Historia de la Iglesia
Capítulo 37: Con verdadera intención


“Con verdadera intención”, Santos: La historia de la Iglesia de Jesucristo en los últimos días, tomo III, Valerosa, noble e independiente, 1893–1955, 2022

Capítulo 37: “Con verdadera intención”

Capítulo 37

Con verdadera intención

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Estudiantes de secundaria entrando en un edificio de la Iglesia temprano en la mañana

En un frío día de marzo de 1953, Inge Lehmann, de veintiún años de edad, salió por la puerta de su casa en Bernburg (República Democrática Alemana [RDA]). Ella sabía que sus padres no aprobaban lo que iba a hacer. Unirse a una nueva iglesia ya era bastante malo, pero ¿meterse en las aguas heladas del río Saale? Inge todavía estaba débil por un brote de tuberculosis y sus padres temían por su salud.

Sin embargo, no pudieron disuadirla. Llevaba años reuniéndose con los Santos de los Últimos Días de la rama Bernburg. Por fin había llegado el momento de ser bautizada.

El crepúsculo estaba haciéndose noche cuando Inge se reunió con el pequeño grupo que se preparaba para el servicio bautismal. Reconoció a uno de ellos: Henry Burkhardt, un misionero que había servido en la rama Bernburg un par de años antes. Causó muy buena impresión a casi todos los que lo conocieron, pero Inge aún no había llegado a tratar con él1.

Desde que recibió su nuevo llamamiento en la presidencia de la misión, Henry se había convertido en una persona de interés para la Stasi, la policía secreta de la RDA. Aunque el gobierno de Alemania Oriental había reconocido oficialmente a la Iglesia, los funcionarios insistieron en que Henry dejara de utilizar el nombre de “Misión Alemania Oriental” y cesara toda actividad proselitista. Henry aceptó estas exigencias, pero como viajaba con frecuencia entre Alemania Oriental y Occidental para comunicarse con los líderes de la Iglesia, el gobierno seguía vigilándolo de cerca. La Stasi ya sospechaba de él como espía y lo había etiquetado como “enemigo del Estado”2.

Una de las amigas de Inge, una joven llamada Erika Just, también iba a ser bautizada esa noche. Inge y Erika eran vecinas. En los difíciles años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, varias personas de su vecindario habían mostrado interés por la Iglesia. Pero a medida que pasaba el tiempo y ya no existía la necesidad urgente de los alimentos y suministros que la Iglesia proporcionaba, muchos de ellos dejaron de asistir. Inge y Erika formaban parte de un pequeño grupo de jóvenes que permanecieron, estrechando lazos en las actividades de la AMM durante la semana y en las reuniones sacramentales los domingos por la noche.

La luz del sol había desaparecido por completo para cuando el grupo llegó a las orillas del Saale. Las nubes cubrían la luna y algunos bloques de hielo sobresalían por encima de la oscura superficie del río. Un misionero alemán, Wolfgang Süss, se introdujo en el agua. Cuando el primero de los cinco candidatos al bautismo entró tras él, la luna apareció de detrás de las nubes. Su reflejo brillaba en la superficie del río como si mostrara la aprobación de Dios. En la orilla algunas personas esperaban, listas para envolver a cada miembro nuevo con una manta3.

Pronto Inge se metió en el río. Cuando el élder Süss la sacó del agua, era una persona nueva.

Después de los bautismos, el pequeño grupo regresó al centro de reuniones de la rama, una tienda de sombreros que había sido remodelada para poder celebrar reuniones sacramentales y clases de la Escuela Dominical. Cuando le llegó el turno a Inge de ser confirmada como miembro de la Iglesia y recibir el Espíritu Santo, Henry Burkhardt puso las manos sobre su cabeza y pronunció las palabras de la bendición.

Henry no se había fijado especialmente en Inge durante el tiempo que sirvió en su rama. Pero unos días después del bautismo, hizo una nota sobre ella en su diario.

