Historia de la Iglesia
32 Hermanos y hermanas


Capítulo 32

Hermanos y hermanas

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Camión cargado con sacos de patatas

En una fresca tarde de domingo de agosto de 1946, Ezra Taft Benson y dos compañeros de viaje conducían un jeep militar por las inquietantemente tranquilas calles de Zełwągi, Polonia. Carreteras en mal estado y fuertes lluvias habían incomodado a los viajeros durante todo el día, pero el mal tiempo finalmente había cambiado a medida que los hombres se acercaban a su destino.

La ciudad de Zełwągi había formado parte de Alemania anteriormente con el nombre de Selbongen. Sin embargo, las fronteras nacionales se habían desplazado después de la guerra y gran parte de Europa central y oriental había quedado bajo la influencia de la Unión Soviética. En 1929, la próspera rama de Selbongen había construido el primer centro de reuniones de los Santos de los Últimos Días en Alemania. Pero después de seis años de guerra, los santos del lugar apenas conseguían sobrevivir1.

El élder Benson había llegado desde Estados Unidos anteriormente ese mismo año para supervisar la distribución de ayuda de la Iglesia en toda la Misión Europea. Él era un miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles desde hacía menos de tres años, pero tenía una amplia experiencia de liderazgo en la Iglesia y en cargos de servicio público de su gobierno. Con cuarenta y siete años, era lo suficientemente joven y sano como para afrontar un agotador programa de viajes por varias naciones europeas2.

Pero ninguna experiencia le había preparado para los horrores que ahora le rodeaban. Desde que llegó a Europa, había sido testigo de los destrozos de la guerra desde Londres a Frankfurt y desde Viena a Estocolmo3. Al mismo tiempo, pudo ver cómo los santos europeos se unían para ayudarse mutuamente y reconstruir la Iglesia en sus países. En una visita a la casa de la misión en Berlín, quedó impresionado por las montañas de registros genealógicos que Paul Langheinrich y otros habían recuperado, incluso mientras trabajaban para proporcionar comida, ropa, combustible y refugio a más de mil santos que estaban a su cargo4.

También vio cómo la ayuda de la Iglesia marcaba la diferencia en toda Europa Occidental. Bajo la dirección de Belle Spafford, la recién llamada Presidenta General de la Sociedad de Socorro, las mujeres de los barrios y estacas de Estados Unidos, Canadá y México habían coordinado esfuerzos enormes para recolectar ropa, ropa de cama y jabón para los santos europeos5. Una Sociedad de Socorro de Hamilton, Ontario, donó un bulto de suéteres, trajes y ropa interior para niños que habían sido tejidos con material de desecho de una fábrica de ropa. Una Sociedad de Socorro de Los Ángeles, por su parte, contribuyó al esfuerzo confeccionando más de mil doscientas prendas de vestir y ofreciendo casi cuatro mil horas de trabajo voluntario para la Cruz Roja6.

Pero en gran parte de Alemania y de las naciones de Europa Oriental como Polonia, donde los gobiernos de influencia soviética se resistieron a la ayuda occidental, los santos seguían sin poder cubrir sus necesidades7. El hecho de que el élder Benson estuviera en Polonia parecía un milagro en sí mismo. Al no haber líneas telefónicas en funcionamiento, él y sus compañeros habían tenido dificultades para comunicarse con los funcionarios que podían ayudarles a conseguir los papeles para entrar en el país. Solo tras muchas oraciones y repetidos contactos con el gobierno polaco pudo el apóstol obtener los visados necesarios8.

Cuando el jeep se acercó al antiguo centro de reuniones de Zełwągi, la mayoría de las personas que estaba en las calles se dispersó y se escondió. El élder Benson y sus acompañantes detuvieron el vehículo frente al edificio y se bajaron. Se presentaron a una mujer que estaba cerca y le preguntaron si habían encontrado la capilla de los Santos de los Últimos Días. Los ojos de la mujer se llenaron de lágrimas de alivio. “¡Los hermanos están aquí!”, gritó en alemán.

Inmediatamente la gente salió de detrás de las puertas cerradas, llorando y riendo de alegría. Los santos de Zełwągi llevaban tres años sin contacto con los líderes generales de la Iglesia, y esa mañana muchos de ellos habían estado ayunando y orando para recibir la visita de un misionero o de un líder de la Iglesia9. En pocas horas, aproximadamente un centenar de santos se reunieron para escuchar hablar al apóstol.

