Ven, sígueme
¿Lo escucharás?
La guía del profeta puede protegernos, bendecirnos y ayudarnos, si se lo permitimos.
Ilustración por Alyssa Talent
“¡Se avecina la destrucción!”.
Recibir ese mensaje sería algo sombrío. ¡Pero imagínate si fueras la persona llamada a comunicarlo!
Samuel el Lamanita fue llamado por el Señor para advertir a los nefitas de su iniquidad. De pie sobre una muralla, Samuel declaró que, un día, la “completa destrucción […] de seguro sucederá, a menos que os arrepintáis” (Helamán 13:10).
Samuel también profetizó que, en cinco años, habría una noche sin oscuridad y una estrella nueva en el cielo que señalarían el nacimiento del Salvador (véase Helamán 14:2–5).
¿Cómo respondieron los nefitas al mensaje de Samuel?
Se negaron a escuchar. “Le arrojaron piedras [a Samuel] […] y […] lanzaron flechas contra él mientras se hallaba sobre la muralla” (Helamán 16:2). Afortunadamente, en la actualidad las personas no arrojan piedras ni lanzan flechas contra el profeta, pero muchos aún rechazan y ridiculizan sus palabras cuando enseña las verdades eternas del Evangelio del Salvador.
Cuando el profeta hable, ¿cómo responderás tú? ¿Lo escucharás?
A continuación encontrarás tres recordatorios de las bendiciones que se reciben al tener un profeta en la tierra y escucharlo.
El Profeta nos ama y ora por nosotros
En muchos discursos de la conferencia general, el presidente Russell M. Nelson nos ha dicho:
“Los amo”. “Han estado constantemente en mi mente y en mis oraciones”.
¡Qué bendición es saber que el profeta nos ama y ora por nosotros!
Casi cinco años después de las profecías de Samuel el Lamanita, algunos nefitas dijeron que había pasado el tiempo para que sus palabras se cumplieran. Se burlaron de los creyentes, e incluso escogieron un día para matarlos si no se cumplían las señales del nacimiento del Salvador (véase 3 Nefi 1:6–9). Durante esa época aterradora, el profeta Nefi oraba todo el día “a favor de su pueblo […] que [estaba] a punto de ser [destruido] por motivo de su fe” (3 Nefi 1:11).
Hoy en día, las oraciones del profeta nos ayudan de más formas de las que nos imaginamos. La guía espiritual que recibe por medio de la oración bendice a todo el mundo.
El profeta nos guía al Salvador
“Alza la cabeza y sé de buen ánimo”, le dijo el Señor a Nefi. “Ha llegado el momento; y en esta noche se dará la señal, y mañana vengo al mundo” (3 Nefi 1:13).
Cuando se puso el sol, no hubo oscuridad. ¡La señal se había cumplido! (véase 3 Nefi 1:15). A la mañana siguiente, todos sabían que era el día en que nacería el Salvador, y apareció una estrella nueva (véase 3 Nefi 1:19, 21). Todo lo que el Señor había profetizado por medio de Samuel acerca del nacimiento del Salvador se había cumplido tal como Él había dicho que sucedería.
La venida del Salvador al mundo salvó inmediatamente a aquellos creyentes de la muerte, pero no solo los salvó a ellos. Jesucristo vino para salvarnos a todos del pecado y de la muerte, darnos fortaleza en los momentos de necesidad y brindarnos esperanza y gozo por medio de Su Expiación. Este ha sido el mensaje principal de todo profeta “que [ha] profetizado desde el principio del mundo” (Mosíah 13:33). Los profetas nos guían hacia el Salvador, que es “el camino, y la verdad y la vida” (Juan 14:6).
El profeta declara la verdad
La primera vez que leí el Libro de Mormón en la escuela secundaria, me llamó la atención una enseñanza de Samuel el Lamanita. Él dijo a los nefitas que si seguían postergando su arrepentimiento, llegaría el momento en que sería “eternamente tarde”. Y añadió: “… todos los días de vuestra vida habéis procurado aquello que no podíais obtener, […] habéis buscado la felicidad cometiendo iniquidades”, lo cual es contrario a la naturaleza de nuestro Padre Celestial (Helamán 13:38).
De manera similar, el presidente Nelson ha enseñado lo siguiente en nuestra época:
“Aunque el mundo insista en que el poder, las posesiones, la popularidad y los placeres de la carne brindan felicidad, ¡no es así! ¡No pueden hacerlo! […]
“¡La verdad es que es mucho más agotador buscar la felicidad donde nunca podrán hallarla! Jesucristo, […] y solo Él, tiene el poder de elevarlos por encima de la influencia de este mundo”.
Algunos nefitas escogieron escuchar y creer las palabras de Samuel; muchos otros no lo hicieron (véase Helamán 16:1–8). En muchos sentidos, hoy en día no es tan diferente.
¿Qué elegirás tú? ¿Escucharás al profeta?
El presidente Nelson enseñó:
“Es posible que [los profetas, videntes y reveladores] no siempre les digamos a las personas lo que estas quieren oír. Los profetas rara vez son populares, ¡pero siempre enseñaremos la verdad!”.
A medida que escuches al profeta y actúes de acuerdo con sus palabras, descubrirás que su guía profética te protegerá, bendecirá y ayudará a lo largo de tu vida.