Contó que cinco personas habían hecho convenios con su Padre Celestial aquella noche. “Los conocía a todos en cierta medida de cuando estuve trabajando en Bernburg —escribió—. Tengo especial confianza en Inge Lehmann”4.


Más tarde ese año, en el otoño de 1953, Nan Hunter, de treinta y seis años de edad, comenzaba todos los días de la semana de la misma manera. A las seis de la mañana estaba en el centro de reuniones de su barrio en San Diego, California, enseñando Seminario a unos veinticinco adolescentes. Exteriormente, Nan era habladora y segura de sí misma. Por dentro se sentía insegura. Estaba impartiendo un curso sobre el Libro de Mormón y no estaba segura de si el libro era verdadero5.

Nan, madre y con hijos en la escuela secundaria, estaba encantada cuando se puso en marcha por primera vez el programa de Seminario matutino. La Iglesia en el oeste de Estados Unidos había crecido desde el final de la guerra. El conflicto había dado a los estadounidenses una nueva perspectiva sobre el valor de la familia y la fe, y los santos de California, muchos de los cuales habían venido de Utah, querían que sus hijos se beneficiaran de todos los programas de la Iglesia. En abril de 1950, diez estacas del sur de California pidieron a la Mesa Directiva de Educación de la Iglesia que les ayudara a iniciar un programa de Seminario para estudiantes de secundaria en su zona. Ray Jones, profesor de Seminario en Logan, Utah, aceptó trasladarse a Los Ángeles y poner en marcha el programa.

Los estudiantes de Ray en Utah habían asistido a Seminario durante el día en un edificio cercano a su escuela. En California, donde había menos santos viviendo cerca unos de otros, esta forma de hacerlo era poco práctica. Después de encuestar a los padres y a los líderes de la Iglesia, Ray descubrió que el único momento en que se podían celebrar las clases de Seminario era antes de comenzar la escuela. Los santos de la localidad tendrían que impartir la mayoría de las clases, ya que la Iglesia no podía emplear a muchos profesores de Seminario a tiempo completo en California.

“¡Jamás funcionará!”, pronosticaron algunos padres, seguros de que sus hijos no se despertarían antes del amanecer para asistir a una clase de religión en el edificio de su centro de reuniones. Pero Seminario matutino prosperó en el sur de California. Al cabo de solo tres años, más de mil quinientos estudiantes estaban matriculados en cincuenta y siete clases6.

Aunque Nan estaba entusiasmada con el programa de Seminario matutino, no le gustó que David Milne, consejero del obispado, la invitara a enseñar la clase.

“No hay forma alguna de que pueda hacerlo”, respondió. Había disfrutado de Seminario cuando era joven y crecía en el centro de Utah, pero no tenía capacitación formal ni educación universitaria7.

David le pidió que hablara con Ray Jones, quien le recomendó que hablara con William Berrett, vicepresidente del Departamento de Educación de la Iglesia. William le hizo sentir que ella era realmente dedicada y estaba capacitada, que era justo la persona que estaban buscando para enseñar el Libro de Mormón.

—¿Ese libro aburrido? —dijo Nan, sorprendida—. De ninguna manera podría enseñar eso. Ni siquiera he terminado de leerlo porque siempre me quedo atascada en Isaías.

William la miró a los ojos. “Hermana Hunter, me gustaría hacerle una promesa. Si lee ese libro con verdadera intención y si ora en cuanto a él mientras lo lee, le garantizo que obtendrá un testimonio de él”. Le aseguró que se convertiría en su libro de las Escrituras favorito para enseñar, y Nan finalmente accedió a intentarlo8.

Nan daba las clases en el salón de la Sociedad de Socorro, donde tenía acceso a un piano y una pizarra. Pronto los jóvenes empezaron a traer a sus amigos que no eran miembros de la Iglesia. Le encantaba el entusiasmo y testimonio de sus alumnos, pero sentía el peso de no saber con seguridad si el Libro de Mormón era Escritura. ¿Cómo podría dar testimonio de verdades que ella misma no conocía?