Muchos de los hombres de la rama habían sido asesinados o deportados como prisioneros de guerra, y los santos que quedaban se sentían abatidos. Desde el final de la guerra, algunos soldados soviéticos y polacos habían aterrorizado la ciudad, saqueando casas y asaltando a los residentes. Los alimentos estaban racionados y a menudo había que pagar precios desorbitados por cualquier alimento extra que se pudiera conseguir en el mercado negro10.

Esa noche, mientras el élder Benson hablaba a los santos, dos soldados polacos armados entraron en la capilla. La congregación se puso rígida de miedo, pero el apóstol hizo un gesto para que los soldados tomaran asiento cerca de la parte delantera de la sala. En su discurso, hizo hincapié en la importancia de la libertad y de los derechos. Los soldados escucharon atentamente, permanecieron en sus asientos hasta el himno de clausura y se marcharon sin incidentes. Después, el élder Benson se reunió con el presidente de la rama y dejó alimentos y dinero para los santos, asegurándoles que había más ayuda en camino11.

Poco después, el élder Benson escribió a la Primera Presidencia. Se sintió alentado al ver que la ayuda de la Iglesia llegaba a sus miembros en Europa, pero también preocupado por las dificultades a las que todavía se enfrentaban los santos.

“Tal vez nunca se conozcan los muchos beneficios del gran programa de bienestar de la Iglesia para estos y otros santos de nuestra Iglesia en Europa —escribió—, pero sin duda se han salvado muchas vidas y se han fortalecido enormemente la fe y el valor de muchos de nuestros devotos miembros”12.


Por esas mismas fechas, en Austria, Emmy Cziep, de dieciocho años, se despertó a las cinco y media de la mañana, comió solamente un trozo de pan para desayunar y comenzó su caminata de una hora hasta el Hospital General de Viena. Habían pasado siete años desde su angustioso viaje en tren para salir de Checoslovaquia, y ahora estaba estudiando para convertirse en técnica de rayos X. Viena, al igual que Berlín, era una ciudad ocupada y Emmy se cruzaba a menudo con soldados soviéticos en el camino hacia el hospital. Pero los trabajadores médicos eran respetados y ella creía que su brazalete de la Cruz Roja le ofrecía cierta protección contra el acoso13.

Viena había sido escenario de violencia y terror durante la guerra, pero los padres de Emmy, Alois y Hermine, habían seguido dirigiendo las reuniones de la rama y de la Sociedad de Socorro. Alois ahora servía como presidente de distrito a cargo de las cinco ramas de la Iglesia en Austria, y él y Hermine trabajaban mucho para ayudar a los demás santos. La mayoría de los habitantes de Viena, incluida Emmy, habían salido de la guerra traumatizados y al borde de la inanición. El hermano de Emmy, Josef, había servido durante un tiempo en el ejército alemán y posteriormente sobrevivió a su captura y tortura por parte de los soldados soviéticos después de la guerra14.

Los estudios de Emmy en el hospital eran una de las pocas cosas en su vida que podían darle esperanza. Otra fue la reciente visita a Viena del élder Benson, que había llevado una alegría muy necesaria a los santos de Austria. La familia de Emmy se había sentido honrada de que se hospedara en su casa. Por la noche, el apóstol le había pedido a Emmy que tocara himnos para él en el piano, y ella se había sentido edificada por su presencia15.

Unos meses después de que el élder Benson visitara la Iglesia, los envíos de ayuda llegaron a Austria y, en 1947, Alois supervisaba la distribución de cientos de cajas de ropa, trigo partido (quebrado), frijoles, guisantes, azúcar, aceite, vitaminas y otros artículos de primera necesidad. La propia Emmy recibió muchos artículos maravillosos, entre ellos hermosos vestidos con notas del donante prendidas en ellos16.

Los Santos de los Últimos Días de otras partes de Europa también se ayudaban entre sí. La nación nórdica de Finlandia, que el élder Benson había dedicado recientemente a la obra misional, contaba con tres ramas de santos. Cuando los miembros de la Iglesia de la vecina Suecia se enteraron de que estas ramas estaban necesitadas, enviaron cajas de comida, ropa y ropa de cama17.

