Romper el ciclo de la pornografía
Me sentía sola e impotente, pero mi obispo me recordó algunas de las claves para hallar esperanza y ayuda.
Ilustración por Sue Teodoro
Tenía trece años la primera vez que me vi expuesta a la pornografía. La encontré accidentalmente en las redes sociales, sin saber lo que era y sin entenderla. Pasé de la exposición involuntaria y de la curiosidad a buscarla intencionalmente.
En aquel entonces, los mensajes de mis líderes sobre la pornografía parecían decir que era algo con lo que solo los muchachos tenían dificultades, lo cual me hizo sentir mucha vergüenza. Pensaba que nunca podría hablar con nadie sobre mi dificultad. Conocía la Expiación de Jesucristo, pero debido a que pensaba que era la única jovencita que tenía esa dificultad, sentía que mi situación estaba fuera del alcance del Salvador; sentía que yo era la excepción.
La oficina del obispo
Durante esos años, en lugares como Seminario o en devocionales, dondequiera que el Espíritu estuviese presente, a menudo me sentía inspirada a fijar una reunión con mi obispo. Durante mucho tiempo lo que me impidió hacerlo fue la idea de que tenía que mantener mi reputación como una jovencita buena procedente de una familia activa. Pensaba que él me vería tal como era, y no creía que, tal como era, fuera digna de ser amada. Creía que iba a recibir un castigo inmediato.
Cuando finalmente fijé la reunión, fue muy diferente de lo que me esperaba. En lugar de recibir un castigo, mi obispo me dijo: “Aún eres una hija de Dios. Se te ama y valora de la misma manera”.
Recuerdo que me sentí llena de amor. Esa fue la primera vez que sentí el poder de la Expiación del Salvador tan fuertemente en mi vida. Al mirar atrás, entiendo por qué aquellas palabras de mi obispo fueron tan importantes.
Hija de Dios
Cuando luchas con la pornografía, atraviesas un ciclo de vergüenza. En mi caso, me sentía desconectada de mi propia identidad y luego usaba la pornografía para lidiar con esas emociones negativas. Entonces, sentía vergüenza y me aislaba de los demás, y el ciclo se repetía.
Durante mucho tiempo, traté de confiar en mi propia fuerza de voluntad para “simplemente dejar de hacerlo”, pero no pude hacerlo sola. Mi obispo me ayudó a recordar mi identidad: que soy una hija amada de Dios. Al reunirme con él y recordar esa verdad, comencé a progresar de manera genuina.
Fotografías cortesía de Madelyn y su familia
Madelyn sabe que la pornografía no será la única montaña que deba escalar. Con la ayuda del Salvador y las herramientas adecuadas, sigue hallando la fortaleza para superar los retos de la vida. ¡Esta foto se tomó justo antes de que escalara un glaciar en Alaska, EE. UU.!
La verdad sobre Dios y el Salvador
Al principio tenía miedo de orar. Veía al Padre Celestial como un Dios de justicia e ira. Sin embargo, el pasar por el proceso del arrepentimiento continuo me ha ayudado a comprender tanto Su naturaleza como la de Jesucristo. El saber que arrepentirme una vez no me hace inmune a esta dificultad me ha permitido seguir confiando en Su ayuda divina. El Padre Celestial ya conocía y entendía mis pruebas; yo solo necesitaba volverme a Él.
Aprendí que tanto el Padre Celestial como Jesucristo son misericordiosos y comprensivos. Al volverte a Ellos, caminarán a tu lado y te tomarán de la mano en cada paso del camino.
Luchar contra las tácticas de Satanás
Comprender la naturaleza de Dios también me ayudó a entender a Satanás, sus herramientas y cómo estas obran en oposición directa a Dios. Una de sus herramientas más poderosas es la vergüenza, que es diferente de la culpa o de la “tristeza que es según Dios” (2 Corintios 7:10). Cuando sientes culpa, te das cuenta de que has cometido un error. Sin embargo, la vergüenza vincula los sentimientos negativos que tienes sobre ti mismo al pecar con tu identidad, como si fueras esos sentimientos.
Satanás quería que yo creyera que podía superar ese desafío por mi cuenta. Esta mentira fue algo que me impidió hablar con mi obispo sobre mi lucha con la pornografía. Sentía que no podía reunirme con él hasta que pudiera decir que era algo con lo que había tenido dificultades en el pasado. Satanás utiliza tus debilidades individuales para hacerte sentir indigno de procurar el poder sanador del Salvador.
Aprendí que Satanás trabaja en nosotros cuando estamos aislados, así que nuestra mejor defensa es la conexión. A veces es tan sencillo como acercarnos a los demás y pasar tiempo significativo con buenos amigos. Conectarte con el Padre Celestial, contigo mismo y con los demás, en especial con aquellos que te ven como lo hace el Padre Celestial, es la mejor manera de recordar tu verdadera identidad como un valioso hijo de Dios.
Un propósito más elevado
Con el tiempo comencé a recibir impresiones de que debía ayudar a otras jovencitas que estuvieran teniendo dificultades con la pornografía. Sentí un propósito más elevado. Decidí preocuparme más por lo que el Padre Celestial piensa que por lo que otras personas a mi alrededor podrían pensar, así que comencé a hablar abiertamente sobre mis experiencias.
Una vez que sientes el gozo innegable del arrepentimiento continuo, ¡deseas compartirlo con los demás! En este momento sigo compartiendo ese gozo al servir como misionera de tiempo completo.
A Madi se le asignó servir como misionera de tiempo completo en la Misión Singapur, hablando malayo.
Mi mensaje
Nunca estás solo y hay esperanza.
Esta dificultad es algo que puedes superar con la ayuda del Salvador, de tus seres queridos, de los líderes de confianza y de las herramientas adecuadas. Sal del aislamiento y acércate a alguien que te vea a través de los ojos de Dios. ¡Pregúntale qué ve en ti!
No importa cuál sea tu desafío, nunca estás más allá del alcance del Salvador y de Su Expiación. El Padre Celestial te ama por completo y vale la pena seguir arrepintiéndote.