Todas las noches oraba sobre el libro, tal y como le había sugerido William Berrett, pero no llegaba ninguna respuesta. Entonces, una noche decidió que no podía seguir como hasta entonces. Tenía que saberlo. Se saltó algunas páginas para leer 3 Nefi y después se arrodilló junto a su cama. “¿Es realmente verdadero este libro, Padre? —preguntó—. ¿De verdad quieres que enseñe a estos jóvenes?”.

Una sensación gloriosa y celestial la invadió, como si alguien la estuviera abrazando. “Sí, es verdad”, susurró una voz apacible y delicada.

Nan se convirtió en una persona diferente después de esa experiencia. Al principio del año escolar, había hecho un examen sobre el Libro de Mormón y obtuvo solo una puntuación del 25%. Al final del año, hizo otra prueba y obtuvo un 98 %. Para entonces, seis personas que no eran miembros y que habían asistido a su clase se habían unido a la Iglesia9.


Mientras tanto, en Salt Lake City, Gordon B. Hinckley, de cuarenta y tres años de edad, rara vez tenía un momento para descansar. Había pasado la mayor parte de su vida laboral como empleado de la Iglesia, habiendo comenzado su carrera como secretario ejecutivo del Comité de radio, publicidad y literatura misional de la Iglesia. Durante los últimos dos años, había sido secretario ejecutivo del Comité Misional de la Iglesia. Ahora estaba involucrado en casi todos los aspectos de los esfuerzos de la Iglesia por difundir el Evangelio, desde la formación de los misioneros hasta las relaciones públicas, y le resultaba difícil no llevarse trabajo a casa10.

La esposa de Gordon, Marjorie, estaba esperando su quinto hijo, pero cuando Gordon llegaba a casa para estar con su familia, apenas podía hacerlo antes de que el teléfono empezara a sonar. A veces, la llamada tenía que ver con un misionero que echaba de menos su hogar en el otro extremo del mundo. Otras veces se trataba de alguien molesto por las normas de la Iglesia en relación con los llamamientos misionales y el servicio militar obligatorio11.

Aunque un armisticio había detenido recientemente la guerra entre Corea del Norte y Corea del Sur, Estados Unidos seguía reclutando jóvenes en edad de ser misioneros. La Iglesia adaptó su norma para tiempos de guerra para que algunos jóvenes pudieran recibir aplazamientos del servicio militar y servir en misiones. Sin embargo, la oportunidad no estaba garantizada, lo que generó cierta decepción y dolor. De todos modos, los jóvenes que fueron reclutados a menudo tuvieron la oportunidad de compartir el Evangelio en las naciones donde fueron destinados. En Seúl, Corea del Sur, por ejemplo, los soldados Santos de los Últimos Días se reunían regularmente con un pequeño grupo de santos coreanos, muchos de ellos refugiados que habían conocido el Evangelio restaurado gracias a los militares estadounidenses después de la guerra12.

En octubre de 1953, el presidente David O. McKay hizo los arreglos necesarios para hablar con Gordon para que asumiera otra responsabilidad. “Como sabe, vamos a construir un templo en Suiza ―le dijo—. Deseo que busque una manera de presentar la instrucción del templo en los diversos idiomas de Europa, utilizando para ello la menor cantidad de obreros del templo”13.

Los templos de Europa no se parecerían a ningún otro. En cada uno de los ocho templos en funcionamiento de la Iglesia, varios obreros de ordenanzas capacitados guiaban a los participantes a través de una serie de salas decoradas con murales que representaban etapas del plan de salvación. Pero sería difícil encontrar obreros de ordenanzas dado que los santos europeos estaban dispersos en pequeños números por todo el continente, por lo que la Primera Presidencia quería utilizar tecnologías modernas para reducir el número de obreros de ordenanzas y el espacio necesario para la investidura14.