En Viena, unos días antes de los exámenes finales de Emmy en el hospital, su padre le pidió ayuda. Muchos niños de Austria estaban desnutridos y necesitaban una atención médica que no podían recibir en Viena. Como Suiza había permanecido neutral en la guerra, los miembros de la Iglesia que vivían allí tenían más recursos, y se ofrecieron a acoger en sus casas a niños Santos de los Últimos Días de Austria durante tres meses para cuidarlos y que recuperaran la salud.

Alois tenía un grupo de veintiún niños que necesitaban cuidados, y quería que Emmy le ayudara a llevarlos a Suiza. Emmy aceptó ir, sabiendo que volvería a Viena unos días antes de la fecha de sus exámenes finales.

En el viaje a Suiza, el tren iba tan lleno que algunos de los niños tuvieron que sentarse en el suelo o en el espacio para el equipaje situado encima de los asientos. Cuando empezó a llover, los cartones que cubrían las ventanas no pudieron evitar que el agua se filtrara al interior. Muchos de los niños estaban incómodos y echaban de menos a sus padres, así que Emmy hizo lo posible por calmarlos.

Después de una larga noche en la que poco pudieron dormir, Emmy, su padre y los niños llegaron a Basilea, Suiza. Fueron recibidos por el presidente de la misión y su esposa, Scott y Nida Taggart, junto con unas miembros de la Sociedad de Socorro local, que obsequiaron a los pequeños naranjas y plátanos.

Al día siguiente, las familias suizas llevaron a los niños a sus casas y Emmy se despidió de ellos18. Sin embargo, antes de que pudiera regresar a Viena, el presidente Taggart la invitó a permanecer en Basilea para servir como misionera. “El Señor la necesita”, le dijo.

Emmy se sintió confundida. Nunca se había planteado servir en una misión. ¿Y qué pasaría con sus exámenes en el instituto de rayos X? Si se quedaba, no podría terminar sus estudios, ni tendría la oportunidad de despedirse de sus seres queridos en casa. En Suiza, estaría rodeada de extraños que no habían soportado bombardeos, hambre, angustia y muerte. ¿Serían capaces de entenderla?

A pesar de estas preocupaciones, Emmy sintió que la respuesta a la pregunta del presidente Taggart iba tomando forma en su corazón. “Si el Señor quiere que me quede — dijo—, lo haré”.

Aquella noche, a solo un mes de su decimonoveno cumpleaños, Emmy Cziep fue apartada para servir en la Misión Suizo-Austríaca19.


En la primavera de 1947, un año y medio después de reunirse con su padre, Helga Birth ya no era misionera en Berlín. Tampoco se la conocía como Helga Birth. Ahora era Helga Meyer, casada con un Santo de los Últimos Días alemán llamado Kurt Meyer. Vivían en Cammin, un pueblo de una zona rural a unos 130 kilómetros al norte de Berlín, y tenían un niño, Siegfried, llamado así por el hermano de Helga que había muerto en la guerra.

Helga conoció a Kurt por primera vez cuando este visitó la casa de la Misión Alemania Oriental a principios de 1946. Había sido soldado del ejército alemán y al regresar a casa al final de la guerra se enteró de que cuando el ejército soviético había arrasado su ciudad natal, sus padres se habían ahogado para evitar ser hechos prisioneros o asesinados20.

Cuando Kurt llegó a la casa de la misión no era un Santo de los Últimos Días activo, pero estaba interesado en volver a la Iglesia. Poco después de conocer a Helga, le propuso matrimonio.

Helga no sabía cómo responder. Desde que se produjo la muerte de su primer marido, Gerhard, quienes la conocían la animaban a casarse de nuevo. Sin embargo, no tenía deseos de contraer otro matrimonio precipitadamente. No estaba enamorada de Kurt y no quería mudarse a su ciudad natal, Cammin, donde para llegar a la rama más cercana de la Iglesia, había que tomar un tren. Una parte de ella quería emigrar a Utah.

Pero aún no estaba preparada para dejar Alemania, al menos no hasta que ella y su padre encontraran a su madre. Casarse con Kurt permitiría a Helga permanecer en Alemania y tener cierta estabilidad en la vida. Kurt ya tenía una casa en Cammin, no lejos de un lago donde abundaban los peces. Si se casaba con él, ni ella ni su padre se quedarían sin techo ni comida21.

Con pocas opciones adicionales a su disposición, Helga decidió aceptar la propuesta de Kurt y la seguridad que le ofrecía. Se casaron en abril de 1946 y casi un año después nació su hijo.

