2024
Cómo obtener (y brindar) ayuda respecto a la salud mental
Septiembre de 2024


Cómo obtener (y brindar) ayuda respecto a la salud mental

Cuando se trata de la salud mental, puedes pedir ayuda y también ofrecerla a los demás.

joven sosteniendo un paraguas sobre una jovencita que se ve triste

Ilustración por Simona Love

¿Qué debes hacer cuando te sientes triste, desanimado, ansioso, preocupado o deprimido?

Tal vez esperes que la respuesta sea algo como: Vive el Evangelio. Ora. Lee las Escrituras. Toma la Santa Cena. Seguir haciendo esas cosas es bueno y necesario, y resuelve (y también evita) muchos problemas. Sin embargo, algunos problemas requieren esfuerzos adicionales.

Por supuesto, todo el mundo se siente ansioso o triste a veces; es parte de la vida. Hay muchas formas saludables de afrontar esas cosas. Sin embargo, si la ansiedad o la depresión son tan graves o duraderas que interfieren con tu vida y te impiden sentir el Espíritu, entonces es posible que te encuentres en una etapa en la que no es realista esperar que mejores sin ayuda adicional.

La salud mental es parte de la salud física (véase Para la Fortaleza de la Juventud: Una guía para tomar decisiones, 2022, pág. 29). Las sustancias químicas de nuestro cerebro permiten regular las emociones, y el cerebro es parte del cuerpo. Cualquiera que diga que la depresión o la ansiedad “está en tu cabeza” tiene razón solo en el sentido literal: tu cabeza es, de hecho, donde se encuentra tu cerebro. Sin embargo, los problemas son tan reales como una pierna quebrada o una apendicitis.

Obtén ayuda

En el Libro de Mormón se dice que los nefitas fueron bendecidos por “las excelentes cualidades de las muchas plantas y raíces que Dios había preparado para destruir la causa de aquellas enfermedades” (Alma 46:40). Hoy en día podríamos llamar a estas cosas medicina.

En la actualidad, Dios ha preparado aun más maneras de combatir las enfermedades y las lesiones, incluso las dolencias mentales y emocionales. Tenemos tratamientos que ni los nefitas (ni nuestros abuelos, para el caso) hubieran imaginado. ¡Vivimos en una época de milagros! Y el Padre Celestial desea que los usemos.

Eso no significa que todos los que luchan con la depresión o la ansiedad necesiten medicación o terapia. Cada persona es diferente. Sin importar cuál sea tu situación, una cosa es segura: no hay razón para que sufras solo. Tu Padre Celestial está deseoso de ayudar.

Tu Padre Celestial sabe lo que te ayudará a ti. Ya sea que tus dificultades se resuelvan por medio de la oración y la fe, o que también necesites buscar Sus bendiciones por medio de alguna combinación de medicamentos, terapeutas, padres, amigos, obispos, líderes de jóvenes, maestros, actividades al aire libre y ejercicio para superar los momentos difíciles, pide Su ayuda. No te preocupes demasiado por la forma en que otras personas resolvieron problemas similares. El Padre Celestial te ayudará a encontrar soluciones que se ajusten a tus circunstancias.

Se servicial

El Evangelio tiene que ver con ayudar a los demás y emular la forma en que el Salvador nos ayudó por medio de Su Expiación. Siempre debes tratar de “[tender] la mano a los que se sientan solos, aislados o desamparados; ayúdalos a sentir el amor del Padre Celestial a través de ti” (Para la Fortaleza de la Juventud: Una guía para tomar decisiones, pág. 12). Tal vez no seas médico ni terapeuta, pero eres un discípulo de Cristo, y los discípulos de Cristo “llora[n] con los que lloran; sí, y […] cons[uelan] a los que necesitan de consuelo” (Mosíah 18:9).

Escuchar es una de las cosas más importantes que puedes hacer cuando alguien a quien amas está luchando con la depresión, la ansiedad u otros problemas de salud mental.

A menudo, todo lo que quieren las personas que tienen dificultades con la salud emocional es que tengas empatía y compartas tu amor. No esperan que tengas una respuesta mágica que lo resuelva todo. Tal vez solo necesiten desahogarse. Quieren que alguien esté con ellas, que las escuche y que muestre compasión, que diga: “Estoy de acuerdo, lo que estás pasando no es bueno. Lo siento. Ojalá pudiera resolverlo. Por favor, dime cómo te puedo ayudar”.

Y recuerda…

Tanto si eres tú quien da la ayuda o quien la necesita, recuerda que hay algunas cosas que solo Dios puede hacer. Deja que las haga. Mientras tanto, haz lo que puedas para cuidar de ti mismo y de quienes te rodean.