“Usted ha tenido una amplia experiencia en la preparación de películas y materiales de ese tipo ―dijo el presidente McKay a Gordon—. Pongo sobre sus hombros la responsabilidad de encontrar la manera de hacer esto”. Y Gordon tendría que empezar de inmediato. El templo de Suiza estaría terminado en menos de dos años.

―Bueno, Presidente ―dijo Gordon―; haremos lo que podamos15.


A principios del año siguiente, el presidente McKay volvió a viajar fuera de los Estados Unidos con Emma Ray para visitar a los santos en Europa, Sudáfrica y Sudamérica. Su primer viaje a las misiones de la Iglesia en todo el mundo, realizado en 1920 y 1921 con Hugh Cannon, le abrió los ojos a las necesidades y preocupaciones de los santos de todo el mundo. Al emprender este nuevo viaje, le preocupaba especialmente la Misión Sudáfrica. Aunque la Iglesia llevaba en el país más de cien años, se enfrentaba a una escasez de liderazgo local debido a la restricción que impedía a las personas de ascendencia africana negra ejercer el sacerdocio o recibir las ordenanzas del templo.

Estas restricciones siempre habían planteado problemas específicos en Sudáfrica, donde los misioneros a menudo se encontraban con hombres que no estaban seguros o no sabían si tenían ascendencia mixta africana y europea, lo que planteaba dudas sobre su elegibilidad para la ordenación al sacerdocio. Finalmente, la Primera Presidencia solicitó que todos los candidatos a poseedores del sacerdocio del país confirmaran su elegibilidad probando que sus antepasados sudafricanos más lejanos habían emigrado a África en lugar de ser originarios de ella16.

Este proceso requería tiempo y era a menudo frustrante. Algunos posibles líderes de rama o distrito pertenecían a familias que habían estado en Sudáfrica desde antes de que se llevaran buenos registros genealógicos. Otros gastaron cantidades considerables de dinero en la búsqueda de sus antepasados, pero finalmente quedaron atascados en su intento. Como consecuencia, el presidente de la misión, Leroy Duncan, había decidido llamar a misioneros para que dirigieran las congregaciones en las que los hombres dignos no podían demostrar su ascendencia.

“Solo ha habido cinco hombres ordenados al sacerdocio de Melquisedec en los últimos cinco años —informó LeRoy a la Primera Presidencia—. La obra progresaría más rápidamente si un mayor número de nuestros buenos y fieles hermanos pudieran poseer el sacerdocio”17.

El presidente McKay esperaba abordar el problema directamente cuando llegara a Sudáfrica. Pero era también consciente de las tensas divisiones raciales del país. Sudáfrica estaba gobernada por la minoría blanca, que recientemente había empezado a aprobar leyes opresivas destinadas a tratar a los residentes negros y mestizos como ciudadanos de segunda clase, totalmente separados de los blancos.

Este sistema de leyes, conocido como apartheid, había convertido la estricta segregación racial en el eje de la sociedad sudafricana. Mientras el presidente McKay reflexionaba sobre el problema, tuvo que considerar la práctica de la Iglesia de funcionar dentro de la legalidad existente en cada nación. También comprendió que incluso un cambio inspirado en las restricciones del sacerdocio y del templo podría desatar la ira de los miembros blancos de la Iglesia y de otras personas ajenas a la fe18.

Los McKay llegaron a Sudáfrica en enero de 1954 y pasaron los siguientes días reuniéndose con los santos de todo el país. El presidente McKay dedicó tiempo para conocer a todas las personas que pudo, especialmente a las que parecían tímidas o se encontraban alejadas en la multitud19. En Ciudad del Cabo estrechó la mano de Clara Daniels y su hija, Alice, quienes habían sido miembros fundadores de la rama Love años antes. William Daniels, esposo de Clara y presidente de la rama, había fallecido en 1936. Desde entonces, Clara y Alice habían continuado fielmente como unas de las pocas miembros de raza mixta en Sudáfrica.