Entonces, a finales de la primavera de 1947, Helga y su padre recibieron la noticia de que su madre estaba viva. Tras ser expulsada de Tilsit, Bertha Meiszus consiguió evitar ser capturada por las fuerzas soviéticas que avanzaban y caminó durante días, medio congelada, hasta llegar a un barco que la llevó a un campo de refugiados en Dinamarca. Pasó dos años allí antes de poder finalmente ponerse en contacto con la familia. Pronto ella también estuvo viviendo con ellos en Cammin22.

Un día, por esta época, unos soldados soviéticos llegaron a la puerta de Helga. Debido al lago que se encontraba cerca, los soldados pasaban por la casa una o dos veces por semana para exigirle pescado. Los soldados eran conocidos por su brutalidad y Helga había oído historias de que habían cometido violaciones y otros actos brutales en Cammin. El sonido del coche de los soldados acercándose a su casa siempre le hacía sentir miedo23.

Helga dejó entrar a los soldados, como siempre. Tenían vodka y el comandante estaba claramente borracho. Tomó asiento en la mesa y dijo: “Frau, venga, siéntese”. Los soldados ordenaron a Kurt que se uniera a ellos, pero después prácticamente no le prestaron atención alguna.

Helga se sentó junto al comandante y este le pidió que se tomara una copa.

—No bebo —dijo Helga.

—Dele a ella, dele a ella —dijo a modo de incitación el chofer de los soldados, un alemán de aspecto cruel.

Helga sintió miedo. Los hombres borrachos podían ser imprevisibles. Sin embargo, les dijo: “No, no voy a beber”.

—Si no bebe —dijo enérgicamente el comandante—, ¡le dispararé!

—Bien, entonces —dijo Helga, extendiendo los brazos—, tendrá que disparar.

Transcurrieron unos instantes. “¿Pertenece usted a alguna religión?”, preguntó el comandante.

—Soy mormona —dijo Helga.

El comandante y sus soldados dejaron de amenazarla a partir de ese momento. La siguiente vez que fue a su casa, el comandante le dio una palmadita en el hombro y la llamó “buena Frau” [buena señora], pero no le pidió que se sentara con él. Parecía admirar su fuerza y respetarla por defender sus creencias.

En poco tiempo, ella y los soldados se hicieron amigos24.


Unos meses más tarde, en julio de 1947, los santos de toda Austria se reunieron en Haag am Hausruck, una ciudad situada a unos 225 kilómetros al oeste de Viena. Como en julio se cumplía el centenario de la llegada de los pioneros al valle del Lago Salado, el presidente del distrito, Alois Cziep, quiso que los santos austriacos se reunieran para tener una celebración, igual que hacían muchos otros miembros de la Iglesia por todo el mundo. Haag am Hausruck estaba cerca de donde se había organizado la primera rama de la Iglesia en Austria en 1902, lo que lo convertía en el lugar ideal.

Más de 180 santos acudieron al evento, demasiados para que la capacidad del centro de reuniones de la rama local pudiera acogerlos, por lo que los líderes de la Iglesia alquilaron una gran sala en un hotel cercano y construyeron un estrado temporal. En la celebración, que duró 3 días, hubo discursos, actuaciones musicales y una obra de teatro que representaba escenas de los comienzos de la historia de la Iglesia y la entrada de los pioneros en el valle del Lago Salado.

El domingo, los santos se reunieron en un yacimiento de grava, donde montaron una plataforma para los oradores y transportaron un órgano para acompañar al canto. Colocada en un saliente rocoso detrás de la plataforma había una réplica de casi 2,5 metros de altura del Templo de Salt Lake. Kurt Hirschmann, un miembro de la rama Frankenburg, había pasado varios meses elaborando la detallada réplica a partir de cajas de embalaje de cartón que en su día contenían los suministros de bienestar que llegaron de Salt Lake City.

Ni Alois ni la mayoría de los santos presentes en la celebración habían entrado al templo alguna vez. Con los problemas que había en Europa y debido a que el templo más cercano se encontraba a miles de kilómetros de distancia, lo único que podían hacer era imaginar cómo sería la experiencia de ser investidos y sellados a sus familias. Pero eso no impidió que Alois reconociera la importancia de los convenios del templo, ni que sintiera el Espíritu mientras los santos hablaban, cantaban y daban testimonio25.

