2020
Lo que se requiere para recibir nuestros deseos justos
Julio de 2020


Solo para versión digital: Jóvenes adultos

Lo que se requiere para recibir nuestros deseos justos

Cuando la pobreza afectó a mi familia, yo no estaba seguro de cómo iba a lograr servir en una misión.

Mucho antes de ser bautizado en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, deseaba servir al Señor. Siempre me había dicho a mí mismo que, fuera como fuese, dedicaría todo mi tiempo a Él. Mi sueño era servirle durante toda mi vida, y el unirme a la Iglesia de Jesucristo me otorgó mayores posibilidades de cumplir mi sueño.

Me bauticé en diciembre de 2017. Fue el día más grandioso de mi vida. El Evangelio me enseñó a pensar de manera diferente, a saber cómo inspirar a los demás, a superar mis temores, reforzar mis talentos y descubrir otros nuevos. Con el tiempo, también me enteré de la posibilidad de servir en una misión de tiempo completo. De inmediato supe que era algo que deseaba hacer, así que día tras día me esforcé para prepararme. Leía las Escrituras, asistía a Instituto y magnificaba mi llamamiento. Sin embargo, había un problema en mi familia que me hacía sentir muy inseguro en cuanto al futuro.

La pobreza.

Cuando cumplí dieciocho años, la pobreza afectó a mi familia. Apenas teníamos para comer, ir a la escuela o pagar el transporte para ir a la Iglesia. Lo único que nos quedaba era aferrarnos a nuestra fe. Esa situación realmente retrasó mi proceso para servir en una misión. Hablé con mi mamá acerca de mi deseo, pero ella repitió algo que me había dicho a menudo: “Termina la escuela y solo entonces ve por tus sueños”. Debido a nuestra situación económica, no tenía más remedio que hacerlo, así que trabajé duro para terminar la escuela.

Con el tiempo, me gradué y finalmente estuve listo para salir a servir al Señor, pero la pobreza todavía nos afectaba.

Me sentía frustrado.

Pensé: “He terminado la escuela y he hecho todo lo que he podido. ¿Por qué razón aún no me da resultado?”. No quería seguir esperando que se cumpliera mi sueño, pero a pesar del desánimo, confiaba en que, con el tiempo, las cosas se solucionarían.

Decidí trabajar aun más duro para ahorrar todo el dinero necesario para los gastos de mi misión. Oraba cada día, me reunía con los misioneros lo más posible y fortalecía mi testimonio por medio del estudio de materiales de la Iglesia.

Muchos de mis parientes se oponían a mi sueño de servir en una misión. Me decían que servir en una misión solo haría las cosas más difíciles para mí y mi familia, pero me mantuve firme. Sabía que deseaba servir en una misión y que el Padre Celestial proveería una manera para que yo lo lograra.

Luego de largo tiempo de trabajar y ahorrar dinero, finalmente envié mis papeles para la misión. Cuando mi obispo me llamó para decirme que mi llamamiento había llegado, grité y salté de alegría. Me dirigí de inmediato a la oficina de la estaca para recoger la carta. Esa tarde abrí mi llamamiento misional y anuncié a mi familia que había sido llamado a servir en la Misión Filipinas Cabanatuan.

Derramé lágrimas de gozo esa noche. A pesar de todo lo sucedido, con fe, trabajo arduo y confianza en el Señor, completé todo lo necesario para servir en una misión y cumplir mi sueño. Me di cuenta de que si no hubiera experimentado esas dificultades antes de mi misión, quizás no habría estado completamente preparado en los aspectos físico, emocional, espiritual, mental y económico. Pero debido a mis circunstancias, pude progresar de muchas maneras.

Sé que nuestro Padre Celestial tiene un plan para todos nosotros. Es posible que las cosas por las que pasamos a veces no tengan sentido, y tal vez queramos que las cosas sucedan más pronto que tarde, pero confiemos en el tiempo de Él, en vez del nuestro. Si confiamos en Él, ejercitamos la fe y trabajamos arduamente, Él nos concederá nuestros deseos justos en el momento apropiado y nos ayudará a progresar a lo largo del camino (véase Enós 1:12 y Alma 29:4).