Durante sus viajes, el presidente McKay oró sinceramente para saber cómo abordar la restricción del sacerdocio en el país. Observó detenidamente a los santos y reflexionó sobre las dificultades a las que se enfrentaban. Entendía que si la Iglesia seguía exigiendo a los candidatos a poseedores del sacerdocio en Sudáfrica que encontraran a sus antepasados provenientes de fuera del continente, las ramas podrían no tener suficientes líderes locales para llevar a cabo la obra de la Iglesia.

El domingo 17 de enero, habló sobre las restricciones del sacerdocio y del templo en una reunión misional en Ciudad del Cabo. Aunque no ofreció ninguna declaración definitiva sobre el origen de la práctica, reconoció que varios hombres negros habían tenido el sacerdocio durante las presidencias de José Smith y Brigham Young. También habló de sus dificultades en el pasado para mantener las restricciones durante su gira mundial de 1921, recordando la ocasión en que hizo una petición al presidente Grant en nombre de un santo negro de Hawái que deseaba recibir el sacerdocio.

—Me senté a hablar con el hermano —dijo el presidente McKay a los misioneros— y le di la seguridad de que algún día recibirá todas las bendiciones a las que tiene derecho, porque el Señor es justo y no hace acepción de personas.

El presidente McKay no sabía cuándo llegaría ese día, y afirmó que la restricción seguiría vigente hasta que el Señor revelara lo contrario. Sin embargo, sentía que algo tenía que cambiar.

—Hay hombres dignos en la Misión Sudáfrica que están siendo privados del sacerdocio simplemente porque no pueden rastrear su genealogía fuera de este país. Tengo el sentimiento de que se comete una injusticia con ellos —afirmó y declaró que a partir de ese momento, los santos cuya ascendencia estuviera en duda ya no tendrían que demostrar su linaje para recibir el sacerdocio22.

Antes de dejar Sudáfrica, el presidente McKay reiteró que llegaría el día en que las personas de ascendencia africana negra recibirían todas las bendiciones del sacerdocio. Ya en otros países, personas negras estaban mostrando un mayor interés por el Evangelio restaurado. Unos años antes, varios residentes de la nación africana occidental de Nigeria habían escrito a la sede de la Iglesia para pedir información. Pronto llegarían otras peticiones23.

Al mismo tiempo, muchas personas negras de todo el mundo buscaban la igualdad, a menudo desafiando la legalidad de la segregación. A medida que sus acciones se extendían por la sociedad, cada vez más personas hacían preguntas sinceras a los líderes de la Iglesia sobre las restricciones24.


Ese mismo año, en la República Democrática Alemana, un pequeño barco remontaba perezosamente el Elba, con un penacho blanco que salía de su única chimenea. Una sola palabra estaba escrita en el costado del barco: Einheit. Unidad.

A bordo del barco, Henry Burkhardt saludaba a otros santos de toda la RDA que se habían reunido para celebrar una conferencia de la Asociación de Mejoramiento Mutuo. Aunque Henry tenía más o menos la misma edad que muchos de los jóvenes adultos que se habían congregado, como líder de la Iglesia en la RDA estaba supervisando el evento en lugar de simplemente disfrutarlo25.

El bonito paseo en barco fue una de las muchas actividades previstas para los cerca de quinientos jóvenes que asistieron a la conferencia. Desde la década de 1930, las misiones de todo el mundo habían celebrado conferencias de AMM para ayudar a fortalecer la fe y fomentar el cortejo y el matrimonio dentro de la Iglesia. Sin embargo, últimamente la policía de Alemania Oriental había empezado a prohibir a los grupos eclesiásticos la celebración de actividades recreativas, como juegos de pelota o excursiones. Estas restricciones hacían difícil ser miembro de la Iglesia en la RDA, y muchos santos de Alemania Oriental habían huido ya a Alemania Occidental o a Estados Unidos. Henry conocía a muchos jóvenes que soñaban con emigrar, pero esperaba que actividades como estas animaran a algunos de ellos a quedarse, asegurando así que se mantuviera la presencia de la Iglesia en la nación26.