Al caer la noche, el grupo encendió una hoguera que proyectó sobre las agujas del templo de cartón una luz cálida y parpadeante. Alois cerró la reunión hablando de la fe de los primeros misioneros en Austria, comparándolos con los pioneros de 1847. “¡Qué agradecidos debemos estar por el Evangelio, el sacerdocio y todas las espléndidas oportunidades que se nos dan en esta Iglesia para labrar nuestra salvación e, incluso, exaltación”, dijo.

Al finalizar la reunión, la luz de la hoguera se había atenuado, así que un soldado Santo de los Últimos Días de Estados Unidos se subió a su jeep, encendió los faros y volvió a iluminar el templo contra el cielo nocturno.

Los santos austríacos elevaron sus voces al unísono, cantando las palabras del himno pionero “¡Oh, está todo bien!” que resonaron hacia el cielo:

Ceñid los lomos con valor;

jamás os puede Dios dejar,

y el refrán ya cantaréis:

¡Oh, está todo bien!

Rodeado de sus hermanos en el Evangelio, Alois estaba seguro de que el himno nunca se había cantado con más convicción26.


Mientras los santos de todo el mundo celebraban el centenario de los pioneros, el exprisionero de guerra Pieter Vlam servía como misionero de tiempo completo en la Misión Países Bajos. Como parte de su nuevo llamamiento, Pieter se había trasladado a unos cincuenta kilómetros de su casa para dirigir la rama de la Iglesia en Ámsterdam. Su esposa, Hanna, y sus tres hijos se quedaron en casa.

La Rama Ámsterdam había sufrido terriblemente bajo la ocupación nazi. Los habitantes de la ciudad habían estado a punto de morir de hambre antes de su liberación. Si no hubiera sido por Ruurd Hut, el predecesor de Pieter, muchos miembros de la rama habrían sucumbido al hambre. Ruurd había prometido hacer todo lo que estuviera en su poder para evitar que los santos a su cargo murieran de hambre. Había recaudado dinero de los miembros de la rama y comprado alimentos que la Sociedad de Socorro cocinó y distribuyó entre los santos que pasaban hambre27.

Aun así, los Países Bajos se encontraban en un estado deplorable tras cinco años de ocupación. Más de 200 000 holandeses habían muerto durante la guerra y cientos de miles de hogares habían sido dañados o destruidos. Muchos santos de Ámsterdam y de otras ciudades de los Países Bajos estaban resentidos con los alemanes y con algunos santos que habían cooperado con los ocupantes28.

Para ayudar a unir a los santos, el presidente de la misión, Cornelius Zappey, animó a las ramas a complementar sus suministros de alimentos iniciando proyectos de cultivo de patatas con semillas del gobierno holandés29. Pieter y su rama pronto alquilaron un terreno en Ámsterdam, y hombres, mujeres y niños trabajaron juntos para plantar patatas y otras verduras. Otras ramas de los Países Bajos también comenzaron a plantar patatas dondequiera que podían encontrar sitio, cultivándolas en patios traseros, jardines de flores, terrenos vacíos y medianas de carreteras30.

Cerca del tiempo de la cosecha, Cornelius celebró una conferencia de misión en la ciudad de Rotterdam. Habiéndose reunido con Walter Stover, presidente de la Misión Alemania Occidental, Cornelius sabía que muchos santos en Alemania sufrían una grave escasez de alimentos. Quería hacer algo para ayudar, así que preguntó a los líderes locales si estarían dispuestos a dar una parte de su cosecha de patatas a los santos de Alemania.

—Algunos de los enemigos más acérrimos que ustedes han encontrado como resultado de esta guerra son el pueblo alemán —reconoció—. Pero esas personas se encuentran ahora mucho peor que ustedes.

Al principio, algunos santos holandeses se opusieron al plan. ¿Por qué tenían que compartir sus patatas con los alemanes? No creían que Cornelius entendiera el terrible comportamiento de los alemanes hacia ellos en la guerra. Aunque había nacido en los Países Bajos, el presidente de la misión había pasado la mayor parte de su vida en los Estados Unidos. No sabía lo que era perder su casa por las bombas alemanas o ver a sus seres queridos morir de hambre porque los ocupantes alemanes les habían quitado la comida31.

