. De modo que preguntó al Señor: “¿Debemos quedarnos aquí y terminar el templo, sabiendo que tendremos que abandonarlo casi tan pronto como esté terminado, o debemos irnos ahora?”. La respuesta llegó de manera clara: “Quédense” (véase Brigham Young diary, 24 de enero de 1845, Archivos de la Iglesia; Ronald K. Esplin, “Fire in His Bones”, Ensign, marzo de 1993, pág. 46). Las ordenanzas de la investidura y del sellamiento eran tan importantes que los santos tenían que quedarse.

Y así fue que, durante el año siguiente, dedicaron todo lo que tenían para el templo. Casi al final, sus casas estaban siendo incendiadas en los alrededores de Nauvoo, y los santos se preparaban para partir al oeste al mismo tiempo que terminaban el templo. En diciembre de 1845, se concluyó el templo lo suficiente como para que los santos pudieran dedicar parte de él, proporcionar investiduras a quienes eran dignos, y sellar a los esposos y esposas el uno al otro.

Durante los meses siguientes, trabajaron día y noche a fin de preparar espiritualmente a todos para la gran travesía hacia el oeste. Para mí, es profundo y sagrado estar sellado por ese mismo poder a mi esposa, hijos, padres, y a las generaciones que han partido antes y las que aún no han nacido. Eso es lo que la Restauración ha hecho posible.

¿Pueden compartir algún acontecimiento de la Restauración que haya fortalecido su testimonio?

Por Kate Holbrook

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woman crossing frozen river with children

Izquierda: ilustración por David Green

Recuerdo el relato de cuando Emma Smith trataba de escapar de la persecución en Misuri. El río Misisipí estaba congelado solo de forma parcial; no lo suficiente para que los carromatos con las personas y sus posesiones pudieran viajar encima de él. Es un río ancho, y cruzarlo era peligroso. Emma tenía a un hijo de seis años aferrado a su falda de un lado, a una hija de ocho años del otro lado, a un bebé de dos años en un brazo y a otro bebé pequeñito en el otro.

La cuñada de uno de los escribientes de José había cosido bolsas de algodón que se abotonaban alrededor de la cintura. En dichas bolsas, debajo de la falda, Emma llevaba la única copia de la traducción de la Biblia de José, en la que este había trabajado durante meses. Con los documentos y con sus hijos, daba un paso a la vez a lo ancho del río congelado, con la esperanza de no caer.

Para mí, eso es la señal suprema del valor y de la fe; que cuando debamos hacer algo por lo que creemos, tan solo hay que avanzar, un paso a la vez.

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pioneer scenes

Arriba:ILUSTRACIÓN POR dan burr; Milagro en Quincy, por Julie Rogers; José Smith en la cárcel de Liberty, por Greg K. Olsen

“Sé de buen ánimo”

Muchos de ustedes tienen pruebas y tribulaciones. Parte de ello sucede porque hay albedrío y parte de ello sucede porque hay un adversario, pero tienen que saber que tenemos un Padre Celestial amoroso y que la expiación de Jesucristo puede bendecirnos de maneras que tal vez no entendamos plenamente.

Algunos historiadores dicen que el número de santos que escaparon de Misuri a Nauvoo durante el invierno de 1838–1839 alcanzó los ocho mil. Era invierno; ¿dónde estaba José? Estaba en la cárcel de Liberty, afligido por lo que los santos estaban pasando. Sintió que se le había abandonado.

En esas precarias circunstancias, recibió algunas de las Escrituras más bellas: las secciones 121, 122 y 123 de Doctrina y Convenios. Son significativas; espero que las lean. Santos contiene un breve relato de aquel acontecimiento:

“… José clamó a favor de los santos inocentes. ‘Oh Señor, ¿hasta cuándo sufrirán estas injurias y opresiones ilícitas, antes que tu corazón se ablande y tus entrañas se llenen de compasión por ellos?’, imploró.

“‘Hijo mío, paz a tu alma’, respondió el Señor. ‘Tu adversidad y tus aflicciones no serán más que por un breve momento; y entonces, si lo sobrellevas bien, Dios te exaltará; triunfarás sobre todos tus enemigos’.

“El Señor aseguró a José que no lo había olvidado. ‘Si las puertas mismas del infierno se abren de par en par para tragarte, entiende, hijo mío, que todas estas cosas te servirán de experiencia, y serán para tu bien’, dijo el Señor a José.

“El Salvador recordó a José que los santos no podrían sufrir más de lo que Él había sufrido. Él los amaba y podía terminar con su dolor, pero en vez de hacerlo, escogió sufrir aflicciones con ellos al cargar sus penas y pesares como parte de Su sacrificio expiatorio. Tal sufrimiento lo llenó de misericordia y le dio el poder de socorrer y refinar a todos los que acudan a Él durante las pruebas. El Señor instó a José a sobrellevarlo y le prometió que jamás lo abandonaría”.

El élder Heber C. Kimball (1801–1868) había pensado que los magistrados de la Corte Suprema de Misuri iban a liberar a José, pero decidieron no hacerlo. Heber regresó a la cárcel de Liberty y, puesto que no se le permitió entrar en el calabozo, gritó hacia abajo para comunicar a José las malas noticias.

José fue afectuoso y amigable con él. “Sé de buen ánimo”, dijo. Luego indicó a Heber que hiciera “que se march[aran] todos los santos tan rápidamente como [fuera] posible”4.

Hay una lección para ustedes en esto: Sean de buen ánimo a pesar de sus dificultades. Si ciertas cosas los tientan, apártense de ellas. Confíen en el Espíritu Santo. El ejemplo de José en la cárcel de Liberty y de los santos que huyeron de Misuri a Nauvoo son magníficos ejemplos de fortaleza y fe en el Señor Jesucristo.

Como Apóstol, doy testimonio de Jesucristo. Soy un firme testigo de Su divinidad. Quiero que sepan que Él guía y dirige la Iglesia de una manera que nos bendecirá a todos. Les testifico que Él vive.

Para ver el devocional completo, vaya a devotionals.ChurchofJesusChrist.org.

Notas

  1. Ese material pueden consultarse en history.ChurchofJesusChrist.org.

  2. Véase Orson F. Whitney, Life of Heber C. Kimball, 1945, pág. 327.

  3. Véase Russell M. Nelson, “Al avanzar juntos”, Liahona, abril de 2018, pág. 7.

  4. Véase Santos: La historia de la Iglesia de Jesucristo en los últimos días, tomo I, El estandarte de la verdad: 1815–1846, 2018, págs. 398–399; saints.ChurchofJesusChrist.org.