El barco a vapor siguió deslizándose río arriba, pasando por colinas cubiertas de árboles y altas columnas de arenisca gris. Entre la multitud, Henry se fijó en Inge Lehmann, la joven que había confirmado en Bernburg el año anterior. Había visto a Inge unas cuantas veces desde entonces y habían conversado en una actividad de la AMM en Semana Santa.

Henry se sentía a menudo con la lengua trabada y cohibido con las jóvenes. Cuando era un misionero de diecinueve años, se esperaba que se centrara en su trabajo. Ahora que se había asentado en sus nuevas responsabilidades eclesiásticas, algunos santos de la misión habían empezado a preguntarse cuándo y con quién podría casarse.

Mientras Henry hablaba con Inge, sintió algo muy diferente a la incomodidad que había sentido en el pasado. Decidió que quería volver a verla27.

Durante los meses siguientes, Henry hizo todo lo que pudo para visitar a Inge. Se desplazaba por la misión en un viejo Opel Olympia, y como los automóviles eran poco habituales en la RDA, los Santos de los Últimos Días se daban cuenta cada vez que pasaba por el lugar donde ella vivía. Los deberes de Henry en la misión lo mantenían ocupado, por lo que tenía pocas oportunidades de ver a Inge. Sin embargo, su relación no tardó en florecer.

Cuando llegó el invierno, Henry e Inge decidieron casarse. Durante las vacaciones de Navidad, los padres de Inge invitaron a Henry y a sus padres a su casa de Bernburg para anunciar su compromiso. Aunque los Lehmann habían estado descontentos con la decisión de su hija de unirse a la Iglesia, su actitud había empezado a suavizarse. Incluso habían desarrollado una amistad con Henry28.

Sin embargo, mientras Henry e Inge celebraban haberse comprometido, su futuro seguía siendo incierto. El servicio en la Iglesia que prestaba Henry le dificultaba ganarse la vida, y se preguntaba cómo podría mantener a una familia. También estaba la cuestión del matrimonio en el templo, algo que tanto Henry como Inge deseaban.

Con el templo de Suiza a menos de un año de su finalización, su sueño no era del todo inalcanzable. Aunque no era tan sencillo como simplemente ahorrar dinero para el viaje. Las normas que regulaban quién podía viajar fuera de la RDA eran cada vez más restrictivas. Henry e Inge sabían que había pocas posibilidades de que el gobierno les permitiera salir juntos del país29.

  1. Linford y Linford, Entrevista de historia oral, págs. 3–6; Kuehne, Henry Burkhardt, pág. 38, 40; Burkhardt, “Henry Johannes Burkhardt”, pág. 28; véase también Kuehne, Mormons as Citizens of a Communist State, págs. 356–358.

  2. Kuehne, Henry Burkhardt, pág. 14; Arthur Glaus a First Presidency, 9 de marzo de 1953, First Presidency Mission Correspondence, BHI; Hall, “The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints in the Former East Germany”, pág. 487.

  3. Linford y Linford, Entrevista de historia oral, págs. 3–5, 7 y 12; Kuehne, Henry Burkhardt, págs. 38–39.

  4. Linford y Linford, Entrevista de historia oral, págs. 12–13; Kuehne, Henry Burkhardt, págs. 38–39; Burkhardt, “Henry Johannes Burkhardt”, pág. 28. Cita editada para mejorar su legibilidad; “Tenía” en el original cambiado a “Tengo”.