Cornelio seguía creyendo que el Señor quería que los santos holandeses ayudaran a los alemanes, así que pidió a Pieter que visitara las ramas de los Países Bajos y los animara a apoyar el plan. Pieter era un experimentado líder eclesiástico cuyo injusto encarcelamiento en un campo alemán era bien conocido. Si los santos holandeses querían y confiaban en alguien en la misión, ese era Pieter Vlam.

Pieter aceptó ayudar al presidente de la misión y al reunirse con las ramas, les habló de sus penurias en la prisión. “He pasado por todo esto —dijo—. Ustedes saben que ha sido así”. Los instó a perdonar al pueblo alemán. “Sé lo difícil que es amarlos —dijo—. Si ellos son nuestros hermanos y hermanas, entonces debemos tratarlos como a nuestros hermanos y hermanas”.

Sus palabras y las de otros presidentes de rama conmovieron a los santos, y la ira de muchos se disipó a medida que cosechaban patatas para los santos alemanes. Los desacuerdos dentro de las ramas no desaparecieron, pero al menos los santos sabían que podían trabajar juntos avanzando hacia delante32.

Cornelius, mientras tanto, se esforzó para conseguir los permisos para transportar las patatas a Alemania. Al principio, el gobierno holandés no quería exportar ningún alimento fuera del país. Pero Cornelio siguió pidiéndoselo hasta que cedieron. Cuando algunos funcionarios intentaron detener los planes de envío, Cornelio les dijo: “Estas patatas pertenecen al Señor, y si es Su voluntad, el Señor se encargará de que lleguen a Alemania”.

Finalmente, en noviembre de 1947, santos y misioneros holandeses se reunieron en La Haya para cargar diez camiones con más de setenta toneladas de patatas. Poco después, las patatas llegaron a Alemania para ser distribuidas entre los santos. El presidente de la Misión Alemania Occidental, Walter Stover, también compró varios camiones de patatas para aumentar los suministros33.

La noticia del proyecto de las patatas no tardó en llegar a la Primera Presidencia. Asombrado, el segundo consejero, David O. McKay, dijo: “Este es uno de los mayores actos de verdadero comportamiento cristiano del que haya sabido”34.

  1. Ezra Taft Benson, “European Mission Report #19”, 7 de agosto de 1946, págs. 1, 3, First Presidency Mission Files, BHI; Benson, Journal, 1 y 4 de agosto de 1946; Babbel, Oral History Interview, pág. 6; “Elder Benson Reports First Visit to Poland”, Deseret News, 17 de agosto de 1946, Church section, págs. 1, 8 y 12; Minert, In Harm’s Way, pág. 310; “Selbongen durante la Segunda Guerra Mundial”, Historias mundiales, ChurchofJesusChrist.org/study/history/global-histories.

  2. Ezra Taft Benson, “Report on the European Mission #1”, 26 de enero a 11 de febrero de 1946, págs. 1–2, First Presidency Mission Files, BHI; “Elder Benson Prepares to Preside in European Mission”, Deseret News, 19 de enero de 1946, Church section, pág. 1; Dew, Ezra Taft Benson, pág. 198.

  3. Ezra Taft Benson, “Report on the European Mission #7”, 24 de marzo de 1946, págs. 1–3, First Presidency Mission Files, BHI; Bergera, “Ezra Taft Benson’s 1946 Mission”, pág. 82, tabla 2.

  4. Ezra Taft Benson a First Presidency, 23 de marzo de 1946, First Presidency Mission Files, BHI; Corbett, “Records from the Ruins”, págs. 13–16; Ezra Taft Benson, “Report on the European Mission #5”, 20 de marzo de 1946, págs. 1–3, First Presidency Mission Files, BHI; Genealogical Society of Utah Board of Trustees, Minutes, 15 de abril de 1947; Kuehne, Mormons as Citizens of a Communist State, págs. 14–16 y 33.

  5. Relief Society General Board, Minutes, 12 de diciembre de 1945; Relief Society General Presidency to Ward Presidents, 21 de noviembre de 1945, en First Presidency and Welfare Committee Minutes, BHI; First Presidency and Welfare Committee, Minutes, 16 de noviembre de 1945; 14 y 21 de diciembre de 1945; 11 y 31 de enero de 1946. Tema: Programas de Bienestar

  6. Continued War Services”, Relief Society Magazine, agosto de 1945, tomo XXXII, pág. 484; véase también “Church Welfare Service”, Relief Society Magazine, septiembre de 1946, tomo XXXIII, pág. 620. Tema: Sociedad de Socorro

  7. European Mission History, 22 de octubre de 1946, pág. 83; Ezra Taft Benson a First Presidency, 16 de marzo de 1946, págs. 1–2; Ezra Taft Benson, “European Mission Report #19”, 7 de agosto de 1946, págs. 2–5, First Presidency Mission Files, BHI; Minert, In Harm’s Way, págs. 314–316.