  5. Hunter, Entrevista, págs. 1–3; Fairmont Ward, Manuscript History and Historical Reports, 15 de septiembre de 1952; “Southern California Latter-day Saint Seminaries, Teacher’s Handbook”, copia de William E. Berrett, pág. 31. Seminario comenzó en San Diego en otoño de 1952 y Nan Hunter comenzó a enseñarlo en 1953.

  6. Plewe, Mapping Mormonism, págs. 144–145; Wright, “Beginning of the Early Morning Seminary Program”, págs. 223–226; “Church Announces Seminary Program in L. A. Area”, California Intermountain News, 27 de junio de 1950, pág. 1; By Study and Also by Faith, 122–26, 129; Hunter, Entrevista, pág. 11; “Enrollment Report, Southern California L. D. S. Seminaries”, 30 de septiembre de 1953, Church Educational System, Southern California Area Files, BHI; Cowan, Church in the Twentieth Century, pág. 251; Rimington, Vistas on Visions, págs. 28–29. Tema: Seminarios e Institutos

  7. Hunter, Entrevista, págs. 1–3.

  8. Hunter, Entrevista, pág. 2.

  9. Hunter, Entrevista, págs. 2–3.

  10. Hinckley, Journal, 12 de noviembre de 1951 y 5 de diciembre de 1951; Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Gordon B. Hinckley, 10–12 y 15–16; Dew, Go Forward with Faith, págs. 143–146 y 150–151.

  11. Dew, Go Forward with Faith, págs. 150–151, 153 y 159.

  12. Dew, Go Forward with Faith, págs. 150–151; Britsch, From the East, págs. 173–178; “LDS Servicemen in Korea Area Set Conference”, Deseret News y Salt Lake Telegram, 22 de noviembre de 1952, Church section, pág. 11; Choi, “History of The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints in Korea”, págs. 85–92. Tema: Corea del Sur

  13. David O. McKay, Diary, 29 de octubre de 1953 [BHI]; Hinckley, Entrevista de historia oral, pág. 2; Dew, Go Forward with Faith, pág. 176; “President McKay Dedicates Two European Temple Sites”, Improvement Era, septiembre de 1953, tomo LVI, pág. 655.

  14. “Pres. M’Kay Approves Berne Temple Plans”, Deseret News, 11 de abril de 1953, Church section, pág. 7; “First Presidency Meeting”, 20 de agosto de 1953, David O. McKay Scrapbooks, BHI; David O. McKay, Diary, 29 de octubre de 1953 [BHI]; Wise, “New Concept in Temple Building and Operation”, págs. 1–2. Tema: Ajustes a la obra del templo

  15. Hinckley, Entrevista de historia oral, pág. 2; Dew, Go Forward with Faith, pág. 176.

  16. David O. McKay, Diary, 1 al 3 de enero de 1954 [BHI]; Henry A. Smith, “Pres. McKay on 32,000 Mile Foreign Mission Tour”, Deseret News, 2 de enero de 1954, Church section, pág. 1 y 4; Neilson y Teuscher, Pacific Apostle, págs. 40-44; Anderson, Prophets I Have Known, págs. 123–124; Saints, tomo II, capítulo 12; Reiser, Entrevista de historia oral, págs. 166–167; Leroy H. Duncan a la Primera Presidencia, 14 de julio de 1953, First Presidency Mission Correspondence, BHI; Wright, “History of the South African Mission”, tomo III: págs. 419–420, 432 y 439; Stevenson, Global History of Blacks and Mormonism, págs. 54–56; Monson, “History of the South African Mission”, págs. 42–45. Temas: Sudáfrica; Restricción del sacerdocio y del templo

  17. J. Reuben Clark Jr. a Leroy H. Duncan, 21 de abril de 1953; Leroy H. Duncan a First Presidency, 2 de enero de 1953; Leroy H. Duncan a First Presidency, 14 de julio de 1953, First Presidency Mission Correspondence, BHI.

  18. Reiser, Entrevista de historia oral, págs. 166–167; David O. McKay, “The Priesthood and the Negro Race”, Discurso pronunciado en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, 17 de enero de 1954, David O. McKay Scrapbooks, BHI; Wright, “History of the South African Mission”, tomo III, pág. 419; du Pré, Separate but Unequal, págs. 65–98; Bickford-Smith, “Mapping Cape Town”, págs. 15–26; “Natives Are Banned by the Mormons”, Cape Argus (Ciudad del Cabo, Sudáfrica), 12 de enero de 1954; “Mormon Leader Visits South Africa”, Die Transvaler (Johannesburg, Sudáfrica), 12 de enero de 1954, copias en David O. McKay Scrapbooks, BHI. Tema: Segregación racial

  19. Reiser, Diary, 9 al 19 de enero de 1954; Emma Ray McKay, Diary, 9 de enero de 1954.

  20. Jensen, “President McKay Shook This Old Black Hand”, pág. 3; McKay, Scrapbook, 17 de enero de 1954; Okkers, “I Would Love to Touch the Door of the Temple”, págs. 177–178.

  21. David O. McKay a Stephen L Richards y J. Reuben Clark Jr., 19 de enero de 1954, David O. McKay Scrapbooks, BHI.

  22. David O. McKay, “The Priesthood and the Negro Race”, Discurso pronunciado en Ciudad del Cabo, Sudáfrica el 17 de enero de 1954, David O. McKay Scrapbooks, BHI.

  23. David O. McKay, “The Priesthood and the Negro Race”, Discurso pronunciado en Ciudad del Cabo, Sudáfrica el 17 de enero de 1954, David O. McKay Scrapbooks, BHI; Evan P. Wright a la Primera Presidencia, 17 de junio de 1952, en Wright, “History of the South African Mission”, tomo III, pág. 440; N. U. Etuk a Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, 6 de julio de 1953, copia; Joseph Anderson a N. U. Etuk, 14 de agosto de 1953, First Presidency General Correspondence Files, BHI; Stevenson, Global History of Blacks and Mormonism, pág. 74. Tema: Nigeria

  24. Patterson, Brown v. Board of Education, págs. 21–45; de Gruchy, Church Struggle in South Africa, págs. 53–59, 85–88 y 97–99; Alice E. Hatch a David O. McKay, sin fecha [circa febrero de 1952]; Jacob O. Rohner a David O. McKay, 11 de enero de 1952, First Presidency General Correspondence Files, BHI; Stevenson, Global History of Blacks and Mormonism, págs. 66–69.

  25. “Unser Fahrzeug”, circa 1954, East German Mission Photographic Record of a Youth Conference, BHI; Burkhardt, “Henry Johannes Burkhardt”, pág. 28; Kuehne, Henry Burkhardt, pág. 39.

  26. “This Week in Church History”, Deseret News, 6 de junio de 1948, Church section, pág. 18; “Finnish MIA Holds First Conference”, Deseret News, 27 de julio de 1949, Church section, pág. 12; Burkhardt, “Henry Johannes Burkhardt”, pág. 28; Burkhardt, Entrevista de historia oral, págs. 2–3; Arthur Glaus a First Presidency, 11 de junio de 1953, First Presidency Mission Correspondence, BHI; Scharffs, Mormonism in Germany, págs. 129–135.

  27. Burkhardt, “Henry Johannes Burkhardt”, pág. 28; Kuehne, Henry Burkhardt, págs. 38–40; Burkhardt, Entrevista de historia oral, pág. 3.

  28. Kuehne, Henry Burkhardt, pág. 15 y 40–41; Burkhardt, “Henry Johannes Burkhardt”, pág. 28; Burkhardt, Entrevista de historia oral, pág. 3.

  29. Kuehne, Henry Burkhardt, págs. 40–42 y 44; Burkhardt, Entrevista de historia oral, pág. 2.