  8. Babbel, On Wings of Faith, págs. 131–134; Benson, Journal, 29 y 30 de julio, 1 y 4 de agosto de 1946; véase también Frederick Babbel, “‘And None Shall Stay Them’”, Instructor, agosto de 1969, tomo CIV, págs. 268–269. Tema: Polonia

  9. Ezra Taft Benson, “European Mission Report #19”, 7 de agosto de 1946, pág. 1, First Presidency Mission Files, BHI; Benson, Journal, 4 de agosto de 1946; Babbel, On Wings of Faith, pág. 149; Ezra Taft Benson, “European Mission Report #19”, 7 de agosto de 1946, pág. 1, First Presidency Mission Files, BHI; “Selbongen during World War II”, Global Histories, ChurchofJesusChrist.org/study/history/global-histories.

  10. Benson, Journal, 4 de agosto de 1946; Ezra Taft Benson, “European Mission Report #19”, 7 de agosto de 1946, págs. 1–2, First Presidency Mission Files, BHI; Minert, In Harm’s Way, págs. 314–316.

  11. Benson, Journal, 4 de agosto de 1946; Ezra Taft Benson, “European Mission Report #19”, 7 de agosto de 1946, pág. 1, First Presidency Mission Files, BHI; Ezra Taft Benson a First Presidency, 7 de agosto de 1946, pág. 2, Ezra Taft Benson Correspondence Files, BHI; Selbongen Branch, General Minutes, 4 de agosto de 1896.

  12. Ezra Taft Benson, “European Mission Report #20”, 24 de agosto de 1946, pág. 2, First Presidency Mission Files, BHI; véase también “Red Cross to Cooperate in Distribution of Supplies”, Deseret News, 7 de septiembre de 1946, Church section, págs. 1 y 9.

  13. Collette, Collette Family History, págs. 232, 235, 245 y 250; Babbel, On Wings of Faith, pág. 71.

  14. Minert, Under the Gun, pág. 456, 467–470 y 473; Hatch, Cziep Family History, pág. 87, 98, 202 y 303–305; Collette, Collette Family History, págs. 202–226; Lewis, Workers and Politics in Occupied Austria, capítulo 3; Taggart, “Notes on the Life of Scott Taggart”, págs. 31–32. Tema: Austria

  15. Collette, Collette Family History, págs. 256–257.

  16. Marion G. Romney a First Presidency, 24 de octubre de 1946, First Presidency General Administration Files, BHI; Annual Church Welfare Plan, 1946, pág. 259, Welfare Department Northern Utah Region Documents, BHI; European Mission, Historical Reports, pág. 92; Collette, Collette Family History, págs. 257–258.

  17. “President Benson Dedicates Finland for Preaching Gospel”, Deseret News, 10 de agosto de 1946, Church section, pág. 1, 9 y 12; “Letter Tells of Activity and Progress in Finland”, Deseret News, 8 de marzo de 1947, Church section, pág. 6; “Wartime Swedish Mission Head Sees Bright Future in Finland”, Deseret News, 5 de julio de 1947, Church section, pág. 1; Eben Blomquist a First Presidency, 30 de junio de 1947, First Presidency Mission Files, BHI. Temas: Finlandia; Suecia

  18. Collette, Collette Family History, págs. 258–261 y 320; Taggart, Oral History Interview, pág. 61, 63 y 73; apéndice, págs. 25–26; “20 Austrian Children Sent a Swiss Saints”, Deseret News, 17 de mayo de 1947, Church section, pág. 9; véase también Switzerland Zurich Mission, Manuscript History and Historical Reports, tomo XII, 17 de mayo de 1947.

  19. Collette, Collette Family History, págs. 320 y 322; Taggart, Journal, 3 , 9 y 11 de abril de 1947. Cita editada para mejorar la legibilidad; “el Señor me necesitaba” del original cambiado a “el Señor la necesita”, y “si el Señor quería que me quedara, lo haría” cambiado a “si el Señor quiere que me quede, lo haré”. Tema: Suiza

  20. Meyer y Galli, Under a Leafless Tree, págs. 127–130 y 135.

  21. Meyer y Galli, Under a Leafless Tree, págs. 127, 130 y 142; Meyer, Interview [2017], pág. 2.

  22. Meyer y Galli, Under a Leafless Tree, págs. 129 y 135–138; Meyer, Interview [2017], pág. 2.

  23. Meyer y Galli, Under a Leafless Tree, pág. 132.

  24. Meyer y Galli, Under a Leafless Tree, págs. 132–134; Meyer, Interview [2017], pág. 1. Tema: Palabra de Sabiduría (D. y C. 89)

  25. Hatch, Cziep Family History, págs. 104–105; “Austrian Saints Hold Centennial Fete”, Deseret News, 20 de septiembre de 1947, Church section, pág. 9; Minert, Against the Wall, págs. ix–xiv, 42 y 187.

  26. Hatch, Cziep Family History, pág. 104; “Austrian Saints Hold Centennial Fete”, Deseret News, 20 de septiembre de 1947, Church section, pág. 9; “¡Oh, está todo bien!”, Himnos, nro. 17. Temas: Éxodo de los pioneros; Austria

  27. Vlam, Our Lives, págs. 117–119, 121 y 123; De Wolff y Driehuis, “Description of Post War Economic Developments”, pág. 13; anotación de Ruurd Hut, Amsterdam Branch, nro. 240, en Netherlands (Country), parte 2, Record of Members Collection, BHI.

  28. De Wolff y Driehuis, “Description of Post War Economic Developments”, pág. 13; William G. Hartley, “War and Peace and Dutch Potatoes”, Ensign, julio de 1978, pág. 19; Vlam, Interview [2013], págs. 5 y 7; That We Might Be One: The Story of the Dutch Potato Project, Video, [00:00:16]–[00:01:09]; Minutes of the European Mission Presidents’ Meeting, 5 de julio de 1950, pág. 6, John A. Widtsoe Papers, BHI. Tema: Países Bajos

  29. William G. Hartley, “War and Peace and Dutch Potatoes”, Ensign, julio de 1978, págs. 19–20; European Mission, Historical Reports, pág. 169; Vlam, Interview [June 2020], Video, [00:01:12]–[00:02:48].

  30. Vlam, Our Lives, pág. 121; Stam, Oral History Interview, pág. 27; William G. Hartley, “War and Peace and Dutch Potatoes”, Ensign, julio de 1978, pág. 20; “Dutch Mission Head Tells Story”, Deseret News, 6 de diciembre de 1947, Church section, pág. 1.

  31. William G. Hartley, “War and Peace and Dutch Potatoes”, Ensign, julio de 1978, págs. 20–21; Babbel, On Wings of Faith, pág. 76; Vlam, Our Lives, págs. 121; Vlam, Interview [2013], págs. 5–6 y 8; Allart, Autobiografía, pág. 19.

  32. Vlam, Interview [2013], págs. 6, 8 y 11; “Dutch Mission Leader Tells of Welfare Potatoes”, Deseret News, 6 de diciembre de 1947, Church section, págs. 6–7; Vlam, Our Lives, pág. 121; Allart, Autobiografía, pág. 19; Stam, Oral History Interview, pág. 32; Minutes of the European Mission Presidents’ Meeting, 5 de julio de 1950, pág. 6, John A. Widtsoe Papers, BHI.

  33. William G. Hartley, “War and Peace and Dutch Potatoes”, Ensign, julio de 1978, pág. 21; “Dutch Mission Leader Tells of Welfare Potatoes”, Deseret News, 6 de diciembre de 1947, Church section, págs. 6–7; European Mission, Historical Reports, pág. 169; Netherlands Amsterdam Mission, Manuscript History and Historical Reports, 6 de noviembre de 1947; Stover, Oral History Interview [1975], págs. 1–2; Stover, Oral History Interview [1976], pág. 56. Cita editada para mejorar la legibilidad; el original dice “estas patatas pertenecían al Señor, y si es Su voluntad, el Señor se aseguraría de que llegaran a Alemania”

  34. “Dutch Mission Head Tells Story”, Deseret News, 6 de diciembre de 1947, Church section, pág. 1.